Si lees asiduamente habrás notado que hay una gran diferencia entre un libro que es largo y un libro difícil. A veces comenzamos a leer una obra corta pensando que por esto será fácil y no llegamos a terminarla porque nos resultó aburrida, no era lo que esperábamos, tiene una prosa árida o es demasiado compleja. Otras veces insistimos para evitar esa mezcla de culpa y sensación de negligencia que cae sobre ti cuando te rindes. Sin embargo, da igual que ese libro a penas llegase a las doscientas páginas y seamos lectores de ochocientas para arriba, hay algunos imposibles de terminar e insistir sólo prolonga la tortura.
En palabras del novelista británico Nick Hornby, no es bueno leer libros que no te gustan porque «cada vez que seguimos leyendo sin ganas reforzamos la idea de que leer es una obligación y ver la tele es un placer». También está Kingsley Amis quien dice que «la vida es demasiado corta para leer libros malos». Hoy recopilamos tres de los libros que tienen fama de ser los más difíciles de leer, veamos si estás de acuerdo.
Ulises, de James Joyce
En casi todas las listas de las obras literarias más abandonadas, pero también entre los clásicos que puedes llegar a amar, está Ulises. Lo cierto es que cuando James Joyce terminó de escribir su libro, manifestó estar tan exhausto que no escribió una línea más en todo un año y eso es mucho decir.
Según el estudioso Harry Levin, las claves para la comprensión de esta novela son su simbolismo épico, basado en La Odisea de Homero, y también su atmósfera naturalista, fiel reflejo de la ciudad de Dublín.
Según servidora, reconozco que se necesita una siesta después cada cuarenta páginas de Ulises y es de los pocos libros en los que recomiendo leer también los resúmenes y reseñas de algún estudioso para comprender lo que está pasando en la lectura. Narra un sólo día de la vida del protagonista pero hay tantos simbolismos y paralelismos retóricos que se hace imposible no perderse. A mi no me parece imposible de terminar, pero la verdad, casi.
Finnegans Wake, de James Joyce
Sí, otro de James Joyce. Este autor en general es especialmente complicado. Este libro concretamente, tiene el segundo puesto en la lista de los más difíciles de Goodreads, la red social sobre libros, justo debajo de Ulises. La crítica está totalmente polarizada, hay quien lo ve como una broma de mal gusto y otros como una novela de la más alta calidad artística. Yo en lo que no estoy de acuerdo es que esta se encuentre por debajo de Ulises en dificultad y no al revés porque el primero lo pude terminar y este no.
Claramente es una novela experimental, tardó diecisiete años en escribirla, pero fue en gran parte en un lenguaje inventado, fruto de la mezcla de unidades léxicas inglesas con neologismos y otros elementos lingüísticos que hacen sumamente difícil comprenderlo, incluso para un nativo. A causa de esto mismo, también se decía que era intraducible, por lo cual era obligatorio leerla en su versión original y yo misma desistí. Sin embargo, la editorial independiente El Cuenco de Plata publicó este año en Argentina la primera versión íntegra en castellano de la novela. Y quizás ahora pueda servidora intentarlo de nuevo.
De todas formas, la verdad es esta: sólo ha existido una persona capaz de entender en su totalidad el Finnegans Wake, se llamaba James Joyce y después de él no habrá otra persona.
El arco iris de la gravedad – Thomas Pynchon
Novela compleja y larga (más de mil páginas en hispano), con muchísmos personajes que aparecen y desaparecen. Se ambienta en Europa a finales de la Segunda Guerra Mundial y se centra en el diseño, la producción y el lanzamiento del cohete V-2 por el ejército alemán.
Según El Time, está entre las cien mejores novelas de la historia y según el New York Times es una de las más largas, difíciles y ambiciosas novelas que se han escrito. Fue rechazada por el jurado del Premio Pulitzer por considerarla obscena, pero ganó el National Book Award después. Muchos consideran a su autor candidato para el Nobel, pero no se lo han dado.
El arco iris de la gravedad yo recomiendo leerla con un ordenador al lado, es el libro que más alusiones tiene por página que haya visto jamás, es imposible no tener que buscar cosas. También hay que aceptar que uno no lo va a entender todo y disfrutar los chistes (Pynchon incluye mucho humor irónico) porque no creo posible seguir todas las historias secundarias a la perfección la primera vez y en realidad sólo comprender en profundidad la trama principal ya es para estar orgulloso.
A la prosa de Pynchon la han catalogado de todo: paranoica, histérica, densa... Aunque no se le ha negado la trascendental importancia que tiene y ha aparecido hasta en Los Simpson; con una bolsa con un signo de interrogación permanentemente en la cabeza haciendo alusión a su aversión a la publicidad porque nunca ha hecho biografía ni concedió entrevistas. Tiene página de la Wikipedia pero ni siquiera ahí tiene foto en ninguno de los 57 lenguajes disponibles (sólo se conocen media docena de imágenes suyas y en su mayoría son de estudiante o recluta en la marina).
Los libros no son trofeos
Para terminar, hay que tener en cuanta que ciertos textos requieren de sus lectores más habilidad que la de descifrar los símbolos sobre el papel. Simplemente son difíciles, no malos. Ningún escritor de nivel como los tres anteriores llega a donde está sin haber leído mucho y bien y escribir mucho y muy bien. El problema, por tanto, no lo tienen las obras, sino que muchos lectores adultos son aún lectores juveniles en el sentido de que detienen su curiosidad en el momento que el texto presenta dificultades de interpretación o los intentan leer por el mero hecho de añadir un trofeo difícil a su colección. Hay escritos para entretener, para emocionarse, para aprender y para ponerse a prueba, entre otros. Estos tres libros entran en esta última categoría pero ninguna de las tres obras se leen a la fuerza, están hechas para tratar de disfrutarlas y si no vas a tratar de disfrutarlas, es mejor que no las leas.