En varias de las mejores escenas de Mundo Extraño, el color lo es todo. El director Don Hall parece haber apostado a crear un estrato de la realidad a través de los estímulos. Ya sean visuales, de movimiento o de sonido. Las escenas de la película se sostiene sobre una vitalidad en ocasiones irritante.

Una forma extraordinaria de definir un tipo de realidad por completo desconocida. Las grandes variaciones cromáticas se extienden de un lado a otro, hasta enlazar la idea de lo tangible como una idea que se transforma con rapidez. Pero que también corre el riesgo de resultar excesiva e incluso desagradable en sus puntos más osados. 

Para Mundo Extraño, la gran aventura transcurre justo en esa conciencia de que nada de lo que rodea a los personajes es reconocible. Mucho menos, comprensible a primera vista. Una gran aventura inmersiva, sensorial e intelectual que anuncia descubrimientos igual de portentosos. 

Solo que la película no logra remontar esa línea muy específica sobre lo que espera más allá de lo inexplicable. En realidad, uno de los mayores problemas de Mundo Extraño es mezclar el sentido de la aventura con el de los grandes descubrimientos. En especial, cuando todos sus personajes tienen objetivos distintos para emprender el gran viaje de sus vidas.

Mundo Extraño

Mundo Extraño es más ambiciosa que efectiva y mucho más estrafalaria que profunda. La combinación termina por mostrar un escenario en el que la sobreexposición de recursos visuales importa más que el mensaje. Incluso con una familia interracial y un personaje gay, la película carece de reflexión sobre los grandes temas que propone. Con sus referencias evidentes a Fantastic Voyage de Richard Fleischer y elementos de la ciencia ficción de los años cincuenta, el paisaje cinematográfico es conmovedor. Pero se echa de menos mayor cuidado a la hora de narrar una historia que, al fin y al cabo, transcurre en un escenario familiar.

Puntuación: 3.5 de 5.

El legado familiar de Mundo Extraño

A mitad de camino entre una épica ecológica y su vinculación con el autodescubrimiento, Mundo Extraño intenta explorar el ideal. Al menos, la forma en que el amor fraterno y los inevitables legados familiares conducen a una percepción más profunda de la identidad. ¿Quiénes soy? Se preguntan con frecuencia los miembros del clan Clade, aventureros por excelencia. 

Lo hacen mientras permanecen en Avalonia como custodios de una herencia que les excede y les define. Al fin y al cabo, este enclave extraordinario bordeado de una cadena montañosa es un tránsito hacia la historia familiar. Este valle radiante ha sido el hogar de generaciones de los Clane. También de todas las formas en que la familia se ha hecho preguntas sobre su deber con el mundo.

Para cada miembro, ser un héroe — o esperar serlo — es una aventura en proceso. Una que se une — para bien o para mal — a la forma en que se les comprende. Tanto como para que el suceso central que brinda pie al trayecto de la historia sea, justamente, una forma de encontrar lo extraordinario en mitad de lo común.

Érase una vez un explorador perdido

Jeager Clade (con el talento vocal de Dennis Quaid) es un héroe. Lo fue, en todo caso, antes de desaparecer en misteriosas circunstancias y dejar a Avalonia sin protección. De modo que su figura se convierte en una idea de considerable valor para todos sus habitantes y un misterio para su hijo Searcher (Jake Gyllenhaal). 

¿Qué ocurrió con el augusto patriarca familiar? ¿Se trata de otro enigma por descubrir en la larga lista de logros de los Clade? Por extraño que parezca, el argumento de Mundo Extraño solo asume la desaparición como un hecho con el cual cada miembro debe lidiar.

En especial, su hijo, que de alguna manera mira al padre como ideal y lo que se supone debería ser. “A veces es como perseguir una sombra”, se queja en voz baja Searcher, para el que Jeager es una percepción que tiene acerca de sí mismo y su familia.

Mundo Extraño

Mundo Extraño y sus propuestas fallidas

Pero Seacher asume que su deber en el mundo es más importante que el recuerdo con el que debe cargar. Como inventor destacado, termina por encontrar una planta capaz de convertir a Avalonia en un mundo asombroso. Pando es una sustancia a mitad de lo místico y lo inexplicable, que tiene la capacidad de ser lo suficiente dúctil para ser universalmente útil. Por lo que Seacher explora todas sus posibilidades.

