Después de la apertura de la primera Apple Store de Latinoamérica en Brasil, una de las zonas del mundo en que la compañia aún no tenia presencia física oficial, que llegó con gran entusiasmo entre los compradores brasileños y latinoamericanos al ver más cerca la oportunidad de comprar los productos de Apple sin tener que recurrir a otros métodos para hacerse con dichos productos con el sobre coste que ello supone, la realidad ha sido bien distinta puesto que, tal como ha podido comprobar el diario LA Times, el iPhone en Brasil es el más caro del mundo.
La especulación en torno al Mundial de Fútbol y a los Juegos Olímpicos está disparando los precios
Si comparamos el precio del último modelo del iPhone de Apple, el iPhone 5S 16GB, podemos comprobar como este tiene un precio de 1,174 dólares en Brasil frente a los $649 dólares o 699€ que cuesta en Estados Unidos y España respectivamente. Son cerca de $525 dólares de diferencia los que tiene que abonar un consumidor en Brasil en la tienda oficial de Apple para hacerse con el modelo básico del iPhone 5S frente al comprador norteamericano o europeo. Esta diferencia nos lleva irremediablemente a la pregunta, ¿Por qué el iPhone en Brasil es el más caro del mundo?
No hay una respuesta fácil a este pregunta puesto que existen muchísimas variables que afectan al precio final de producto que se sirve en el mercado brasileño y desde luego de muchas de esas variables no conoceremos el porcentaje real que repercute en el precio final. No obstante, podemos hacernos una idea aproximada para dar respuesta a la pregunta que titula este post.
Uno de los factores determinantes del encarecimiento de los precios en los productos comercializados en Brasil es el encarecimiento del Real brasileño, que está empujando al alza los precios de los productos básicos -y no tan básicos- que se venden el país latinoamericano. Buena culpa de esta apreciación del Real está motivado por las políticas Europeas -y en la misma medida, las de la Reserva Federal norteamericana- para estimular el Euro mediante préstamos con bajo interés y bajadas en los tipos de interés que indirectamente suponen que la moneda brasileña se aprecie frente al dólar y al euro en torno al 7% desde el 2012, que se traduce como no podía ser de otra forma en una perdida de competitividad de sus exportaciones, a pesar de que actualmente el gobierno brasileño ha impuesto medidas que se están traduciendo en la inversión de esta tendencia.
Hay una gran cantidad de mercados en los que no vendemos nada. Yo veo el vaso medio lleno. Tenemos mucho trabajo que hacer. - Tim Cook.
Un trabajador brasileño necesita 160 horas para comprar un iPhone frente a las 43,5 de un londinense
Además, tenemos que la inflación en Brasil superó el 5% situándose más cerca del 6% con un 5,91%, lo que supone que el precio de los productos se encarezca en esa proporción y como es lógico los recién estrenados productos de Apple en la región no son inmunes a esa subida de los precios.
Todo ello unido a las políticas arancelarias y comerciales de la región que incluyen una tasa del 60% para los productos importados desde Estados Unidos, entre otra multitud de factores, disparan el precio de los productos. Por otro lado, el mercado laboral brasileño en términos de tasa de paro está en un momento histórico, lo que produce que los ciudadanos brasileños aumenten la demanda de productos y servicios que se traducen en un incremento de los precios.
De hecho, según un estudio de UBS, para comprar un iPhone, un ciudadano de Río de Janeiro debe trabajar una media de 160 horas, en comparación de las 43,5 horas de Londres. Pero no solo hay factores macroeconómicos que afectan a encarecimiento de los precios y a la subida de los mismos.
Desde el anuncio de la llegada del Mundial de la FIFA y los Juegos Olímpicos, Brasil vive inmersa en un ola de especulación que está empujando el precio de muchos de los bienes que el consumidor ocasional pueda adquirir, convirtiendo a ciudades como Rio de Janeiro en una de las más caras del mundo y haciendo que comprar un iPhone en Brasil sea un lujo que la mayoría de los ciudadanos no puedan ni plantearse.