Los magnicidios suelen ser un suceso histórico destinado, por necesidad, a cambiar la historia del mundo. Por cada figura política o real que es asesinada, lo más probable es que su legado a futuro, termine empañado por la violencia que rodeó a su muerte. O lo que es peor, los secretos y posibles teorías conspirativas que pueden envolver al suceso. Es el caso de la muerte del presidente Abraham Lincoln, una tragedia que cambió a la sociedad y cultura norteamericana en una época especialmente volátil. Pero que además, se convirtió, incluso a siglos de distancia, en una obsesión pública. 

Un punto que Manhunt: la caza del asesino, destaca desde sus primeros capítulos. La serie de Apple TV+, basada en el libro Manhunt: The 12-Day Chase for Lincoln’s Killer de James L. Swanson va más allá de la muerte del reconocido personaje político. De hecho, todo el interés del argumento está basado en desgranar dos puntos de vista poco comunes del violento suceso. El primero, el motivo del asesino y su estado mental. Al otro, cómo ambas cosas, condujeron a su captura y muerte. Lo que convierte a la trama, en algo más parecido a un true crimen que a un análisis histórico sobre un hecho mayor.

Pero además de ese original punto de vista, Manhunt: la caza del asesino tiene la suficiente habilidad para no caer en la trampa de repasar un suceso histórico desde el mismo punto de vista que otras producciones parecidas. Lo que la hace más interesante y con más puntos qué analizar de lo que podría suponerse. Para demostrarlo, te dejamos tres razones por las cuales deberías ver este procedimental enmarcado en el drama histórico, que evita los clichés y cuenta un evento conocido desde una óptica por completo nueva.

Una dimensión nueva acerca de un magnicidio polémico

La serie profundiza en uno de los momentos históricos más significativos de Norteamérica con mucha más amplitud que otras producciones parecidas. También, haciendo énfasis en elementos que convierten a la muerte de Abraham Lincoln en una serie de factores perturbadores acerca de la sociedad del país por la época. Eso le aleja de volver a mostrar sus consecuencias o reflexionar de sus implicaciones a futuro. El guion de Monica Beletsky, Tim Brittain, Matthew Ross Fennell y Jan Oxenberg está más interesado en lo que rodea al asesino. John Wilkes Booth (Anthony Boyle), emerge de la historia como un hombre con retorcidos ideales de justicia. Lo que le llevó a creer llevaba a cabo una labor justiciera. La producción toma lo anterior, para profundizar en cómo el criminal, estaba convencido de que matar al presidente, reivindicaba a la fracasada Confederación. 

Pero además, el argumento evita clichés al mostrar un hecho criminal, al mostrar a Booth como algo más que un hombre llevado por la obsesión. Manhunt: la caza del asesino, explora en las múltiples dimensiones de la violencia en el ámbito político y cultural. Lo que lleva a tomar un sesgo curioso y casi tenebroso. Dejar claro que la muerte de Lincoln es mucho más la confluencia de presiones en todos los espacios de poder que un hecho fortuito. Gracias a lo cual, establece incluso una línea de eventos que podrían explicar la agresiva visión de la influencia y el control de la actualidad. 

Dos puntos de vista sobre el mal

Los primeros capítulos de la serie, dedican tiempo e interés a mostrar todo lo que llevó a Booth a la noche fatídica del 15 de abril de 1865. Lo que incluye la efervescencia que rodeó al fin de la Guerra Civil estadounidense. El personaje decide pertenecer al complot que desembocaría en el magnicidio luego del triunfo de Lincoln, encarnado por Hamish Linklater. Por lo que el homicidio, no se muestra como una consecuencia a un hecho total. En lugar de eso, se plantea a la manera de una ciega búsqueda de venganza personal por parte del criminal. Por lo que, el enfoque convierte a lo sucedido en el impulso de un solo hombre que tuvo consecuencias colectivas.

La trama, que se desarrolla dentro de un cuidado apartado histórico, intenta combinar entonces dos puntos de vista. A un extremo, cómo la policía de la época, comenzó la búsqueda del criminal y todo lo que ocurrió una vez que el presidente fue herido. Al otro extremo, todo lo que rodeó al incidente, lo que incluye una interesante exploración al entorno de la víctima. En una peculiar decisión del argumento, se profundiza en la historia de Lincoln a través de cada persona (políticamente influyente o no), que formó parte de sus últimas horas. Lo que brinda a la serie, la capacidad de reconstruir una faceta familiar y privada del hombre destinado a morir a manos de un criminal desalmado.

Por supuesto, Manhunt: la caza del asesino lleva el peso de cualquier evento que forma parte de la historia universal. La serie debe tomar decisiones para hacer menos obvio — y melodramático — llegar a la muerte de uno de sus protagonistas. Cuando lo logra, el argumento alcanza sus mejores momentos. Lo que, además, brinda a la trama la oportunidad de profundizar en la vida del vicepresidente Andrew Johnson (Glenn Morshower). Como la de Lincoln, su vida también corría peligro por el complot. Lo mismo que la del secretario de Estado, William H. Seward (Larry Pine).

La serie intenta, en sus primeros episodios, jugar con la idea que los descuidos de uno y las omisiones en su deber del otro, provocaron la tragedia. Manhunt: la caza del asesino evita ser impredecible, cuando es obvio hacia dónde conduce la trama. Algo que logra al explorar tanto en la compleja psicología de sus personajes, como lo que estaba ocurriendo en Norteamérica para el momento del crimen. Lo hace, no como una crónica de eventos, sino como las causas al subtexto de un evento impactante que arrasó con las convicciones de la sociedad estadounidense de por entonces.

Un apartado histórico detallado

La producción, de hecho, utiliza la historia para armar su hipótesis sobre los motivos del asesino para matar y luego, huir a un lugar en el que sería capturado casi de inmediato. El recorrido de Booth de Washington D.C. hasta Richmond (Virginia) es más una serie de equivocaciones que una historia sólida. La trama lo analiza y deja claro que el magnicida, fue más un criminal solitario que la cabeza visible de una conspiración. Una tesis que echa por tierra las teorías sobre un complot que incluyo de figuras de poder en el gobierno, como ciudadanos de renombre,

Algo que se agradece de la serie, es el detalle histórico de su puesta en escena. Los directores de fotografía Robert Humphreys y Trevor Forrest, cuidan la ambientación y la utilizan como un telón de fondo que, también, cuenta sobre los personajes. Del lujo presidencial a la frugalidad árida en la que malvive Booth. La serie busca poner de relieve las diferencias entre ambos y cómo influye eso en la decisión de este último de matar. Pero la producción no tiene la suficiente habilidad para que toda la premisa sea compacta o al menos, conduzca a una conclusión satisfactoria. 

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