El formato decididamente distinto que los creadores de *American Horror Story*, Ryan Murphy y Brad Falchuk, han decidido darle a esta sexta temporada ha sido celebrado porque ayuda a esta valiosa serie de terror a no anquilosarse, a no sufrir el declive de su fórmula como muchas otras antes que ella y, así, la apatía de los espectadores a los que acaban aburriendo. Y en el tercer episodio de *My Roanoke Nightmare, este formato del típico documental estadounidense en el que las víctimas o testigos de supuestos sucesos los narran entre recreaciones de los mismos con actores que les interpretan, paranormales en este caso como en la serie A Haunting* (Allison Erkelens, de 2005 a la actualidad), funciona a las mil maravillas.
El sangriento detalle infantil que encuentran durante la búsqueda de Flora (Saniyya Sidney), la pequeña hija de Lee Miller (Adina Porter y Angela Bassett), por los bosques que rodean la nueva e infausta residencia de Shelby (Lily Rabe y Sarah Paulson) y Matt Miller (André Holland y Cuba Gooding Jr.) les hiela la sangre a su madre desesperada y a sus inquietos tíos. Pero con lo que se topan después les llena de desconcierto, y si los Polk ya nos olían a la grotesca familia Peacock, personajes de un capítulo memorable de *The X-Files* titulado “Home” (4x02), es entonces cuando su recuerdo nos asalta con fuerza.
Sin embargo, lo que ni los Miller ni nosotros como espectadores somos capaces de esperar es lo que hallan pocos días tras el inicio de la búsqueda, durante la noche en la que los tres y el frenético Mason (Charles Malik Whitfield), ex marido de Lee, iban a descansar. Así que se trata de un hecho sorprendente y agradecido, perfecto para poner en su lugar a cinéfilos que dicen que ellos vuelven cuando el resto van; y sirve para mostrar nuevamente, al menos un momento, la desconfianza y la animadversión que hay entre Lee y Shelby.
Pero, de repente, aparece en la casa el extraño Cricket Marlowe (Leslie Jordan), quizá hermano gemelo del Quentin Fleming de Coven, **un tipo de personaje que ya había encarnado Paulson con su Billie Dean Howard* en Murder House (2011-2012) y en Hotel* (2015-2016), y le demuestra a Lee sus percepciones de médium en esa habitación iluminada a través de unas ventanas que, sin duda, son así para hacer un gratificante guiño a la historia de Amityville, que ya sobrevuela la de esta temporada en general y por pinceladas como la de los omnipresentes cerdos; en una sesión de espiritismo en la que Thomasin White, la Carnicera (Kathy Bates), por fin se prodiga un poco más y, luego, con un secreto del pasado que saca de sus casillas a la Lee entrevistada.
Y, **por fin también, se menciona a la colonia perdida de Roanoke, un asentamiento inglés real que da nombre a la temporada** y que ya había sido utilizado por Stephen King para su guion novelado Storm of the Century (1999). Nos cuentan parte de lo que les ocurrió y cuál es, en verdad, el principal conflicto dramático de la misma. Y la palabra ‘croatoan’, cuyo significado está a la distancia de una búsqueda en Google, se hace recurrente, y ya la usó Violet Harmon (Taissa Farmiga) en Murder House para tratar de espantar a un espíritu, como Cricket.
White, por otro lado, se revela como otro de los poderosos personajes femeninos con algo más que mala uva que acostumbra a brindarnos American Horror Story, quien además declara: “Yo no me arrodillo ante ningún hombre”. No obstante, parece que sí está dispuesta a aceptar tratos si le prometen lo que desea. Y *con el personaje aún sin nombre de Lady Gaga, para no perder sus buenas costumbres de Hotel*, llega la violencia, y el enfrentamiento definitivo entre los Miller. Por supuesto, todavía desconocemos sus motivaciones más allá de provocar el caos, pero nos quedan siete episodios para que nos las expliquen. Aunque quizá sea de ese tipo de seres que, sirva la paráfrasis gothamita, sólo quieren ver el mundo arder**.