Asha (Ariana DeBose) es una chica curiosa y llena de aspiraciones para el futuro. No es una princesa ni quiere ser una. Y solamente eso, la separa de mucho de los personajes de Disney. De hecho, buena parte de las cosas que suceden en Wish: El poder de los deseos convierten a la cinta en una historia poco convencional para el estudio. Este relato de un rey en apariencia generoso, con la capacidad de conceder deseos, comienza con la idea común acerca de los anhelos del corazón, irrealizables para la mayoría. Pero pasa a otros lugares más interesantes, cuando desafía las explicaciones usuales acerca de lo que un deseo puede ser. ¿Qué hace que las aspiraciones más personales nos definan de una manera u otra?
No es casual, que Disney celebre su aniversario con una película que explora el corazón mismo de la mayoría de sus éxitos en la pantalla grande. Anhelos inocentes, personajes entrañables y misteriosos, un escenario fantástico en que todo es posible. La película de Chris Buck y Fawn Veerasunthorn, reúne en un mismo escenario, muchas de las grandes ideas que han hecho conocida a la compañía. Pero lo hace a partir del ángulo que no es suficiente, un poco de magia para ser feliz. En el reino de Rosas, el rey Magnífico (Chris Pine) es capaz de hacer realidad lo que realmente necesita el corazón. No obstante, todo se vuelve una trampa maliciosa, cuando la carismática figura, decide quién será favorecido por un deseo cumplido.
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Mucho peor: los que el monarca considere no son suficientemente buenos — o en cualquier caso, no benefician al bien común — no solo serán ignorados. El desventurado que los pidió, olvidará que alguna vez anhelo algo semejante. ¿A dónde se ha ido la magia?, parece preguntarse Wish de una forma casi maliciosa y después, incluso urgente. Se trata de una forma de replantear lo que ha sido un elemento esencial para comprender a Disney como compañía y estudio de cine. La posibilidad del bien y la nobleza, como el punto frecuente de todos sus relatos más conocidos. Sin embargo, si un deseo puede ser ignorado, el mundo de fantasía de Disney podría venirse abajo. Que es, precisamente, lo que ocurre, cuando Asha descubre el maligno truco del rey de su reino.
Buenas historias contenidas en una sola
No es casual que el estudio haya decidido celebrar 100 años de relatos conmovedores, haciéndose preguntas sobre la fórmula que le hizo famoso. En Wish: El poder de los deseos, la gran celebración de Disney en su centenario, ocurren dos cosas a la vez. Por un lado, el estudio rinde tributo a sus mejores y más conocidas premisas, desde un punto de vista inusual. Esta vez, la búsqueda del propósito, la fe y la esperanza, no ocurre a través del amor, sino del sentido de la lealtad.
Al otro extremo, la cinta incluye varios de los más recordados giros del estudio, en una historia innovadora y conmovedora. El resultado es una cinta, que aunque autoindulgente con los tópicos más tradicionales, al mismo tiempo explora en un nuevo punto de vista sobre ellos. Eso, sin perder el sentido del humor y la ternura que ha hecho conocido al estudio.
Pero, más allá de eso, Wish: El poder de los deseos, es un ambicioso recorrido a través de la forma en que Walt Disney imaginó la compañía desde sus inicios. Del bien como una idea que es capaz de unir a personas de los más distintos lugares y con objetivos por completo distintos, hasta la aparente historia de origen de un símbolo del estudio. El argumento, que sigue la historia de Asha en el reino Rosas y la forma en que descubre el poder de la Estrella de los Deseos, apela a la mayoría de los relatos más emblemáticos de la compañía.
Un largo legado que se celebra de una manera curiosa
A la vez, hace algo más. Profundiza en qué hace especial a Disney y a sus propuestas. Esa cualidad que logra, que sus más de sesenta películas, siempre parezcan frescas y atemporales. Se trata de un hito, que el estudio decidió celebrar a través de una cinta que resume en todas las formas posibles, lo que el estudio ha sido para buena parte de la cultura pop.
Desde su capacidad para la innovación, que convirtió a Blancanieves (1937) en un clásico a gran escala, hasta la forma de celebrar una cultura, como lo hizo en Encanto (2021). Disney ha sabido construir un universo fantástico, que enaltece el bien, el amor y una larga serie de valores, que le han convertido en punto central de una manera de hacer cine poco usual. Una, que se toma en serio la dimensión emocional de las cosas y las lleva a un lugar en que resultan tanto divertidas como significativas.
En especial, Wish: El poder de los deseos incluso se burla de la habitual fórmula Disney. Asha pasa buena parte del tiempo, tratando de descifrar lo que va mal en su reino, a medida que deja escapar comentarios maliciosos sobre el amor eterno. También, acerca de la magia y hasta los animales parlantes. La cinta es la demostración de hasta qué punto el estudio está seguro de sus historias como para burlarse de ellas — de forma bonachona — y hasta dejar claro, que es hora de cambiar.
Una cinta para contar otras tantas historias
Desear, desde el corazón y casi siempre, un anhelo bien intencionado, es parte central de las famosas películas de Disney. En 1937, la encantadora Blancanieves (con la voz de Adriana Caselotti), cautivó al público con la canción I’m Wishing. Más adelante, en 1940, Pinocho llevó a la pantalla grande When You Wish Upon a Star, que se convirtió en el tema musical del estudio. De modo que la decisión de convertir a su animado aniversario en una transgresión a todo lo anterior es una singular mirada de la compañía a su historia.
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Pero más allá, también es una celebración que recuerda, que Disney siempre ha intentado crear a partir de lo sorprendente y emocionante. Una vez que Asha descubre el secreto del Rey Magnífico y se lanza a una travesía por intentar devolver sus deseos a la gente de su reino, el argumento deja algo claro. Los deseos — los valiosos, los más queridos — merecen esfuerzo y trabajo. Al final, son un obsequio para quien tiene la fortuna de obtenerlo. Un mensaje entre líneas que sintetiza el legado y las posibilidades de Disney como casa cinematográfica y parte de la cultura pop. El mensaje al subtexto, más interesante de la cinta.