En 2022, la cuarta temporada de Stranger Things se volvió un éxito para Netflix. Pero además, trajo a colación en sus capítulos un fenómeno que formó parte de la cultura pop a mediados de 1980. En la trama, la serie insigne de la plataforma, narraba el cómo, un grupo de juego de rol, terminaba por ser acusado de todo tipo de crímenes. Pero en especial, de ser el centro de alguna conspiración satánica. Lo que llevó a una histeria colectiva que arrasó a buena parte de la población del ficticio Hawkins.
Pero más allá de un giro de trama interesante, se trató de una reflexión acerca de uno de los sucesos más controversiales de la década que refleja la producción. El llamado pánico satánico fue una oleada real de denuncias, señalamientos y acusaciones, basado en lo que en el momento se llamó pánico moral. Lo que provocó una oleada de 12.000 casos no confirmados de lo que llegó a denominarse abuso ritual satánico. Lo que comenzó como el debate de un libro controvertido, pronto se convirtió en crisis real en Norteamérica y después en el resto del mundo.
Buena parte de lo ocurrido, utilizó libros, películas y programas radiales, para sugerir que grupos organizados de satanistas, actuaban al margen de la vida corriente. Lo que llevó a un conjunto cada vez más numeroso de denuncias contra cualquiera que pareciera sospechoso bajo los nebulosos casos de satanismo. Equiparado a la histeria colectiva que ocasionó los crímenes de Salem, el pánico satánico, se reflejó en la pantalla pequeña y grande. Eso, en un intento de traducir los terrores colectivos en toda una reflexión acerca del mal, el temor por lo desconocido y al final, el prejuicio.
Un libro controversial que abrió la puerta a un peligroso fenómeno
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Lo que después se convertiría en un fenómeno que ha ocupado psiquiatras y antropólogos por décadas, comenzó por la publicación de un libro. Michelle Remembers, del psiquiatra canadiense Lawrence Pazder llegó a las librerías el 1 de noviembre de 1980 y de inmediato, se volvió un éxito. La investigación, que se presentó como un ensayo científico, contaba cómo su paciente — y después esposa — Michelle Smith, había luchado por años con una serie de síntomas invalidantes. Los que abarcaban aterradoras pesadillas y reacciones físicas que indicaban un suceso traumático que no podía recordar.
Lo que provocó que llegara a su consulta. En un intento de comprender su cuadro psiquiátrico, Pazder utilizó la controvertida — y ahora desacreditada — terapia de la memoria recuperada. Lo que le permitió a Smith, en apariencia, recordar una serie de abusos sexuales que había sufrido en su infancia y que no era capaz de recordar por sí sola. Todo debido a un trauma de tal calibre, que deformó y dañó por completo su capacidad para recordar de manera clara sucesos completos de su vida. Y que, las largas sesiones en compañía de su psiquiatra, le permitieron recordar.
El comienzo de una oleada de terror
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Lo más escalofriante, es que el libro aseguraba que las diversas situaciones de abuso, maltrato y violencia sexual que sufrió, habían ocurrido en medio del escenario de una secta satánica. Poco a poco, el libro relataba como la víctima y siempre gracias a la ayuda de Lawrence Pazder, podía indagar sobre las terribles situaciones que había vivido. Las que involucraban desde sus padres, parientes y amigos cercanos, a desconocidos que jamás pudo identificar.
En el libro, Lawrence Pazder, además, explicaba que hasta entonces, Smith jamás sospechó haber padecido de nada semejante. Y que solo había logrado recordar, gracias a una terapia de choque que incluía hipnosis, supuestas regresiones a vidas pasadas e imágenes guiadas, para permitirle recordar. Eso, a pesar de que ninguno de los métodos había demostrado ser confiable y se temía que pudiera inducir en memorias falsas.
Un escenario ideal para el miedo colectivo
El libro dejaba entrever en el subtexto que lo más probable, que el caso de Michelle Smith fuera apenas la punta del Iceberg de sucesos semejantes. Mucho más, que las sectas — tal y como la describía la supuesta víctima — seguramente, eran algo común en cualquier pueblo o ciudad del primer mundo. La popularidad de la obra de Lawrence Pazder, junto con las intensas giras de presentación — que incluyeron testimonios de la propia Michelle Smith — causó asombró.
Pero también, fue el comienzo de una oleada de situaciones, que parecían confirmar la tesis del texto acerca de un conjunto de sectas, actuando en secreto. Para cuando la promoción acabó formalmente a mediados de 1982, comenzaron a publicarse una serie de denuncias muy semejantes a la historia de Smith. Lo que llevó al estallido de un fenómeno sociológico que todavía es difícil de comprender en su envergadura, gravedad y en las heridas culturales que dejó a su paso.
Comienzan las acusaciones
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Siempre dando por válida la versión del libro, una serie de informes, artículos e investigaciones, comenzaron a ponderar la posibilidad que el testimonio de Michelle Smith condujera a terreno más peligroso. En específico, a circunstancias igual de graves, ocultadas, protegidas e incluso propiciadas por sectas satánicas que coexistían entre escuelas, universidades y otras grandes organizaciones.
