La película Zona de interés ha convertido en motivo de atención por su nominación al Oscar como mejor cinta del año 2024. Pero razones no faltan. Esta exploración fría, directa y cruel sobre la maldad y la capacidad humana para la violencia, es un relato escalofriante y bien dirigido. En especial, porque utiliza todos los recursos a su alcance para narrar su premisa. A saber: la vida de la familia del comandante nazi Rudolph Höss (Christian Friedel) que transcurría en aparente normalidad junto al campo de concentración de Auschwitz.

Para una labor semejante, el director usó el apartado visual para crear una sensación inmersiva en la vida de sus personajes. Para eso, utilizó parajes nocturnos filmados con la llamada técnica de la noche americana, que consiste en grabar durante el día y oscurecer la toma con un filtro. También, grupos de cámaras que filmaban en simultáneo la misma secuencia.

La combinación brinda a la película un aire austero que se enfoca en el análisis de la actuación humana frente a la violencia. En especial, la forma en que la crueldad nazi logró desnaturalizar el sentido de los límites éticos a niveles inauditos. Para explicar algo semejante en pantalla, Glazer y su equipo dedicaron tiempo al análisis de una interrogante básica. De qué manera percibía una familia alemana, educada y fanatizada bajo los ideales del Tercer Reich, los métodos barbáricos de violencia que utilizaba el poder. 

Muchos ojos sobre un mismo lugar

En una entrevista para Vanity Fair, el director explicó que una de sus preocupaciones con respecto al argumento era como evitar que la imagen cinematográfica embelleciera el horror. Para Jonathan Glazer, el cine puede ennoblecer y empoderar todo tipo de temas. Por lo que su visión acerca de la familia Höss, debía encontrarse lejos de eso. En la medida que fuera una observación frontal de cómo los miembros podían anular cualquier empatía de las atrocidades que sucedían metros más allá, para continuar su rutina. 

El realizador y el director de fotografía, Łukasz Żal y el equipo de la película, rodearon la casa escenario con diez cámaras que funcionaban a la vez. Por lo que cualquier técnica de iluminación, escenografía y cinematografía, debían quedar relegadas a una contemplación dura sobre los personajes. “No queríamos artificio alguno en las tomas” explicó Glazer. Para eso, las cámaras funcionan solas, mientras el equipo de producción se retiraba. Durante la grabación de las escenas, se permitía a los actores actuar sin dirección y apegados los más posibles al guion. Todo con el objetivo de hacer una única toma que no podía repetirse. Después de todo, cada escena se llevaba a cabo durante horas en 360 grados, por lo que la repetición podía significar un problema mayor. 

“Las cámaras necesitaban grabar todo simultáneamente para que nunca tuviéramos que mover una cámara y repetir la misma acción. Capturaríamos todos nuestros ángulos a la vez para lograr esa sensación de tiempo presente”.  

Johathan Glazer

Lo que dio como resultado, la sensación de observar la vida de la familia desde su anodina cotidianidad. Lo que permitió, además, convertir esa frugalidad en un mensaje. Se puede subsistir aun a sabiendas de los horrores que pueden ocurrir muy cerca. 

En el tétrico jardín de los Höss

Otra de las partes más impresionantes de la película, es la que atañe tanto a las tomas nocturnas como a la recreación de imágenes históricas punto a punto. En el primer caso, Glazer utilizó la técnica de la noche americana, que consiste en grabar durante el día y oscurecer la imagen resultante en edición mediante polarización. 

En Zona de interés, la sensación es que hay una mirada continúa sobre lo que ocurre fuera y dentro del campo de concentración. Lo que quiere decir que no se atiene a la hora del día. También, que involucra la idea de la observación, continúa en paralelo. Algo que brinda la sensación de los eventos simultáneos tanto dentro de la casa de la familia como en la construcción más allá. 

En el caso de las tomas en sí, Łukasz Żal evitó componer de forma artística o estética. Según sus palabras en Vanity Fair “intentó serlo más objetivo posible”, por lo que las imágenes tienen la apariencia de un álbum familiar. No es en absoluto casual. Para el equipo de producción, reconstruir las imágenes que forman parte del dominio público, fue contar una historia a través del ámbito visual. De hecho, el experto imitó errores de iluminación y encuadre para narrar lo que ocurría desde la posición de un observador impasible. 

El uso de la tecnología térmica en cine

En una de las escenas más duras e incómodas de la película, se muestra a Rudolph leyendo un cuento a sus hijos. Poco a poco, la secuencia pasa a otra que muestra a una joven actuando en secreto durante la noche. Por singular que parezca y en vista de lo cuidadoso que el equipo de la cinta fue con los recursos, toda la acción transcurre a través de imagen térmica nocturna. Lo que, en principio, muestra lo que sucede como un evento onírico, hasta que muestra que se trata de una mujer que intenta ayudar a los cautivos en el campo de concentración.

En realidad, todo el fragmento tiene relación con el punto de vista del director sobre el bien y el mal. La mujer, que puede verse, avanza en una impresión blanca y grisácea frente a la pantalla, encarna la determinación de los que rodeaban el campo para brindar sostén. La apariencia de tétrica frialdad de toda la secuencia, tiene un motivo. El director de fotografía usó una cámara FLIR, capaz de grabar imágenes termográficas de infrarrojos. Pero no se trata de una herramienta hecha para el cine, por lo que hubo que trabajar con software digitales para lograr estandarizar el resultado con el resto de la cinta. 

Al final, lo que se muestra es una imagen que se diluye en medio de las sombras y que se sostiene en una noche llena de matices de grises. Una visión alegórica de la premisa central de la película basada en la percepción de mal como parte oculta de cada acción humana. 

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