El fenómeno Barbenheimer fue uno de los grandes eventos cinematográficos de 2023, con Barbie y Oppenheimer acaparando durante semanas el interés del público en las salas de cine de todo el mundo. Sin embargo, Ted Sarandos, co-CEO de Netflix, cree que ambas películas hubiesen sido igual de exitosas si se hubiesen estrenado directamente en su plataforma de streaming.

En una entrevista con The New York Times, el ejecutivo remarcó que los dos filmes hubieran disfrutado de "una audiencia igual de grande" en Netflix. Y si la historia se midiera solamente en cantidad de espectadores, es probable que Sarandos tuviera un punto de razón. Sin embargo, la cuestión es bastante diferente al verla desde la óptica económica.

Barbie fue la película más taquillera de 2023 y recaudó más de 1.445 millones de dólares en todo el mundo. Oppenheimer, en tanto, fue la tercera del ranking y generó más de 974 millones de dólares. Suena ilógico pensar que Netflix y los estudios detrás de ambas películas hubiesen podido lograr números semejantes a través de estrenos exclusivos vía streaming. La plataforma tendría que sumar una gigantesca cantidad de nuevos suscriptores para conseguir un impacto económico diferenciador tan importante como el de la taquilla combinada de ambas producciones.

Claro que estamos transitando por un terrenos de supuestos y es evidente que Sarandos está defendiendo su negocio. Lo que el co-CEO de Netflix argumenta es que, si la película es buena y genera interés, no importa en qué pantalla se estrene. De un modo u otro el público se va a encargar de convertirla en un éxito.

"Ambas películas hubieran sido geniales para Netflix. Definitivamente, habrían disfrutado de una audiencia igual de grande en Netflix. No creo que haya ninguna razón para creer que ciertos tipos de películas funcionan o no. No hay razón para creer que el filme en sí sea mejor en un tamaño de pantalla [en especial] para todas las personas. Mi hijo es editor, tiene 28 años, y vio Lawrence de Arabia en su móvil", remarcó sobre Barbie y Oppenheimer.

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Como ya mencionamos, Ted Sarandos plantea su argumento desde el punto de vista de la cantidad de espectadores. Aunque su reflexión contra la creencia de que las películas se pueden experimentar mejor en una sala de cine que frente a un TV, una tablet o un smartphone, seguramente encuentre unos cuantos detractores.

Un cineasta extremadamente detallista como Christopher Nolan, quien en Oppenheimer se tomó el trabajo de recrear una explosión nuclear sin usar efectos digitales, seguramente esté en desacuerdo con los comentarios del líder de Netflix. De hecho, el británico aseguró que la mejor forma de disfrutar de su película era en las proyecciones de la versión IMAX de 70 milímetros.

Tom Cruise podría ser otro en desacuerdo con las palabras del ejecutivo de Netflix. El actor cargó sobre su espalda la decisión de postergar el estreno de Top Gun: Maverick porque consideraba que enviarla a streaming arruinaría su visionado. Y su apuesta pagó con creces. El filme fue un éxito global y muchos creen que la postura de Cruise salvó a la industria del cine tras la pandemia.

Netflix y otras plataformas de streaming tuvieron un crecimiento brutal durante la COVID-19, especialmente de la mano de las producciones originales. Pero ahora están pagando las consecuencias. Días atrás se conoció que Pixar había despedido a un 14 % de su personal para volver a enfocarse en los lanzamientos para cines. Así, el estudio perteneciente a Disney dejará de crear películas y series originales para Disney+ —salvo algún que otro corto ocasional—, para enfocarse en la gran pantalla y recuperar el brillo perdido en los últimos años.

Por más que Sarandos esté en lo cierto y Barbie y Oppenheimer hubiesen logrado en Netflix un éxito en audiencia similar al que tuvieron en el cine —dejando la recaudación de lado—, el fenómeno Barbenheimer probablemente nunca hubiese existido. Y el efecto que este tuvo en el público y la industria fue mucho más profundo que una simple estadística basada en la cantidad de espectadores.

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