En el Poniente de La casa del Dragón, están ocurriendo muchas cosas a la vez. De la muerte del príncipe Lucerys Velaryon (Elliot Grihault) a manos de Aemon Targaryen (Ewan Mitchell), al asesinato del heredero de Aegon II (Tom Glynn-Carney). Lo cierto es que el mapa de circunstancias de los Siete Reinos, está cambiando con enorme rapidez debido a todos los sucesos que la guerra trae consigo. Pero pocas circunstancias parecen más sórdidas e impredecibles, que la relación sexual que mantienen Alicent Hightower (Olivia Cook) y Ser Criston Cole (Fabien Frankel). 

Se trata de un giro que no solo sorprendió a la audiencia, sino que, además, puede tener todo tipo de repercusiones a futuro. En particular, por hacer más complicado el panorama entre los Verdes. Con Desembarco del Rey convertido en un hervidero, Aegon II tratando de establecerse en el poder y Otto Hightower (Rhys Ifans) alejado de la corte, la situación es cada vez más tensa. Por lo que la explosiva situación entre la reina madre y su espada jurada, hace las cosas más difíciles. Específicamente, ahora que Criston es también Mano del Rey. 

Claro está, la combinación entre sexo y poder, no es inusual en la saga de George R.R. Martin. No obstante, en esta oportunidad, el tema se combina con todo lo que está ocurriendo en una corte endeble. Aegon es un rey que desafía — o eso parece sugerir su torpeza — la herencia de su padre. Lo que está provocando tensión dentro y fuera de la Fortaleza Roja. Todavía peor. Se convierte en un elemento de fractura entre el Concejo Personal — que apoya su reclamo — y el peso de Rhaenyra (Emma D’Arcy) en Rocadragón. Por lo que necesita todos los apoyos y puntos sólidos que pueda obtener. Uno de esos, es, por supuesto, su madre. Lo que el romance clandestino pone en entredicho.

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Una reina confusa en una situación caótica

Hasta ahora, Alicent ha sido — en apariencia — un faro en apariencia moral para su familia. De oponerse a Rhaenyra y censurar su conducta, a insistir en cierto orden ético en la Fortaleza del Rey. La reina verde es percibida como una de las personas esenciales para entender el reclamo de Aegon al Trono de Hierro. Mucho más, cuando sobre su palabra se sostiene el supuesto cambio de opinión de Viserys (Paddy Considine), sobre su sucesor en pleno lecho de muerte.

Por lo que el primer capítulo de la nueva temporada mostrara dos escenas de sexo entre la reina y su espada jurada, es todo un cambio de intenciones con respecto al personaje. Especialmente, porque la relación — al parecer limitada al sexo y a encuentros furtivos entre ambos — explora en carácter de los personajes. Por un lado, Criston, que tiene un voto de castidad como Capa Blanca, no dura en transgredir su promesa. Lo que le lleva a lugares oscuros. Como se recordará, parte del conflicto que hizo que se opusiera a Rhaenyra, nació del rechazo de esta y la vergüenza que el caballero sintió, luego de pasar una noche con ella. 

Por otro lado, Alicent ha pasado buena parte del tiempo, acusando a Rhaenyra de inmoral y censurando su vida matrimonial. Por lo que se convirtió a sí misma, en todo lo contrario, a lo que su hijastra simbolizaba. De modo que una relación sexual entre la reina madre y Criston, tambalea todos los supuestos principios que alimentan la reclamación de los Verdes del Trono de Hierro. 

Una decisión complicada en el peor momento

Pero lo cierto, es que la relación — únicamente carnal o más allá — entre las importantes figuras del bando Verde, deja claro que La casa del Dragón, juega con las ambigüedades. Esto es: que a través de la decisión de autonomía sexual y experimentación de la reina, se explora en el hecho que la causa de la Fortaleza Roja, falla de origen. No hay moralidad que apoye el reclamo, ni tampoco, una mayor altura moral. Solo la capacidad de maniobrar alrededor de los juegos de influencia que terminaron por sentar a Aegon en el lugar de su padre.

En el caso de Criston Cole todo es, incluso, más duro. Perdida su dignidad como caballero a manos de Rhaenyra — como el mismo insistió en la primera temporada — una relación ilícita solo lo lleva a la falta de límites. Un punto complicado en un escenario en que es el consejero del rey Aegon y también, la cabeza visible de las Capas Doradas.

Entre una y otra cosa, es evidente que esta pareja lleva por el deseo, cierta violencia y la culpa, simboliza que los Verdes, están en el mismo camino de ambición que los Negros. Lo que permite al argumento de La casa del Dragón, profundizar en los lugares más oscuros de sus protagonistas y la crueldad gratuita que pueden ejercer. Algo que la sórdida escena sexual entre la reina y Criston — en la que ella le golpea, enfurecida — deja claro.