Claro está, el pueblo se beneficia de su prolífica imaginación. Muy pronto, el paraje se transforma en una especie de oasis en el que todo es posible y, mucho más, todo se encuentra en los límites de lo formidable. Buena parte de Mundo Extraño hace un hincapié más que notorio en la necesidad de demostrar el propio valor como meta personalísima.

Un punto complicado en un clan como el de los Clade. ¿Cómo destacar en una herencia familiar complicada? Ya sea a través de grandes logros (como los del ausente Jeager) o de la dedicación y el esfuerzo. La premisa de Mundo Extraño tiene una considerable necesidad de profundizar en la noción del triunfo. Incluso Ethan (Jaboukie Young-White), que intenta entender su vida a través del amor — no correspondido en apariencia — que siente por otro chico. La noción sobre la identidad atraviesa lugares de interés — los logros, la esperanza, la orientación sexual — sin que el guion se detenga en ninguno de ellos.

Mundo Extraño

El guion de Mundo Extraño tiene verdaderos problemas para ensamblar la idea de la reafirmación dentro de un relato más amplio sobre los motivos para correr aventuras. Como si la premisa no pudiera vincular dos puntos esenciales en su relato, su versión acerca del esfuerzo por la reafirmación es confusa. En la mejor de las ocasiones, trillada y predecible. Mucho más cuando buena parte de su interés reside en cómo se comprende la familia Clade entre sí. Un punto que termina por ser menos importante de lo que la primera parte de la película insinuó.

Disney en la forma, pero no en el fondo

Pero cuando las plantaciones de Pando comienza a marchitarse, Searcher y el resto de su familia deberán tomar la gran aventura para salva a Avalonia. Se trata de un giro de argumento que resulta superficial y, sobre todo, sustentado en las prisas del guion por justificar su centro narrativo. Los Clade son aventureros y su destino está en atravesar el mundo. Ya sea descubrirlo, comprenderlo o, como en este caso, salvarlo. 

Para su segundo tramo, es evidente que Mundo Extraño está más enfocada en adentrarse en lo maravilloso que en lo más complejo de su historia. Después de todo, la idea es modelar la narración a un plano inexplorado de la realidad que visualmente deslumbra. Mucho más en la medida en que se enlaza con la percepción de las grandes gestas y los triunfos a largo plazo. Mundo Extraño despliega todo el talento de Disney para desvelar un tipo de realidad paralela en la que el origen de Pando cobra sentido. Pero también es un escenario en que los Clade pueden dirimir todos sus conflictos. 

Sin embargo, la historia no tiene profundidad, belleza ni ingenio para enlazar todos los temas que desea mostrar. Mucho menos en medio de su extraño paraje visual, vinculado de formas singulares a un estrato en apariencia más profundo de Mundo Extraño. Entre el despliegue de colores, formas y criaturas inexplicables, la gesta de los Clade termina por parecer deslucida. Mucho más cuando el guion decae en sus momentos más emocionales para dar paso a un trayecto a través de este mundo subterráneo en que todo es posible.

Mundo Extraño

Mundo Extraño, buenas intenciones sin mayor profundidad

Al final, Mundo Extraño es más ambiciosa que efectiva y, en especial, mucho más estrafalaria que profunda. La combinación termina por mostrar un escenario en que la sobreexposición de recursos visuales importa más que el mensaje. Incluso con una familia interracial y un personaje gay, la película carece de reflexión sobre los grandes temas que propone

Con sus referencias evidentes a Fantastic Voyage, de Richard Fleischer, y elementos de la ciencia ficción de los años cincuenta, el paisaje cinematográfico es conmovedor. Pero se echa de menos mayor cuidado a la hora de narrar una historia que, al fin y al cabo, transcurre en un escenario familiar.

Mucho más, en medio de un espacio en que la realidad nace de la inspiración visual de muchas fuentes distintas. Para sus últimas secuencias, descubierto el gran secreto de un mundo por explorar y con la familia Clade reunida, Mundo Extraño parece curiosamente incompleta. Quizás, el mayor problema de un recorrido delirante por espacios desconocidos en que la emoción podría ser considerada un vínculo con sus mayores misterios.

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