Nadie duda de que la segunda guerra mundial es uno de los períodos más oscuros de la historia de la humanidad. Más o menos, todos conocemos la historia de cómo las Fuerzas Aliadas derrotaron a las fuerzas del Eje y acabó con un conflicto que se extendió durante casi seis años y causó más de 60 millones de bajas, entre civiles y militares. Sin embargo, no todos los detalles están tan claros para todo el mundo, y hoy en Hipertextual queremos arrojar un poco de luz sobre la Operación Bagration, una operación militar soviética decisiva para el final de la guerra llevada a cabo durante el verano de 1944 y que, por desgracia, ha quedado parcialmente enterrada en las páginas de la historia.
Antecedentes
Pero antes de llegar al inicio de la Operación Bagration, debemos establecer ciertos hechos que ocurrieron antes y que apoyarán la importancia de dicha operación. Estamos en los inicios de 1944 y, tras el desembarco de tropas norteamericanas por el sur de Italia, y el ejército soviético recuperando el terreno perdido en la invasión nazi de la Operación Barbarroja y detenida en la batalla de Stalingrado, Stalin demandaba a Roosevelt y Churchill la apertura de un tercer frente para dividir aún más a las fuerzas alemanas y terminar con la guerra lo antes posible.
Este tercer frente se abre el 6 de junio de 1944, el archiconocido Día D, y retratado en numerosas películas bélicas. Sin embargo, tras el Día D, el éxito de la Operación Overlord (nombre en clave para el Desembarco de Normandía) estaba aún por ver, y de hecho, la invasión de Europa desde el norte de Francia no fue considerada un éxito hasta que la Bolsa de Falaise fue cerrada, con la consecuente liberación de París a finales de agosto (dos meses y medio después). Los nazis estaban heridos, pero aún no estaban acabados, y sí conseguían rechazar la invasión conjunta de norteamericanos, canadienses y británicos, la guerra podría alagarse uno o dos años más, algo que el pueblo soviético podía permitirse.
Los soviéticos sabían esto, así como la fecha del Día D, por lo que la Operación Bagration se empezó a planificar en la primavera de 1944, y a mediados de abril ya había un plan completado para ser ejecutado poco tiempo después de la apertura del tercer frente. Stalin, que también decidió el nombre de la operación en sí en honor al general Piotr Bagratión (que murió en la Batalla de Borodinó haciendo frente al ejército napoleónico), decidió que sería iniciada el 22 de junio, justamente tres años después de la invasión nazi en territorio soviético con la Operación Barbarroja, y quería que estuviera cargada de simbolismo. Finalmente Bagration tuvo que ser retrasada un día más hasta ser iniciada, el 23 de junio de 1944.
La maskirovka y la ofensiva
Esta operación, que se extendió del 23 de junio al 19 de agosto, destaca por dos cosas: la primera, por la gran cantidad de terreno recuperado en un tiempo relativamente corto, así como el importante golpe a la moral del ejército alemán. La segunda, porque Bagration se inició con un brillante engaño desde el punto de vista militar, desinformando completamente al ejército nazi. ¿La razón? Lo primero de todo es que hemos de tener en cuenta que el ejército ruso contaba con más de 2 millones de soldados, cerca de tres mil tanques, más de cinco mil aviones y el apoyo adicional de casi ochenta mil soldados del ejército polaco. Por lo tanto, ya nos encontramos el primer problema: movimiento de tropa. Fueran dónde fueran, en este caso hacia el centro de Bielorrusia (dónde comenzaría Bagration), había altas probabilidades de que equipos de reconocimiento nazis pudieran avisar de su posición.
La solución fue una maskirovka ("camuflaje" o "ocultación" en ruso) a un nivel nunca visto, con camiones de transporte vacíos dirigiéndose hacía el noroeste de Ucrania así como unidades testimoniales de blindados en el norte de Ucrania para que las tropas nazis se dirigieran a defender esa zona, ya que el Alto Mando Alemán sabía con toda seguridad que el Ejército Rojo intentaría a invasión hacía el Oeste. Lo que no sabían era por dónde comenzaría. Mientras, un goteo lento pero constante de camiones cargados de tropas, que conducía de noche con las luces apagadas para no llamar la atención de los aviones de la Luftwaffe se dirigía hacía la zona central de Bielorrusia.
De hecho, la Stavka (Alto Mando militar soviético) transmitió órdenes de despliegue con muchísima anticipación, exigiendo que los estados mayores de cada Ejército soviético emitieran solo órdenes verbales (y nunca escritas) y evitando todo uso de radios o aparatos de telecomunicación. A pesar de su superioridad numérica, los grupos de combate nazis habían demostrado su dureza en combate, y la sorpresa era fundamental para el Ejército Rojo si querían una operación lo más limpia posible y con el menor número de bajas posible. El engaño se había logrado. Ahora tocaba la invasión.