El caso más conocido — y grave — es el de la guardería McMartin. En agosto de 1983, Judy Johnson, una joven madre de un niño de dos años, llamó a la policía de Manhattan Beach (California), aterrorizada. Según un informe médico, el pequeño parecía haber sufrido un tipo de agresión sexual. En medio de la investigación, la víctima indicó que el responsable era “el señor Ray”. Lo que llevó a suponer que el agresor era Ray Buckey, de la escuela preescolar Virginia McMartin, a la que asistía el hijo de Johnson.
Después de la denuncia, se enviaron 200 cartas a los padres de los alumnos, insistiendo en que debían preguntar a sus hijos sobre posibles abusos. Al mismo tiempo, Buckey fue arrestado el 7 de septiembre de 1983. En medio de la tensa situación, la terapia de memoria recuperada salió a relucir. Lo que provocó que mayoría de los padres recurrieran a terapistas para asegurarse acerca de los testimonios de sus hijos.
Una ola de terror recorre suelo estadounidense
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Lo demás, es parte de la historia de la psiquiatría moderna. No solo se trató de cientos de acusaciones que aseguraban que los pequeños habían sido víctimas de diversos abusos. A la vez, las imputaciones se hicieron cada vez más graves y confusas, al incluir detalles como la de rituales de brujería en salones de clases. Lo que llevó incluso a sugerir durante el juicio que había una red de túneles que unían a diversos guardarías, para facilitar las agresiones.
Gradualmente, cientos de acusaciones parecidas surgieron por toda Norteamérica. Se celebran miles de juicios, varios de los cuales fueron desestimados de inmediato, pero otros, pasaron a formar parte de los anales de la historia legal del país. En especial, el de la guardería McMartin, que solo llegó a cerrarse en 1990, con todos los acusados absueltos e imponiendo una dudosa marca. El de ser el juicio por conducta criminal más prolongado, costoso e infructuoso en EE. UU., pero mucho más, la prueba de la forma en que Pánico Satánico, influyó en el proceso.
El horror se refleja en la cultura pop
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Tal y como muestra Stranger Things, el pánico satánico se extendió por la cultura pop. De hecho, durante la década de 1980 e incluso, a mediados de la siguiente, todavía había secuelas de lo ocurrido. Dungeons & Dragons, el célebre juego de rol, fue considerado parte de las formas en que las supuestas sectas, se comunicaban entre sí. También se atribuyeron mensajes satánicos en productos de Procter & Gamble. La marca, fue acusada de pervertir sus logos y productos para brindar mensajes ocultos — y peligrosos — a los usuarios.
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Pero no fue el único de la cultura que se vio afectado por ola masiva de denuncias y terrores. El cine de terror b, el rock metal e incluso, prácticas tan sencillas como juegos de mesa y personajes televisivos como Los Pitufos, se vieron afectados por acusaciones semejantes. En el momento de mayor furor de la oleada de denuncias, el solo hecho de ser fanático de cualquier tipo de entretenimiento considerado peligroso, podía ser un indicativo de culpabilidad. Como ocurrió en el sonado y tristemente célebre caso de los tres de Memphis, acusados de un asesinato sin otra prueba que sus gustos musicales y acusaciones de satanismo.
El Pánico Satánico en la actualidad
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Con el correr del tiempo, el Pánico Satánico fue desacreditado como una oleada de histeria colectiva. Pero sus secuelas, todavía son evidentes. La saga Harry Potter — tanto literaria como la cinematográfica — ha sido acusada en más de una ocasión de promover magia y hechicería. Tanto, que en algunos estados de Norteamérica, está prohibida su venta y difusión.
Otro caso cercano involucra a un éxito del Universo Cinematográfico de Marvel. Durante el estreno de Doctor Strange en el Multiverso de la Locura, se acusó a la película de difundir crencias ocultistas. Tanto, como para que algunas iglesias estadounidenses, se volcaran en críticas debido a su argumento y también, a la forma de presentar a la figura de la bruja. De hecho, algunas publicaciones católicas, acusaron a la película, de profundizar en estereotipos acerca del mal que se emparentan con visiones paganas sobre el tema.
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Durante el último año, varias películas trajeron a colación de nuevo la discusión — y los señalamientos supersticiosos — acerca del Pánico Satánico. Longlegs de Oz Perkins, fue acusada de promocionar ideas demoníacas. Todo, en medio de un argumento aterrador en que un asesino involucra aparentes prácticas mágicas al cometer sus crímenes. Algo parecido, se ha dicho de El último late night, en que el guion explora un subtexto acerca de sectas y terrores relacionados con el mal.
Lo cierto es que el Pánico Satánico, parece haber una huella indeleble en la cultura y sociedad de nuestra época. Incluso en las disparatadas teorías conspiratorias de Qanon y el llamado Pizzagate de Hillary Clinton, parece haber algo del temor inquietante e irracional hacia lo desconocido. Lo que el fenómeno de histeria colectiva más famoso del último siglo, dejó claro.