Quedan menos de ocho horas para que Donald Trump tome posesión como presidente de los Estados Unidos. La investidura, que se celebra el 20 de enero desde 1937, se celebrará a las 12:00 h (hora de Washington) en las escaleras del Capitolio. Allí jurará su cargo ante el presidente del Tribunal Supremo y bajo la atenta mirada de su vicepresidente, Mike Pence.

Será también la despedida de Barack Obama de la Casa Blanca. El presidente demócrata fue investido un 20 de enero de 2009 enfundado en un traje negro y una corbata roja, bajo la atenta mirada de su esposa, Michelle Obama, y los miles de seguidores que habían llevado en volandas al político afroamericano al Despacho Oval. Durante su discurso, Obama aseguró que llevaría a la investigación "a su lugar correcto". Cuatro años después, el legado de Obama deja logros importantes en materia social y sombras en algunas de sus políticas, ¿pero qué ha ocurrido con la ciencia y la tecnología?

Más inversión, pero no lo esperado. El compromiso adquirido durante su discurso en el Capitolio sorprendió a muchos investigadores, quienes vieron en él una oportunidad para incrementar sustancialmente el presupuesto estadounidense dedicado a I+D. Sin embargo, los aumentos no han sido tan significativos como se pensaba hace ocho años, tal y como señalan varios análisis realizados por la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia y la revista Nature:

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Células madre. Fue el primer gran cambio en la política científica de la era Obama. En marzo de 2009, el demócrata levantó el veto de Bush, que mediante una orden había prohibido el empleo de fondos federales para investigar con células madre embrionarias. Barack Obama dio luz verde a que los científicos que trabajasen con estos tipos de células pudieran solicitar financiación a los Institutos Nacionales de la Salud (NIH, en inglés). Según la revista Science, Trump no se ha pronunciado todavía sobre el futuro de la investigación en células madre y tejidos fetales, pero prometió cancelar todas las órdenes federales "anticonstitucionales" impulsadas por Obama. El anuncio, que forma parte de su plan de cien días de Gobierno, siembra la incertidumbre sobre buena parte de la comunidad científica.

Vacunas. Durante su presidencia, Barack Obama ha defendido la vacunación y la evidencia científica existente sobre estas herramientas médicas para prevenir enfermedades. Sin embargo, el demócrata mantuvo posiciones escépticas antes de acceder a la Casa Blanca. En 2008, cuando todavía era senador, Obama dijo que los datos sobre la relación entre las vacunas y el autismo "no eran concluyentes", unas afirmaciones falsas que también ha realizado Donald Trump en numerosas ocasiones. El republicano ha apoyado a los movimientos antivacunas e incluso podría haber sondeado a un escéptico como Robert F. Kennedy Jr. para su gabinete. Queda por ver si Trump finalmente cambia de opinión sobre las vacunas, como hizo el demócrata.

Cambio climático. Uno de los estandartes de la política de Barack Obama durante sus ocho años ha sido, sin duda, el impulso de la lucha contra el calentamiento global. El presidente, con el apoyo de asesores como el premio Nobel Steven Chu, consiguió la ratificación del Acuerdo de París, algo que no logró Bill Clinton en 1997 con el Protocolo de Kioto. El político demócrata también ha apostado por las energías renovables; una posición rechazada enérgicamente por su sucesor en la Casa Blanca. Los expertos temen que la llegada de Donald Trump suponga que el cambio climático no tenga marcha atrás.

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BRAIN. La administración Obama, siguiendo el éxito del Proyecto Genoma Humano, anunció en abril de 2013 una iniciativa de investigación para estudiar el cerebro, BRAIN. El objetivo era impulsar los estudios sobre la actividad cerebral gracias a una inversión de 300 millones de dólares durante una década, rivalizando con el Human Brain Project, la iniciativa europea, no exenta de críticas por la falta de transparencia en su gestión y coordinación.

Investigación biomédica. Además de levantar el veto sobre las células madre y del proyecto BRAIN, Obama impulsó dos iniciativas más relacionadas con la salud. Su Gobierno lanzó en 2015 un proyecto para promover la medicina de precisión, una nueva aproximación para abordar las enfermedades y su tratamiento de forma personalizada. El año pasado, su vicepresidente Joe Biden anunció The Cancer moonshot para acelerar la investigación sobre este conjunto de patologías y desarrollar nuevos métodos de diagnóstico y terapias. Su legado también incluye la llegada del Obamacare, para garantizar la asistencia sanitaria a las personas más desfavorecidas, que corre peligro con la elección de Donald Trump como presidente.

