Mientras la Ciudad de México atraviesa una grave crisis ambiental, los beneficios del ciclismo urbano hacen que este medio de transporte sea una alternativa para algunas personas, incluso cuando la planeación de la ciudad se ha hecho principalmente para automóviles.

El gobierno de la ciudad ha hecho esfuerzos por promover el uso de la bicicleta. El más mediático y relevante aún está por venir en septiembre cuando una de las pruebas del Tour de France se lleve a cabo en la capital de México.

Entre otras medidas se encuentra la implementación del programa Ecobici, una red de bicicletas prestadas cuya anualidad cuesta 400 pesos (cerca de 20 dólares). Actualmente tiene 200.000 suscriptores, pero por ahora la red sólo está presente en las delegaciones Cuauhtémoc, Benito Juárez y Miguel Hidalgo.

Además de las biciescuelas, un programa del gobierno que le enseña a las personas a andar en bicicleta, a conocer su derechos y obligaciones como ciclistas urbanos, así como darle mantenimiento y reparación básica a una bicicleta. Y el Paseo ciclista, una iniciativa que cierra los domingos vialidades importantes como el Paseo de la Reforma de ocho de la mañana a dos de la tarde para el uso exclusivo de bicicletas, patinetas o patines. Los domingos de final de mes se cierran 32 kilómetros de vías para hacer el “paseo largo.”

Ser ciclista urbano es un deporte de alto riesgo

Pese a los esfuerzos del gobierno por visibilizar al grupo de la población que usa la bicicleta, la realidad es que ser ciclista urbano es un deporte de alto riesgo.

El año pasado 21 ciclistas murieron arrollados, dentro de esa cifra, Montserrat Paredes, quien murió arrollada por un camión en Paseo de la Reforma. El vídeo que documentó el accidente se hizo muy popular en las redes sociales.

La ciudad de los autos

Las cifras oficiales dicen que en la ciudad circulan más de 5 millones de automóviles.

Apenas el 2.5% de todos los viajes que se realizan en la Ciudad de México se hacen en bicicleta, según estima Agustín Martínez, director y fundador de la organización Bicitekas.

La infraestructura de las áreas conurbadas de México en general está pensada para los autos: 86 por ciento del presupuesto nacional asignado para movilidad se usa en ello, el resto del dinero es para todas las demás formas de transporte (peatones, transporte público y ciclistas).

En la Ciudad de México no es ninguna exageración decir que los coches se están comiendo la ciudad, los nuevos desarrollos construyen cada vez más espacio para estacionarlos.

La dominación de los automóviles hace que no siempre exista una relación amable entre ciclistas y automovilistas.

Gerardo Magaña, automovilista y ciclista los jueves, día que su coche no circula debido al programa Hoy No Circula, asegura que el principal problema es la falta de empatía:

La poca o nula cultura de nosotros los conductores, ya que al únicamente ser conductor no tienes plena conciencia de todas las malas decisiones que tomamos al usar nuestros vehículos, ya que el "pararnos momentaneamente" en un lugar le afecta a los ciclistas que se tienen que abrir a otro carril para seguir avanzando.

Aunque existe un reglamento de tránsito que regula a los transportes, no todo el mundo lo acata al pie de la letra...

Para el director de Bicitekas el principal obstáculo para el ciclismo en la ciudad está en “la infraestructura y la cultura.” Por un lado, la ciudad de los automóviles cuenta con algunas ciclovías, pero no están conectadas.

Por el lado de la cultura vial, conseguir una licencia de manejo es bastante sencillo. Como índica Martínez: “no hay ningún tipo de examen para obtenerla, sólo la compras.” Aunque existe un reglamento de tránsito que regula a los transportes, no todo el mundo lo acata al pie de la letra... ni siquiera los ciclistas.

Es bastante común ver a ciclistas circular en sentido contrario, sobre las banquetas sin chaleco o casco, pese a que el reglamento y el Manual del Ciclista Urbano sugieren su uso. Lo anterior no ayuda a la imagen ciclista. De acuerdo con el Martínez “los ciclistas son el reflejo de la falta de cultura vial”, de la falta de infraestructura urbana que obliga a "un comportamiento anómalo" y la impunidad que permea en todo el sistema de tránsito.

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