“Uy, qué olor a porro”. Todos hemos dicho esto alguna vez, independientemente de lo familiarizados que estemos con la marihuana. El olor a cannabis es inconfundible y no precisamente agradable. De hecho, hay quien lo compara con el que desprenden las mofetas.
Esto ha llamado durante años la atención de los científicos. ¿Qué pueden tener en común las mofetas y el cannabis? Se sabe que el hedor de estos mamíferos se debe a una serie de compuestos azufrados que desprenden a través de sus glándulas anales cuando se sienten amenazados.
El azufre parece ser la clave. Y tiene sentido, pues otras plantas con mal olor, aunque no necesariamente a mofeta, también contienen compuestos con este elemento. Es, por ejemplo, el caso del ajo. Esto de nuevo es algo que resulta interesante a los científicos, puesto que esos compuestos malolientes del ajo también son responsables de algunas de sus propiedades beneficiosas.
Por eso, un equipo de científicos procedentes de varios laboratorios especializados en la obtención y análisis de extractos de plantas ha llevado a cabo una investigación, ahora publicada en ACS Omega, en la que se establece cuáles son esas sustancias responsables del olor a cannabis. Lo han hecho con el objetivo de buscar si podrían tener propiedades beneficiosas. Pero poco a poco, de momento solo tenemos la causa por la que la marihuana nos recuerda a las mofetas.
En busca de parecidos con las mofetas en la marihuana
Para la realización de este estudio sus autores extrajeron, midieron y analizaron los compuestos olorosos presentes en las flores de 13 variedades de cannabis. Lo hicieron tanto por separado como en conjunto, para ver cuáles eran los que realmente tenían un mayor peso en ese aroma acre que tanto nos recuerda a las mofetas.
Los responsables parecían dividirse en dos grupos: los compuestos volátiles de azufre (VSC por sus siglas en inglés) y los terpenos. Estos últimos son abundantes en otras plantas, como la lavanda y el romero, pero es bien sabido que estas no huelen precisamente mal. Que nos gusten más o menos es una cuestión de gustos, pero objetivamente no se trata precisamente de un aroma fétido.
Además, los VSC tienen ese punto en común que buscábamos con las mofetas: el azufre. Idénticos a los del cannabis no se han encontrado en otras plantas. No obstante, sí que tienen un gran parecido con algunas sustancias del ajo, como se puede ver en la imagen inferior.
Esto llevó a los científicos a ver más o menos dónde se encontraban las causas del característico olor a cannabis. No obstante, quedaba saber cuál de los VSC era el principal responsable.
Las causas del olor
Encontraron hasta cinco compuestos volátiles del azufre que podrían estar detrás del olor a cannabis: el VSC3, el VSC4, el VSC5, el VSC6 y el VSC7.
Tanto las flores como los extractos más o menos ricos en cada uno de los VSC fueron evaluados por cuatro miembros de un panel de expertos especializado en aromas.
Así, vieron que el VSC3 parece ser el que aporta un aroma más similar al de las mofetas. En algunos extractos que también desprendían este aroma acre había pequeñas cantidades de otros VSC3, pero estos variaban entre diferentes cepas vegetales. El VSC3 era el nexo de unión para todos. No obstante, estos científicos consideran que aunque este sea el compuesto principal, la influencia del resto, en pequeñas cantidades, es la que da el olor exacto; que, de hecho, varía ligeramente entre cepas.
Otro dato curioso fue que cuando todos los VSC se mezclaron en un vial los miembros del panel coincidieron en que el resultado era un aroma floral. Y lo mismo cuando el VSC3 se encontraba en una proporción baja, del 1%.
Finalmente, si al VSC3 se le añadía una buena cantidad de VSC5 el olor inicial a mofeta se volvía aún más maloliente.
En cuanto a las plantas, el olor a cannabis similar al de las mofetas se fue haciendo cada vez más intenso a medida que florecían, llegando a sus máximos cuando las flores se estaban curando y secando. Esto indica que se alcanzaron unos máximos de VSC, especialmente de VSC3. No obstante, pasada una semana el olor comenzó a desaparecer, paralelamente a una disminución de los niveles de compuestos volátiles de azufre.
Esto se debe a que, como su propio nombre indica, son muy volátiles. De hecho, es la razón por la que el olor a marihuana es tan intenso y característico. Nada más abrir una bolsa la estancia se inunda con su aroma, debido a los compuestos que se volatilizan y viajan por el aire hasta nuestro epitelio olfativo. Vamos, que el olor a porro se nos mete en la nariz. Y en el pelo, y en la ropa, y en el bolso... Al menos, ahora, ya sabemos los motivos.