Una de las películas más crueles nominadas al Oscar 2024, es un alegato sobre el mal y la violencia. Eso, desde el punto de vista de una familia. Pero no, una cualquiera, sino la esposa y los hijos del comandante de un campo de concentración. La cinta La zona de interés, de Jonathan Glazer, analiza el holocausto a partir de la perspectiva del entorno de Rudolf Höss. Este fue la cabeza visible del complejo de Auschwitz-Birkenau en dos oportunidades. Primero del 1 de mayo de 1940 hasta el 1 de diciembre de 1943. Después, entre mayo y septiembre de 1944. En ambas ocasiones, la maquinaria conformada por hornos crematorios y otras formas de tortura, asesinaron a más de un millón de personas. 

El largometraje es una adaptación libre de la novela homónima de Martin Amis, publicada en el 2014. Pero Jonathan Glazer, que también escribió el guion, tomó la ficción, fruto de una larga y cuidadosa investigación, y lo transformó en algo más. Cercana a una exploración casi científica del estilo de vida de los nazis de la época, la cinta es mucho más dura y frontal que su versión literaria. Si en el libro, hay tres protagonistas que cuentan la vida en las afueras del campo de concentración, en la cinta solo hay uno. Además, el director prescindió de usar un nombre ficticio y utiliza el real de la figura en la que se basó el personaje. El criminal de guerra Rudolf Höss emerge del relato cinematográfico como una figura corriente. 

De hecho, buena parte de la película, profundiza en la vida común de los miembros de su familia. La cinta, que utiliza sus considerables recursos visuales para evitar embellecer o ennoblecer la vida dentro de Auschwitz, es escalofriante en su realismo. En especial, al mostrar a detalle la forma en que el día a día transcurría dentro de las vallas de seguridad del complejo con una placidez silenciosa. En contraste, y más allá de los primeros planos contemplativos y las tomas fijas, la violencia apenas se insinúa con columnas de humo y gritos esporádicos. Por lo que la premisa intenta ahondar en la banalidad del mal no a través de mensajes o diálogos, sino encarnando el concepto a través de sus personajes. 

Una ventana a la degradación moral

Pero, ¿qué tan real es lo que cuenta La zona de interés? ¿Era posible una vida cotidiana semejante dentro de un complejo dedicado a los asesinatos en masa? La respuesta es aterradora y está incluida dentro del libro en que se basa la película. El escritor Martin Amis, utilizó datos del Museo Estatal de Auschwitz-Birkenau, para situar a sus personajes y darles un tono realista. Y a pesar de que las figuras en la narración no son reales, sí lo es la historia que se relata a través de ellos. A saber, que mientras comandó el campo, se calcula fueron asesinados 1,1 millones de hombres, mujeres y niños. La mayoría judíos, aunque también una considerable proporción de población polaca. 

Al mismo tiempo que semejante barbarie ocurría, la familia de Höss llevaba una vida acomodada en el complejo de Auschwitz. Al igual que lo muestra la película, la denominada Interessengebiet o zona de interés, se extendía a 15 kilómetros cuadrados. Lo suficientemente lejano a los hornos crematorios y otros edificios del campo de concentración, para permitir que los miembros de sus líderes disfrutaran de relativa tranquilidad. Pero tan cercano, como para hacerles sencillo llevar a cabo sus labores de intendencia, dirección y liderazgo de tropas. 

En el caso de la casa de los Höss, se encontraba los terrenos de la parte más antigua del campo de concentración, Auschwitz I e incluía una casa espaciosa y un jardín. De hecho, según el comandante alemán escribiría durante su reclusión antes de ser ejecutado en el mismo lugar, la vida era “plácida y tranquila”. Además, no tenía relación — al menos, en cercanía física — con los espantosos sucesos que ocurrían un poco más allá. 

La guerra en una perspectiva doméstica

Si algo sorprende, tanto del libro origen como de la película La zona de interés de Glazer, es el hecho que la vida corriente era posible en un lugar rodeado de horrores. Un punto en que la narración de Martin Amis hace especial énfasis al dejar en claro, que el problema del mal, tal y como lo comprendían los nazis, era que todo dependía de las órdenes a cumplir.

Rudolf Höss, que fue ajusticiado el 16 de abril de 1947, debido a sus crímenes contra la humanidad, llevó a su familia a la zona. No solamente eso, sino que por años, crío a sus hijos cerca del lugar en que se asesinaban cientos de personas al día. 

De la misma forma que en la novela, la cinta de Jonathan Glazer, muestra el horror a una distancia helada. Lo que sugiere que el concepto del mal moderno es mucho más elaborado — y temible — de lo que podría suponerse. Algo que la película nominada al Oscar deja claro y muestra en toda su fría crudeza. 

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