Cuando le preguntaron sobre la clave de su éxito, el multimillonario inversor Warren Buffett dijo: «Leer 500 páginas cada día. Así es como funciona el conocimiento. Se acumula igual que los intereses. Todos ustedes pueden hacerlo, pero esto no garantiza que muchos de ustedes lo haga». Mark Cuban pasa 3 horas al día con sus libros, Bill Gates lee 50 libros al año, y cuando se le preguntó a Elon Musk cómo aprendió a construir cohetes, simplemente contestó: «Me leí los libros».
La realidad es que lejos de ser un slogan publicitario para parecer más culto, las investigaciones muestran que estos mega-magnates están en lo cierto. Tener hábitos de lectura específicos hace a las personas más inteligentes y parece que está altamente correlacionado con la creación de riqueza y éxito.
Steve Siebold ha entrevistado a 1.200 personas de las más ricas del mundo durante los últimos tres decenios y durante el proceso, ya de paso se hizo millonario él también. En su investigación, se dio cuenta de un pasatiempo que los ricos tienen en común: se auto-educan mediante la lectura.
«Al entrar en la casa de una persona pudiente, una de las primeras cosas que verá es una extensa biblioteca de libros que ha utilizado para educarse. La clase media lee novelas, cotilleos y revistas de entretenimiento. Los ricos prefieren educarse que entretenerse».
¿Cómo educarse mediante la lectura?
Básicamente, se trata de hacer eleciones. En primer lugar, es necesario leer las cosas correctas.
De acuerdo con Thomas Corley , autor de Rich Habits - The Daily Success Habits of Wealthy Individuals, las personas con ingresos anuales de $160.000 o más y patrimonio neto líquido de de 3,2 millones o más, leen temáticas de superación personal, educación y éxito empresarial, elegidos conscientemente, por su potencial de mejora personal. También parecen tener predilección por las biografías de otros personajes de éxito. Mientras tanto, las personas con ingresos anuales de 35,000$ o menos y un patrimonio neto de 5,000$ o menos, leen principalmente los libros que les parecen entretenidos y los eligen por esta razón.
¿Y el tiempo? ¿De dónde saco tiempo?
De nuevo, se trata de hacer elecciones. No hay ningún secreto. Es tan simple como suena: encontrar tiempo para leer se reduce a tomar decisiones sobre cómo asignar tu tiempo. La asignación eficiente este tiempo es la única forma de ser productivo leyendo y, en realidad, también en todo lo demás. Por defecto hay que renunciar a unas cosas para hacer otras; tal vez para poder añadir a tu rutina un libro por semana necesites dejar de emplear una hora diaria a ver la televisión o, si eres una persona muy ocupada, tal vez te quedes sin siesta.
Si suponemos que una persona de promedio pasa 3-4 horas al día viendo la televisión, una hora o más en trayectos de tren y otras 2-3 horas a la semana de compras o viendo escaparates, eso son 25 horas a la semana en las que se puede sustituir por, o implementar, lectura. 25 horas son 1.500 minutos. Si lees una página por minuto (simplificando), eso serían 1.500 páginas a la semana.
Sin embargo, parece que lo mejor es proponérselo de antemano. Un un estudio realizado por la revista British Journal of Health Psychology, sacó a relucir que la creación de un plan de acción para llevar a cabo una intención, arroja un 91% de probabilidades de éxito, mientras que los que no hacen un plan específico de "dónde, cuándo y cómo" cuando quieren empezar a hacer algo, tienen doble tasa de posibilidades de fracaso.
Por otra parte, si no lees mucho, 500 páginas al día, los libros más largos del mundo o pura divulgación científica con vocabulario difícil y específico no deberían ser los objetivos; al igual que el primer día de gimnasio no intentarías levantar 50 kilos en press de banca, puedes comenzar en pequeño. El empresario y experto hábito James Claro recomienda 20 páginas al día para empezar, porque es «lo suficientemente poco para no ser intimidante y la mayoría de la gente puede terminar de leer 20 páginas en 30 minutos». Por parte del contenido, servidora intenta turnar la divulgación entre la ficción, comedia o aventura para no saturar el cerebro y sufrir más que disfrutar; porque también es importante tratar de disfrutar el proceso, aún si estás aprendiendo, puede y debe ser satisfactorio. Como decía Nick Hornby, no es bueno leer libros que no te gustan porque «cada vez que seguimos leyendo sin ganas reforzamos la idea de que leer es una obligación y ver la tele es un placer».