Alyssa L. Miller (Flickr)

Migraña e insomnio son dos de las enfermedades más problemáticas para los pacientes que las sufren. La primera está caracterizada por un fuerte dolor de cabeza, que suele ser muy intenso y deja casi "incapacitada" a la persona que lo sufre. El insomnio, aunque puede presentar varios grados, está provocado por determinantes muy variados, que pueden ser en ocasiones el estrés o el consumo de estimulantes como la cafeína.

El origen de estas dos enfermedades ha sido desconocido, pero lo cierto es que provocan grandes problemas de salud, y en muchas ocasiones afectan a nuestra vida diaria o incluso al ejercicio de nuestra profesión. Sufrir insomnio o ataques de migraña suponen episodios muy complicados de manejar en nuestro día a día, por lo que conocer cuáles son sus causas, sería un gran paso para afrontar una cura de estos dos males.

Ahora investigadores de la Universidad de California (Estados Unidos) han identificado una mutación genética en la secuencia que codifica para la proteína caseína quinasa I delta. Este cambio que afectaba a dicha proteína fue detectada en parientes de una misma familia, que tenían antecedentes de una determinada forma de migraña.

Además, comprobaron que muchos miembros de la misma familia presentaban alteraciones en el sueño, de forma que caían dormidos a media tarde (entre las 18:00 y las 20:00 h), y luego se despertaban antes del amanecer. En ambos casos, la proteína afectada seguía siendo la misma, por lo que los científicos estadounidenses pensaron que podría existir una ruta molecular común que estuviera afectada en los casos de migraña e insomnio. Para confirmar su hipótesis, buscaron en bases de datos y comprobaron que en otras familias con trastornos parecidos, también se veía alterada la misma proteína.

Finalmente, con el objetivo de ver si lo que sucedía en los seres humanos podía ser reproducido en modelos animales de laboratorio, los científicos trabajaron con ratones. Para ello, indujeron en estos roedores mutaciones en la misma caseína quinasa, y observaron cómo eran mucho más sensibles a la luz y el ruido (lo que podría relacionarse con que los animales sufrían pequeños dolores de cabeza). Dado que no podemos saber si los ratones presentan o no migraña, sí que analizaron los patrones de su actividad cerebral, y coincidía en parte con los registrados en personas con dolores de cabeza intensos.

Por último, al tratar a estos roedores con medicamentos contra la migraña, sus síntomas parecieron disminuir, por lo que efectivamente esta proteína podría jugar algún papel clave en estos trastornos de migraña e insomnio. Este hallazgo podría ayudar, sin duda, en la búsqueda de nuevos tratamientos contra estos dos problemas de salud.