En Ps, lo más importante es tener un buen punto de partida, el mejor archivo posible. De nada sirve ser un as con este programa si trabajas con una mala cámara. Desde luego nos podemos expresar hasta con la cámara del móvil y con mucho éxito, pero si queremos calidad hay que tener en cuenta el origen.

Hay mil formas de trabajar, pero hay muy pocas con las que se obtenga buenos resultados. Lo primero es hacerse con una buena cámara. Desgraciadamente ya no podemos contar con la comodidad de una compacta para trabajar con garantías. El tamaño del sensor es el que marca las diferencias, y las compactas lo tienen más pequeño. Salvo honrosas opciones (y cada vez más), la única alternativa válida (y económica) es una cámara réflex digital que, además de todas sus virtudes por todos conocidas, monte un sensor grande, por lo menos de tamaño APS-C (aproximadamente la mitad de un clásico negativo de 35 mm). La diferencia entre un tamaño de sensor u otro es como de la noche al día. Un sensor pequeño genera más ruido y una peor definición de los detalles. Además, según vamos aumentando la sensibilidad ISO los resultados van empeorando. Algunas cámaras obtienen un suspenso total con una sensibilidad media, aunque esto último se está superando con los nuevos sensores.

Una cámara de fotos depende de una buena óptica, la mejor posible, dentro del presupuesto del fotógrafo. Muchas veces el objetivo que viene de serie con el cuerpo de cámara no es el mejor (pero necesario para ajustar precios de venta), por lo que interesa comprarlo por separado.

Lo más importante es contar con el formato RAW, que es el único que nos permite acceder a toda la información que es capaz de recoger el sensor. El motivo de tanta insistencia con dicho formato a lo largo de este curso no es otro que poder disponer de todos los datos de la imagen y poder modificarlos a tu antojo y sin perder información, incluso poder recuperar lo que se ha perdido (por ejemplo las altas luces).

Todo parte del siguiente hecho. Los seres humanos percibimos la luz de manera no lineal. Un objeto que recibe el doble de iluminación no lo percibimos el doble de luminoso. Si así fuera, pronto nos quedaríamos ciegos. Sin embargo, el sensor digital, como tal, recibe la luz de manera lineal. Si tenemos un objeto iluminado con una bombilla tendrá la mitad de luz que si estuviera iluminado por dos. Esto significa que en la captura digital tenemos que pensar de distinta manera. Simplemente vemos distinto.

Es difícil de entender, pero vamos a intentarlo. Una cámara réflex de 12 bits es capaz de generar 4096 niveles (212) y distribuirlos a lo largo de seis diafragmas de rango dinámico (por ejemplo), recordad que el paso de un diafragma a otro deja pasar la mitad o el doble de luz que el anterior. Si a la hora de disparar subexponemos un diafragma, ¿cuántos niveles hemos perdido? La mitad, pues tenemos que recordar que cada diafragma deja pasar la mitad de luz. De tal manera que si nos equivocamos en un diafragma, perderemos 2048 niveles de información, y así hasta quedarnos con sólo 64 niveles en el caso de hacer una foto totalmente subexpuesta. Esta forma de ver la luz es reinterpretada, esquilmada y resumida por el software de la cámara para dar lugar a un archivo jpeg. En RAW, podemos hacer esa “distribución de gamma corregida”, o distribución no lineal de manera más precisa y sin perder información.

El formato jpeg sólo admite 8 bits de información, por lo que el error en exposición es mucho más grave. Sólo tiene 256 niveles y equivocarse en un diafragma ya es un desastre en toda regla.

Por todo lo explicado anteriormente conviene que nuestra cámara cuente con compensador de exposición, para poder exponer a las altas luces, “a la derecha”; medición puntual para saber qué se está midiendo exactamente, y poco más. Todos los programas de exposición sobran. Por supuesto debería tener un acceso fácil al histograma, única manera fiable de saber si estamos haciendo las cosas bien.

Resumiendo, la cámara perfecta sería aquella que tuviera un sensor grande, que fuera robusta, con un buen objetivo pesado que no grande (una muy buena señal), que tuviera autoenfoque, medición puntual e histograma para comprobar que todo va bien, y que grabara todo en RAW.

Para terminar, si os habéis fijado, en ningún momento hemos hablado de los millones de píxeles que tendría una cámara ideal, pues esto depende de las necesidades de cada uno. Además el mercado no deja elegir, decide cada tres meses cuántos píxeles necesitamos para nuestras fotos. Lo triste es que la gran mayoría de los fotógrafos podría vivir con tan sólo tres millones de píxeles.

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