Incidentes como el de Chernóbil en 1986, que forma parte de nuestra memoria histórica, o el estallido un conflicto militar en el que se utilicen armas nucleares o munición con uranio empobrecido, son situaciones en los que la población civil o los efectivos militares podrían estar sometidos a dosis letales de radiación. DARPA (Defense Advanced Research Projects Agency), la agencia dependiente del Departamento de Defensa de Estados Unidos que se encarga del desarrollo de proyectos de investigación para su aplicación en el ámbito militar y de la defensa, ha estado financiando una investigación que habría sido capaz de desarrollar un tratamiento que combatiría los efectos nocivos de una exposición a radiación a niveles en los que ésta sería letal para una persona.

El equipo de investigación del programa RaBiD (Radiation Bio-Dosimetry) financiado por DARPA, ha determinado que la combinación de un antibiótico y una proteína funcionan de manera mucho más efectiva en combinación que usadas por separado. Si, por norma general, los médicos utilizan antibióticos para el tratamiento de exposiciones a radiación, añadiendo una proteína BPI (bactericidal/permeability-increasing protein) que se encuentra en el sistema inmunológico, se ha podido comprobar que la tasa de supervivencia de los ratones expuestos a niveles nocivos de radiación ha aumentado en un 80%, incluso cuando el tratamiento comienza un día después de la exposición a la radiación.

El hecho de que este tratamiento pueda ser administrado hasta un día después de la exposición a la radiación es muy importante. Esto es mucho más que los tratamientos existentes que, para ser eficaces, deben ser administrados, como muy tarde, unas horas después a la exposición a la radiación, algo que no siempre es posible sobre todo entre la confusión de un incidente

Teóricamente, el ser humano es mucho más sensible que los ratones a los antibióticos mejorados con la BPI, por tanto, el tratamiento debería funcionar aún mejor en los humanos. Si tenemos en cuenta que se están utilizando compuestos que han sido aprobados por la FDA (puesto que son de uso habitual), la posibilidad de poder utilizar este tratamiento es bastante grande. Además, estos compuestos tienen una vida útil bastante grande por lo que sería viable almacenar un buen número de dosis.

Otro de los fenómenos observados durante la investigación con los ratones es que, gracias al tratamiento, además de mejorar la tasa de supervivencia, se propicia la generación de células sanguíneas mucho más rápido; algo que tiene un impacto muy positivo puesto que disminuye la necesidad de realizar transfusiones a los pacientes.

Una noticia bastante esperanzadora aunque su origen sea una investigación de índole militar.

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