Luego llegan las quejas, las protestas, los gritos al cielo, los dedos acusatorios y las palabras 'piratas', 'destructores de cultura', 'ladrones' y 'movimiento del todo gratis'. Luego llegan los señores encorbatados, las señoras que desayunan ambrosía y meriendan caviar diciendo que se mueren de hambre, las ministras puestas a dedo, los amiguismos remunerados, y otros señores, también encorbatados pero con más gomina en el pelo, retorciéndose las manos nerviosos sin saber qué hacer. Sí, luego llega, pero que nadie diga que nadie se lo advirtió.

Me gustaría hablar de Libranda, todavía me acuerdo de cuando lo presentaron, 'uy, detrás de ese nombre tan feo no puede haber nada bueno', pero en lugar de eso muchos pusimos una sonrisilla complaciente y nos sentamos a esperar para ver si los Defensores de la Cultura, con mayúsculas, sabían hacer bien su trabajo. Después de la presentación hubo que volver a morderse la lengua, aquello no pintaba demasiado bien, y lo único feo no era el nombre. Y ayer llegó al gran público, y ayer muchos se lanzaron a comprar un ebook sólo para probar el invento, y ayer muchos se lanzaron para comprobar de primera mano lo buenísimo que decían que era, y ayer muchos se quedaron con las ganas, cuando se dieron cuenta de que comprar un libro en Libranda es poco menos que una odisea.

Y hoy ha sido cuando la bilis que he ido acumulando todo este tiempo se me salía por la boca que he tenido que sentarme, ponerme algo suave en Spotify para no darme mucha coba y escribir que todo esto me da pena, muchísima pena. Lo siento por ella, pero Libranda es una abominación, un grano gordo y feo que yo creo que no le gusta ni a los señores encorbatados. Es tan gordo y tan feo este grano, para que nos hagamos una idea, que ni siquiera los lectores de ebooks más remilgados, como el Kindle, lo soportan, porque lleva DRM.

Si pones una tienda de ebooks a todo bombo y platillo y lo haces con sólo 1000 y pico libros, ni te molestes. Si además no rebajas apenas el precio con respecto al formato físico teniendo en cuenta de que te ahorras gastos de transporte y distribución, tienes que estar de broma. Si para comprar uno de esos libros, sólo para leer uno de esos libros, por el amor del FSM, tienes que crearte una cuenta de Adobe ID (sic), instalar un programita en el ordenador y configurar las conexiones de red, mal vamos. Me juego la cena a que ni un 25% de la población española sabe hacer eso a la primera, y los que sabemos (yo confieso que no sé si lo hubiese sabido hacer a la primera) es tan sumamente cansino que ni nos molestamos.

Mal vamos, vamos de culo, cuesta abajo y sin frenos. Y como antes me da muchísima pena, porque lo que debería ser un ejemplo para los demás ahora que el mercado de los ebooks empieza a despegar y las editoriales quieren frenar la piratería se convierte en muestra de cómo los que deberían saberlo todo no saben absolutamente nada, de cómo, irónicamente, es mucho más fácil descargar un libro pirateado que comprarlo de manera legal ¿Para qué le ponen DRM si quien quiera piratear el libro lo va a hacer sin mayor problema?. Leía antes en Twitter que parece que lo hacen sólo para demostrar que es imposible vender ebooks, razón no le falta. Yo seré un pirata, pero mis gobernantes y los que intentan frenar la piratería son unos estúpidos.

Recibe cada mañana nuestra newsletter. Una guía para entender lo que importa en relación con la tecnología, la ciencia y la cultura digital.

Procesando...
¡Listo! Ya estás suscrito

También en Hipertextual: