En la primera temporada de La casa del Dragón, el final dejó claro que la guerra se avecinaba y que lo más cruento de las batallas, estaban por verse. La segunda, hace lo mismo, pero de manera menos efectiva y sin duda más torpe. El capítulo final de una entrega que se distinguió por un ritmo reflexivo, poco claro y que no parecía conducir a ninguna parte, se apresuró para sus dos últimos episodios. Sin embargo, ni siquiera así, consiguió profundizar por completo en sus tramas principales o brindar verdadera solidez a su premisa. A saber: que las próximas temporadas dejarán a un lado las conversaciones por una guerra que, al parecer y por ahora, favorece a Rhaenyra (Emma D’Arcy).
De hecho, todo el episodio ha consistido en puntualizar un elemento esencial. La de dar cierre a temas y elementos que giran alrededor de la lealtad, el sentido del propósito de la guerra y fundamentalmente, que ganan y pierden los Targaryen al enfrentarse entre sí. En uno de los muchos cambios que la adaptación brindó a la trama del libro Fuego y sangre (2018) del que proviene, esta vez Daemon (Matt Smith), sabe con exactitud a qué se enfrenta. En una forma de culminar lo que a todas luces es un paso expiatorio a través de Harrenhal, el príncipe consorte recibió una visión premonitoria que le envió a siglos del futuro.
Por lo que no faltaron, imágenes de los Caminantes Blancos. A la vez, la guerra entre los cinco reyes y en un guiño para nostálgicos, una breve aparición de Daenerys Targaryen (Emilia Clarke), en la gloriosa eclosión de sus huevos de dragón. Todo eso para aclarar que la guerra entre las facciones de la familia Valyria, no es un mero capricho de las cabezas coronadas, sino ahora sí un mandato del destino. La casa del Dragón culmina así su segunda temporada con un tema predominante a lo largo de los episodios. La de la idea que cada elemento que ocurre, no se trata de buenas o malas decisiones. En realidad, son encrucijadas del destino en medio de un mapa cada vez más violento y cruento.
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Un final que no cumple las expectativas
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Si algo se echa de menos en el final de temporada, escrito por Sara Hess y dirigido por Geeta Vasant Patel, es el avance real de la historia. Anticlimático, con un tono pesimista y levemente desordenado, el episodio transcurrió bajo la premisa que la guerra no puede detenerse. De hecho, sus grandes escenarios — Essos, Harrenhal, Desembarco del Rey y Rocadragón — fueron el escenario de grandes y necesarias conversaciones. Eso, en detrimento de la acción e incluso, la necesaria visión de la capacidad de las fuerzas en disputa.
Tal vez por eso, las secuencias centrales del episodio tienen algo de conclusión superficial, antes de respuestas a las grandes preguntas de la serie. Por supuesto, era necesario mostrar el papel inclasificable e incómodo de los nuevos jinetes de dragón de la Reina Negra. Eso, sin responder la pregunta planteada por su propio hijo Jace (Harry Collett), acerca de cómo se resuelve, entonces, el crítico problema de la legitimidad Targaryen. El guion parece preferir explorar en temas más emocionales, que, en realidad, plantear los puntos básicos del conflicto.
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En un movimiento muy semejante al final de la temporada seis de Juego de Tronos — en el que Daenerys Targaryen se encamina a Poniente — el final de la segunda temporada de La casa del Dragón, deja claro que ya no hay solución pacífica. Debido a eso, sus escenas finales, detallan los grandes bandos en disputa y hacia dónde se dirigen. Por lo pronto, las grandes batallas del libro se perfilan como tronco central de la tercera temporada, aun sin fecha de estreno. Lo que deja un poco en el aire, el argumento entero de su segunda.
Piezas en el tablero
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El capítulo comienza dejando claro que las órdenes de Aemond (Ewan Mitchell), de conseguir una alianza con La Triarquía. Como se recordará, esta es una alianza formada las Ciudades Libres de Lys, Myr y Tyrosh. Tyland Lannister (Jefferson Hall). El personaje no solo lo logra, sino que además de la flota que deberá luchar contra la Velaryon, logra conseguir ganarse el respeto del Comandante Lohar (que cambia de género con respecto al libro y es interpretado por Abigail Thorn). Por lo pronto, los Verdes parecen tener un apoyo considerable que les permitan romper el bloqueo.
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Pero eso no podría no ser suficiente para luchar contra los hombres que Daemon logró reunir en Harrenhal. De hecho, en una de las grandes escenas del episodio — y de las pocas que no transcurrieron entre complicados parlamentos — la Reina Negra, viaja al antiguo castillo. Eso, debido a la sospecha de una posible traición. No obstante, tal y como se comentó más arriba, Daemon decidió deponer su ambición por el reclamo de su esposa, debido a la visión más impactante posible.
En ella, comprendió el papel de la Reina Negra, como parte de una futura batalla con Caminantes Blancos. La casa del Dragón cierra así el lento y poco claro hilo en la residencia ancestral Strong, con la promesa de un ejército multitudinario. Uno, capaz de enfrentar por tierra a los Lannister. O al menos, detener el avance por el Oeste, que además conduciría a mantener a Poniente aislado.
Dos reinas frente a frente
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Aun así, lo más llamativo del episodio, fue la nueva y al parecer final conversación entre Rhaenyra y Alicent (Olivia Cooke). Esta última claudicó de toda ambición y se hizo llevar a Rocadragón para propiciar una invasión pacífica — o al menos tan cruenta — de Desembarco del Rey. Pero, tal y como explica la Reina Negra, ya es muy tarde para cualquier intento de paz. Y le recuerda que solo la cabeza cortada de su hermanastro pondrá fin a las hostilidades. Claro está, el mero hecho de una rendición, facilita las cosas para los Negros hasta apuntar a una solución más o menos pacífica.
Todo en un clima que parece apuntar que para la próxima temporada, los Verdes tendrán todo para perder. Por un lado, Larys Larys (Matthew Needham) convenció al rey Aegon (Tom Glynn-Carney), de abandonar el Reino hacia Essos. Todo, mientras los rumores que numerosos jinetes de dragón atraviesan el reino. Lo que deja claro, que la corte de Rocadragón está a punto de atacar. Se trata de una tibia visión sobre lo que relata el libro. Este cuenta cómo el monarca se ve obligado a huir en medio del ataque de los partidarios de Rhaenyra. Lo que volvió su situación más desesperada y complicada.
Un giro inesperado en 'La casa del Dragón'
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Pero por lo visto, las cosas serán más sencillas para la versión televisiva. Alicent, dejó claro que la Reina Negra no encontrará resistencia, ni mucho menos, una batalla que librar. Que la Danza de dragones, finalizará incluso antes de comenzar. A lo que se suma, la imagen final de los tres nuevos jinetes de las grandes bestias míticas a punto de volar. La casa del Dragón despide su temporada con hermosas imágenes y una puesta en escena sobria. Pero con claros problemas para narrar el núcleo de su trama.
Peor aún, explicar necesidad de un conflicto que puede detenerse mucho antes. Si era tan sencillo, ¿por qué avanzar hacia las tragedias que narró el argumento? La noción sobre lo innecesario de todo lo que se narró fue el principal tropiezo de este decepcionante final de temporada. También, el mayor problema que la entrega tuvo a lo largo de sus episodios.