Aunque hubo fuerzas de invasión tanto en el norte de Europa (Estonia, Letonia y Lituania), como en la zona norte de Ucrania (donde se había efectuado la maskirovka) con la Ofensiva Lvov-Sandomierz, éstas sólo sirvieron para apoyar los flancos del grueso del Ejército Rojo, que se concentraba en el centro de Bielorrusia, y dónde posteriormente se recuperó la mayor parte de terreno perdido tres años atrás. Por tanto, en este artículo nos centraremos en esta última zona, dado que fue la zona de mayor importancia durante el transcurso de Bagration.
El ejército alemán contaba en esa zona central con 800 mil efectivos, los cuales la mitad eran voluntarios y no combatientes, y se iban a enfrentar a 1200000 soldados soviéticos, hambrientos de venganza tras ver como los alemanes habían sacrificado sistemáticamente su tierra y a su pueblo durante el transcurso de la guerra. Esta superioridad numérica tan aplastante, unido al éxito de la maskarova, se tradujo en un rápido avance del Ejército Rojo a lo largo de toda la operación, a pesar de utilizar tácticas no demasiado avanzadas.
Dichas tácticas se basaban en ataques sobre un punto específico del frente alemán, aplicando allí la superioridad numérica hasta que el resto de unidades alemanas del frente se viera presionado a enviar refuerzos urgentes al punto amenazado de forma sucesiva, lo que conllevaba a un debilitamiento sistemático de la línea de defensa alemana. Hemos de ser claros en este aspecto: esto sólo podía conseguirlo el Ejército Rojo debido a su enorme ejército, lo que causaba a su vez un elevado número de bajas, bajas que quizás no se hubieran producido de contar con mejor equipamiento y mejores tácticas.
La cuestión era que la táctica soviética funcionaba, haciendo que importantes bastiones de los alemanes como Babruisk y Minsk cayeran mediante un rodeo y apresando a numerosos soldados alemanes. Los alemanes lo único que pudieron hacer durante estos dos meses y medio de combate era retroceder y ejecutar algún que otro temerario contraataque para que abrir una ventana y que tropas cercadas pudieran replegarse y volver a casa, a la espera de la marea roja que se acercaba inexorablemente hacía Berlín.
Conclusiones
La Operación Bagration supuso uno de los golpes más decisivos durante la segunda guerra mundial, y el Ejército Rojo hizo bien en presionar justamente después del Día D, ya que la transferencia de unidades alemanas para defender Francia de los aliados ayudó a que la línea de defensa alemana fuera aún más precaria de lo que ya era en un principio, desgastada por la larga guerra. Siendo más concretos, en numerosos puntos de la línea de combate a lo largo de la Operación Bagration los soviéticos contaron con una superioridad númerica de 10 contra 1 en tanques, y de 7 a 1 en aviones sobre los alemanes.
Durante toda la guerra, el ejército soviético fue el que sufrió más bajas, y Bagration no fue una excepción.
De hecho, la Operación Bagration había tenido tanto éxito que se detuvo únicamente porque las líneas de suministro soviéticas comenzaron a correr riesgo de sobreextensión y el Alto Mando soviético no garantizaba el suministro. Sin embargo, Bagration causó numerosas bajas tanto para los soviéticos, con 150 mil muertos y 110 mil heridos, como para los alemanes, con 420 mil bajas entre muertos, heridos y prisioneros de guerra, el equivalente de todo lo perdido por el Tercer Reich en Stalingrado y Normandía a la vez.
No obstante, en términos militares, resultó en una victoria aplastante para los soviéticos, recuperando prácticamente todas las áreas controladas por la URSS antes de la invasión alemana, así como conseguir el aislamiento de los Grupos de Ejércitos Norte con el Grupo de Ejércitos Sur, obligando a una retirada forzosa de zonas ocupadas si no querían ser masacrados. Políticamente también fue un éxito para el gobierno soviético, ya que consiguió que los gobiernos rumano y búlgaro abandonaran su alianza con el Tercer Reich y se unieran al bando aliado entre agosto y septiembre de 1944, facilitando la penetración de la URSS en los Balcanes.
Y por último les dejamos una reflexión: durante la Operación Bagration, el 75% del total de la Wehrmacht estaba luchando para detener el avance soviético, mientras que en Normandía y la invasión a Italia estaba solamente el 25% restante. Es decir, si comparamos las cifras de la Operación Bagration con la invasión de Normandía, esta última fue meramente un ejercicio de lo que los soviéticos desplegaron posteriormente. Sin embargo, el mundo parece haber olvidado el esfuerzo soviético que condujo al final de la guerra más cruenta de la historia de la humanidad. Una lástima.