Revelar una foto no siempre ha sido igual. En la era de la fotografía química se jugaba tanto con los tiempos para el revelado, como con la duración que el papel sensible permanecía expuesto en el positivado. Ahora el proceso es algo más sencillo, y nos permite realizar modificaciones que antes eran difíciles de imaginar, o al menos más complicadas de llevar a cabo.
El doble revelado es una de esas técnicas, la cual nos permitirá alcanzar nuevos niveles de edición en nuestra imagen. No debemos confundirlo con la doble exposición, que consiste en superponer una fotografía encima de otra con, el anteriormente empleado, método de no pasar el carrete tras imprimir una foto en un negativo.
Así, el doble revelado se refiere a otra cosa. Aunque para conseguirlo también debemos tener en cuenta ciertos aspectos antes de lanzar nuestra foto, realmente se trata de algo que podremos conseguir con la edición.
A grandes rasgos, podemos decir que el doble revelado se basa en duplicar una misma imagen y aplicar diferentes formas de edición sobre éstas. La manera de modificarlas estará motivada por el tipo de fotografía y lo que queramos conseguir.
Posteriormente, esas dos imágenes son unidas en una sola. Un proceso que es similar al de un HDR, pero que se diferencia en que no se aplica a toda la foto, sino a una parte de ésta.
¿Para qué puede servir?
Los usos son múltiples, y muchos fotógrafos usan la doble exposición, sobre todo cuando se pretende conseguir una imagen donde la iluminación de cada elemento se encuentre totalmente controlada.
Útil para conseguir una buena instantánea incluso cuando las condiciones de luz resultan adversas
Además, la doble exposición puede ser una técnica muy útil para conseguir una buena instantánea incluso cuando las condiciones de luz resultan adversas. Es decir, aquellas situaciones en las que no podemos exponer adecuadamente debido a las diferencias de luces.
En una escena contrastada tenemos un problema si exponemos a las sombras, y es que las altas luces van a terminar siendo quemadas. Sin embargo, si exponemos al punto más luminoso las sombras serán muy negras, algo que en ocasiones es casi imposible de recuperar, o que crea mucho ruido.
No obstante, una de las opciones que podemos tener es la de tomar dos fotos de la escena, una expuesta para las luces y otra para las sombras. Más tarde, esas dos imágenes podrán ser reveladas por separado y unidas en una sola. También se puede usar una sola foto para ello, duplicando la original y editándolas por separado, pero si lo hacemos en el momento de la toma los resultados serán más óptimos.
Por otro lado, también puede ser útil cuando queremos eliminar un objeto de la imagen. Cuando, por ejemplo, pretendemos sacar un paisaje y un poste telefónico nos estropea el encuadre.
Cómo hacerlo
Como ya hemos mencionado con anterioridad, lo adecuado sería que en el momento de la toma ajustásemos la exposición a las diferentes zonas. Así, antes de hacer la foto ya deberíamos pensar en cómo la editaremos. Sin embargo, esto no siempre es posible, y tendremos que utilizar un mismo archivo para aplicar los revelados.
El proceso para realizarlo puede variar en función del software y el método que empleemos. En este caso utilizaremos Photoshop, con uno de los procedimientos que, a mi parecer, es de los más sencillos.
Para empezar, lo idóneo sería que ese archivo fuese en formato RAW, ya que solo así podremos sacar la máxima información posible, tanto de las zonas más luminosas como de aquellas más oscuras.
A continuación, solo tendremos que importar ese archivo a Photoshop y, usando un software como Camera Raw o Lightroom, realizar el relevado deseado para una zona de nuestra imagen. Por ejemplo, tenemos que editar pensando en cómo queremos que queden las sombras sin tener en cuenta qué es lo que ocurren con las altas luces, no importa quemarlas.
El siguiente paso sería importar la otra foto (o la misma), pero esta vez haciendo lo contrario que con la primera instantánea. Es decir, editarla teniendo en cuenta la parte que hemos obviado anteriormente.
Lo único que tenemos que hacer luego es colocar ambas fotos en un solo documento de Photoshop. Además, si son distintas tomas podemos emplear la función de “Edición – Alinear automáticamente” para asegurarnos de que éstas se corresponden en su encuadre.
Por último, ya solo quedaría crear una máscara de capa sobre la capa superior del panel, algo que nos permitirá usar el pincel (color negro = deja ver la inferior, blanco = borra) para combinar ambas fotografías. Eso sí, debemos tener cuidado con los trazos y jugar con la opacidad para que no nos quede un producto demasiado artificial.