Divulgación científica. El presidente de Estados Unidos ha sido el más prolífico a la hora de escribir en prestigiosas revistas de investigación. Obama ha publicado catorce artículos científicos, que pueden consultarse en la plataforma PubMed, para defender buena parte de sus políticas, especialmente aquellas relacionadas con la sanidad. El político demócrata también ha impulsado la organización de ferias de divulgación en la Casa Blanca, que han tenido una gran repercusión mediática.

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Exploración espacial. En octubre de 2016, Barack Obama escribió una tribuna en CNN Politics donde animaba a la sociedad norteamericana a asumir el reto de enviar seres humanos a Marte en 2030. Su llegada a la Casa Blanca estuvo marcada por el abandono del programa Constellation, impulsado por George W. Bush con el objetivo de volver a la Luna, para centrar sus esfuerzos en el planeta rojo. Los dos mandatos de Obama han estado caracterizado por numerosos acuerdos con la industria privada con el objetivo de abaratar los viajes y misiones. Quizás en el futuro, como apuntaba el astronauta español Pedro Duque, este tipo de nuevos contratos permitan que la exploración dependa menos de los fondos públicos.

Ciberseguridad, regular. Lo más destacable de la doble legislatura de Obama en materia de privacidad y seguridad digital fue la revelación de Snowden sobre el espionaje masivo a la ciudadanía por parte de la NSA. Es el punto y final del Patriot Act en 2015, que dio paso a la creación del Freedom Act, lo cual significó el paso de una ley permisiva con el espionaje de las telecomunicaciones de la ciudadanía por parte de la administración y las autoridades a otra menos invasiva que durará hasta 2019. Un caso puntual pero simbólico fue el de iPhone de San Bernardino, donde el FBI demostró hasta dónde está dispuesto a llegar, mentiras inclusive, con tal de presionar a empresas para que les faciliten acceso arbitrario a información privada -y cifrada- de ciudadanos. Con aquel caso, quisieron sentar un terrible precedente y por fortuna les salió mal, aunque su discurso se centrase en lo puntual del caso. “Es solo para este dispositivo”. Otros momentos clave han demostrado cierta debilidad para la ciberseguridad en Estados Unidos, como el ataque DDoS a Dyn en octubre de 2016, que dejan un legado agridulce en materia de ciberseguridad.

Redes sociales. La comunicación durante la administración Obama ha sido sumamente eficaz, especialmente en lo relativo al uso de redes sociales. Tanto Barack como Michelle Obama han utilizado sus cuentas en Twitter o Facebook para mostrar su trabajo presidencial y su lado más personal y cercano. La utilización de estos canales por parte de Donald Trump, así como sus apariciones en prensa, anticipan un cambio de rumbo del nuevo presidente.

Neutralidad de la red. Durante la segunda legislatura de Obama se produjo la que fue seguramente la victoria más destacable en favor de la neutralidad de la red. La FCC (Comisión Federal de Comunicaciones), una comisión independiente del Gobierno estadounidense que regula la industria de las telecomunicaciones, votó favorablemente la regulación de la Neutralidad de la Red en febrero de 2015. La lucha -y la presión- para decidir el resultado de esta votación estuvo acaparada por operadores y telecos, cuyos intereses van en la ruptura de este principio del acceso a Internet. Desde que la FCC clasificó el acceso a la red como un “bien público”, las empresas que proveen el mismo no pueden discriminar positiva ni negativamente a sus usuarios en base a la tarifa que paguen o el tipo de contenido al que accedan. Meses antes, Obama se pronunció públicamente a favor de la neutralidad de la red, ya que Internet supone “un motor de crecimiento, tanto de ideas como económico y social”.

”Hace cuatro años, la FCC trató de implementar normas que protejan neutralidad de la red con poco o ningún impacto en las empresas de telecomunicaciones que hacen inversiones importantes en nuestra economía”.

Finalmente, Obama se salió con la suya y las empresas tuvieron que renunciar a su gran sueño: poder tarificar por separado los diferentes servicios consumidos en la red, o crear esas “autopistas de dos carriles” para distinguir la velocidad de navegación en determinadas webs o plataformas en base al pago realizado por el usuario. No obstante, lo más agridulce de este asunto es la nula esperanza que supone su sucesor, Donald Trump, de cara a prolongar la consideración impulsada por Obama.