OpenAI, la tecnológica detrás de ChatGPT, sostiene no se pueden crear modelos de inteligencia artificial sin utilizar material protegido por derechos de autor. «Sería imposible», dijo la compañía, que recientemente ha sido denunciada por The New York Times y otros particulares por el uso de contenidos no autorizados.

La startup liderada por Sam Altman hizo una presentación ante el comité selecto digital y de comunicaciones de la Cámara de los Lores, la cámara alta del parlamento británico. «Los derechos de autor cubren hoy prácticamente todo tipo de expresión humana —incluyendo publicaciones de blogs, fotografías, publicaciones en foros, fragmentos de código de software y documentos gubernamentales—», dijo OpenAI en el escrito, presentado en diciembre pasado pero difundido esta semana por los medidos británicos.

«Sería imposible entrenar los principales modelos de IA actuales sin utilizar materiales protegidos por derechos de autor», dice la compañía en el documento. OpenAI segura que, si solo se usaran materiales sin derechos de autor, se producirían sistemas inadecuados. «Limitar los datos de entrenamiento a libros y dibujos de dominio público creados hace más de un siglo podría producir un experimento interesante, pero no proporcionaría sistemas de inteligencia artificial que satisfacer las necesidades de los ciudadanos de hoy», agrega en el escrito.

Los principales desarrolladores han sido acusados a lo largo del año de tomar contenido de Internet sin el permiso de medios, artistas, escritores y codificadores que lo crearon. La demanda de The New York Times del mes pasado también acusa a Microsoft, un inversor clave de OpenAI. El medio estadounidense les reclama a ambas compañías por utilizar millones de sus artículos sin pedir permiso para entrenar a ChatGPT.

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En su presentación ante el parlamento británico, OpenAI dijo que creía que «legalmente, la ley de derechos de autor no prohíbe la capacitación». Para atender este tipo de controversias, varias de estas empresas han decidido apoyarse en la doctrina legal del «uso justo». Esta postura, habilitaría el uso de contenido en determinadas circunstancias sin solicitar el permiso del propietario.

Además del caso de The New York Times, OpenAI y Microsoft también fueron demandadas por una veintena de autores destacados. En el grupo, hay varios ganadores del Premio Pulitzer. También participan del caso escritores como John Grisham, George R. R. Martin —creador de los libros originales de Juego de Tronos— y Jonathan Franzen.

No es solo OpenAI. Getty Images, una de las agencias de imágenes más grandes del mundo, mantiene en curso una disputa legal contra Stability AI, responsable de Stable Diffusion, por también infringir derechos de autor. Y un grupo de editores de música en Estados Unidos, incluido Universal Music, está demandando a Anthropic —una compañía respaldada por Amazon— por el uso de letras de canciones de sus artistas para entrenar sus modelos.

Otras compañías han aprendido la lección y han sido más cautas. Apple ya está negociando con varias de las organizaciones editoriales y de noticias más importantes de Estados Unidos. Con una propuesta millonaria, está buscando un acuerdo que le autorice el uso de sus contenidos periodísticos.

En medio de las polémicas, hasta OpenAI comenzó a formalizar acuerdos de uso contenido con varias empresas. Logró recientemente firmar una alianza con American Journalism Project y la editorial alemana Axel Springer. Y en julio del año pasado, recibió autorización para usar el archivo de noticias de Associated Press.

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