Cualquier noticia que incluya las palabras “desaparición” y “cáncer” en una sola frase es una buena noticia. Por eso, los resultados de un pequeño ensayo clínico realizado recientemente en Estados Unidos suponen una agradable ola de esperanza. En él han participado doce pacientes con cáncer de recto. Recibieron un fármaco de inmunoterapia que ya se usaba previamente en otros tumores, como el de endometrio, pero nunca se había usado con este. Y lo mejor es que todos y cada uno de ellos vieron cómo su cáncer desapareció tras el tratamiento.

Seis meses después, no había ni rastro de sus tumores ni en resonancias magnéticas, ni en tomografías PET, ni en endoscopias. Tampoco en las biopsias que se les tomaron. Aparentemente, gracias a este tratamiento el cáncer había desaparecido.

Los resultados del ensayo clínico se han descrito con gran optimismo en un estudio publicado en el New England Journal of Medicine. No obstante, incluso con esos datos positivos en la mano, sus autores recuerdan que se debe mantener la cautela. Por un lado porque el número de participantes ha sido muy reducido y por otro porque, aun habiendo pasado seis meses, todavía es pronto. No se puede descartar que con el tiempo el cáncer reaparezca. Aun así, es una gran noticia que les brinda un magnífico hilo del que seguir tirando, añadiendo más participantes y completando el resto de fases de los ensayos clínicos.

Silencio en los puntos de control

El fármaco en cuestión se llama dostarlimab, aunque se comercializa como Jemperli. Es un medicamento de inmunoterapia, de los conocidos como inhibidores de checkpoint

Estos checkpoint o puntos de control son partes del sistema inmunitario dedicadas a que este no se desmadre y ataque lo que no debe. Básicamente consisten en un grupo de proteínas que se encuentran unidas a los linfocitos T, unas células del sistema inmunitario que intervienen de diferentes maneras en el ataque a agentes extraños. Estas proteínas unidas a ellos reconocen a otras proteínas presentes en las células del organismo. Si se reconocen entre sí, se envía una señal que apaga al linfocito T, indicándole que no debe atacar a esa célula. 

En los puntos de control se evita que el sistema inmunitario ataque a células del propio organismo y esto es algo de lo que se 'aprovechan' las células tumorales

Hasta aquí todo bien. El problema es que las células tumorales también tienen esas proteínas. Es más, son capaces de sobreestimular esos puntos de control, de modo que el sistema inmunitario no ataque al tumor y este pueda seguir proliferando sin problemas. Por ese motivo, muchos tratamientos contra el cáncer se centran en inhibir esos puntos de control, de manera que sea el propio sistema inmunitario del paciente el que se encargue de acabar con el tumor. 

Jemperli, fabricado por la compañía farmacéutica GlaxoSmithKline, es uno de los medicamentos que actúan de este modo. Se había probado con anterioridad con el cáncer de endometrio, con buenos resultados. Pero hasta ahora no se había probado con el cáncer de recto. Ahora, gracias a este pequeño ensayo clínico, sabemos que era un buen candidato. 

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¿Por qué el cáncer de recto?

La zona en la que se encuentran los tumores de recto propicia un abanico muy amplio de efectos secundarios derivados de la quimioterapia y la radioterapia. Estos van desde problemas digestivos hasta incontinencia, infertilidad y disfunciones sexuales.

Por ese motivo, se pensó que podría ser útil recurrir a un tratamiento basado en la inmunoterapia, como este inhibidor del chekpoint. Para comprobarlo, en el Memorial Sloan Kettering Cancer Center (MSK) de Nueva York se puso en marcha un ensayo clínico en el que han participado inicialmente doce personas con cáncer de recto. Como factor común, todos ellos tenían tumores con la mutación MMRd, que se caracteriza por una sensibilidad más baja a la quimioterapia y la radioterapia. Normalmente la cirugía suele ser su única opción y con ella no siempre se logra extirpar los tumores por completo.

Todos los pacientes tenían una misma mutación que hacía su cáncer más sensible a inmunoterapia 

Pero también tienen una parte positiva y es que son más sensibles a la inmunoterapia. Por eso, era esperable que Jemperli fuese eficaz. Lo que no estaba claro es que pudiese ser tan sumamente efectivo. Y es que tras seis meses no quedaba ni rastro del tumor en ninguno de ellos. Además, apenas tuvieron efectos secundarios y los pocos que se reportaron fueron muy leves.

Esta es la fase II del ensayo clínico, por lo que aún es pronto para lanzar las campanas al vuelo. Se espera que en las siguientes fases se inscriban al menos 30 personas. Sería ideal ir aún más allá. Y, por supuesto, también habría qué comprobar la eficacia del tratamiento en personas con cáncer de recto sin la mutación MMRd. Todos estos son los motivos para la cautela de los que hablábamos al principio. Pero también hay motivos para la esperanza. Muchos, de hecho. Por eso, podemos decir innegablemente que lo que estos científicos acaban de publicar es una grandísima noticia. 

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