Que España se está posicionando como uno de los referentes emprendedores a nivel europeo y mundial es un hecho, y poco a poco está quedando patente en todo lo que acontece en el sector startup del país.

Cada vez se afronta mucho mejor la idea de que las nuevas tecnológicas deben tener un carácter global. Un negocio acotado a las fronteras de un país no tiene los visos de llegar demasiado lejos; cuanto más fronteras quieran conquistar, más opciones de crecimiento tendrán. Esa lección que los emprendedores estadounidenses e israelís había entendido hace años por fin está calando en otras regiones.

El crecimiento y la escalabilidad son cuestiones a tener en cuenta para medir el éxito. Pero uno de los factores que miden el estado de todo un ecosistema es el del volumen de exits, es decir, ventas o salidas a bolsa que se producen. En el caso de Estados Unidos o Europa predominan las primeras, mientras que en Asia tienen preferencia por los mercados públicos; las altas cifras de liquidez (más de un millón) que se piden para entrar en los mercados ya supone una barrera de entrada en sí misma. Ya no sólo importan las inversiones y el volumen invertido, una vez pasados unos años de esas financiaciones, debe llegar el retorno de lo aportado y dejar que la vida de los fondos siga.

La cuestión es que en este apartado, España aún tiene mucho trabajo pendiente por delante. Ha crecido la inversión, han crecido los importes, han crecido los exits pero sigue siendo un país dependiente del extranjero. Según datos de la firma legal para emprendedores Ad&Law, existen casi 3.000 startups en España. De las cuales sólo el 1% está en disposición de afrontar un exit. Según Oliver von Schiller, director de la firma, "sólo el 20% ellas recibe financiación" por lo que con este panorama difícilmente pueda haber más startups preparadas para un exit, que es el objetivo final de muchas de ellas. Añadiendo, además, que "en España el tamaño de los venture capital aún es limitado y el de los mercados secundarios aún más, por lo que no se dan las condiciones necesarias para que crezca el porcentaje de startups capaces de sacar adelante un exit”.

Aún dependientes del extranjero

En cualquier caso, aunque pocos exits, España sí que hace un buen recuento en lo que lleva de 2016. Es, en líneas generales, uno de los mejores años en lo que a este tipo de operaciones se refiere: la compra de La nevera Roja por 125 millones de euros, la de Privalia por 500 millones, Ticketbis por 165 millones o la de Olapic por 130 han marcado un año de grandes cifras y poniendo en primera línea de batalla algunas de las tecnológicas con más historia del país. Años de trabajo detrás culminan con operaciones muy rentables para sus fundadores. Pero todas ellas tienen la misma característica: las compradoras no son españolas. Todas se han producido por entidades extranjeras.

Fuente: TTR / Startupxplore. Elaboración propia.
Fuente: TTR / Startupxplore. Elaboración propia.

La cifra de operaciones llega hasta las 33 en lo que llevamos de 2016. Si atendemos a los países de origen entre los vendedores y los compradores podemos ver que son pocos los españoles que se enfrentan a alguna adquisición en el extranjero. España sigue siendo un país que vende pero que compra poco. El poder adquisitivo y un mercado pequeño comparado con el de los vecinos europeos o estadounidenses aún es una limitación muy grande. Pero no lo es para los que vienen a comprar a España. Más de la mitad de los exits han venido de la mano de empresas de Estados Unidos principalmente, seguidos de Dinamarca, Australia, Israel, India o Canadá. Que además, coinciden con las que han logrado importes más altos. De nuevo, el poder adquisitivo sí es importante.

Pero lejos de parecer algo negativo, sí que encontramos aspectos positivos. Teniendo en cuenta que las startups son globales desde su concepción no es algo demasiado preocupante. Además, según la Asociación Española de Startups, es una cuestión de madurez del ecosistema y de que España llama la atención:

"Vemos como algo positivo que nuestras startups sean capaces de atraer la atención e inversión extranjera y creemos que los exits con ambas partes españolas vendrán y aumentarán progresivamente. Por una parte, nuestras startups crecen, con lo que podrán ser "compradoras" y por otra, las grandes empresas de este país tienen un interés creciente en startups, de donde pueden salir también operaciones interesantes."

Y ahí está la clave de la situación: la ausencia de grandes tecnológicas potentes en España. Idea en la línea con la opinión de uno de los fundadores de Startupxplore, Javier Megias, "poniendo de manifiesto el principal problema del ecosistema startup español a día de hoy: la carencia casi absoluta de grandes empresas invirtiendo, comprando y haciendo negocios con startups..." Las excepciones en el sector de la construcción, telecomunicaciones, banca y energía, que lideran sus respectivos sectores a nivel mundial, dejan en evidencia el olvido en el que han quedado las nuevas líneas de negocio en España; incluso estas grandes empresas han dejado de lado el sector durante muchos años y ha sido ahora cuando se han unido a la tendencia a través de sus fondos de inversión en startups alineadas con sus negocios.

Normalmente, los exits van ligados a este tipo de empresas con su posición de compradores de alto poder adquisitivo. Eliminada esta opción, las oportunidades decrecen considerablemente. Aún así, Megias apunta en la misma línea que la Asociación y "ve super positivo que a nivel global se reconozca que en España hay grandes compañías que merece la pena integrar, algo que históricamente era una de las asignaturas pendientes del país".

Está claro que el trabajo que queda pendiente por delante es mucho: una parte del lado de los emprendedores haciendo crecer el ecosistema, por parte de las empresas en un incremento de su interés real por el sector y de evolución natural de las circunstancias que hagan progresar el sector.