Adivina adivinanza. Se comunica, grita cuando se le agrede y puede someterse a los efectos de la anestesia. Podría ser cualquier animal, incluyendo el ser humano, pero no es un animal, aunque sí es un ser vivo. Se trata prácticamente de cualquier planta. Al pensar en las características de las plantas, sin duda esas no son las primeras que nos vienen a la mente. Sin embargo, en los últimos años se han publicado estudios que sacan a la luz cualidades del mundo vegetal de lo más curiosas, por su fascinante parecido con los animales.

Antes de seguir adelante, es importante dejar algo claro. Este no es un intento de equiparar las plantas a los animales ni de atentar contra la dieta vegetariana. Esta última sigue siendo la opción más sostenible y saludable y, a la vez, la única que no conlleva sufrimiento. Porque las plantas no tienen sistema nervioso y, por lo tanto, no sufren como un animal

Por lo tanto, estas características de las plantas son datos interesantes y curiosos, pero no el  motivo para compararlas con los animales. Obviamente, también hay que cuidarlas. Cortar árboles sin ton ni son, como hacen en algunas grandes ciudades de España, no tiene sentido. No es bueno para la vegetación, pero tampoco para nosotros, pues no deja de ser lo mismo que extirpar algunos de los pulmones de la ciudad. Esta adivinanza, al fin y al cabo, es un llamamiento a lo curioso y al sentido común. Nada más, ni nada menos.

Características de las plantas que parecen humanas

Si buscamos la palabra “planta” en el diccionario de la Real Academia Española, veremos que se define como “ser vivo autótrofo y fotosintético, cuyas células poseen pared compuesta principalmente de celulosa y carecen de capacidad locomotora”. 

Por lo tanto, esas podrían considerarse las características de las plantas más comunes. Y todas son ciertas, desde luego. Pero se conocen muchas más, algunas de ellas de lo más curiosas. Tanto, que parecen casi humanas. Sin llegar a serlo, claro.

Las plantas pueden comunicarse

Muchas de estas características de las plantas se conocen desde hace décadas, aunque en tiempos mucho más recientes se han descubierto detalles nuevos. Es el caso de la comunicación entre plantas. 

En la década de 1980, se descubrió que muchas plantas tienen la capacidad de liberar sustancias químicas en respuesta a las lesiones por el ataque de plagas. Estas parecían tener dos funciones. La primera y más clara era precisamente ahuyentar a dichos depredadores. Pero parecía que había otra: alertar a las plantas cercanas para que emitiesen también sustancias defensivas y estuviesen listas para el ataque.

Esto tenía sentido, pero hasta ahora no se ha comprobado cómo ocurre exactamente. Un equipo de científicos japoneses ha logrado captar recientemente el momento justo en el que las plantas hablan entre ellas, describiendo así cuáles son los mecanismos que usan.

Lo han conseguido tras realizar un experimento con plantas de la especie Arabidopsis thaliana y orugas de Spodoptera litura. Pusieron las orugas sobre las hojas de una planta y, junto a ella, colocaron otra totalmente sana. Previamente, las plantas se habían modificado genéticamente para que sus células emitieran fluorescencia como respuesta a la liberación de iones de calcio. Se tomó esta decisión porque esta es una reacción normal en la comunicación entre células animales. Pero estamos hablando de células dentro de un mismo animal. 

Las plantas dañadas se introdujeron en una botella que permitía medir las sustancias que se liberaban de las hojas heridas y, a su vez, bombardearlas al exterior. Así, se vio que, a medida que las orugas deterioraban las hojas, se emitían cada vez más compuestos químicos, que inmediatamente desencadenaban la liberación de iones de calcio en las células de la planta sana. Estos compuestos eran principalmente dos: Z-3-HAL y E-2-HAL.

También gritan, aunque tú no las oigas

Ya hemos visto que entre las características de las plantas está su capacidad para comunicarse. Pero no solo se comunican mediante la liberación de sustancias químicas volátiles. También pueden gritar cuando se someten a estrés o corren peligro de muerte.

Fue la conclusión de un estudio realizado también hace unos meses. Como con la anterior investigación, esto es algo que ya se intuía. En años anteriores, se había comprobado que, al colocar vibrómetros al lado de las plantas, estos detectaban ondas en respuesta al estrés. ¿Pero eran ondas acústicas?

Para comprobarlo, un equipo de científicos de la Universidad de Tel Aviv colocó una serie de plantas en cajas acústicas unidas a micrófonos ultrasónicos, capaces de detectar sonidos en frecuencias que van desde los 20 hasta los 250 kilohercios. Un tercio de las plantas se cuidó con normalidad, mientras que al segundo tercio se le cortó el tallo y el otro tercio se dejó más tiempo de la cuenta sin regar.

Al comprobar las grabaciones de los micrófonos, se descubrió algo emocionante. Todas las plantas emitieron una especie de chasquidos inaudibles para el oído humano. Sin embargo, mientras que las que se habían cuidado con normalidad emitían menos de un chasquido por hora, las dañadas y deshidratadas emitieron docenas de chasquidos en el mismo tiempo. Por lo tanto, parecían gritos de alerta de que algo no iba bien. 

Todo esto ya de por sí es suficientemente interesante, pero aún hay más. Y es que podría decirse que las plantas hablan idiomas, ya que los chasquidos fueron característicos de cada especie. Sin duda, estas características de las plantas no las esperábamos, pero eso es lo que las hace tan apasionantes.

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Sucumben a la anestesia igual que los animales

Podríamos pensar que la susceptibilidad a la anestesia es solo cosa de animales. Sin embargo, cualquier ser vivo, sea cual sea, puede sucumbir a este conjunto de sustancias químicas. Desde las bacterias hasta las plantas. Todas caen en el abrazo de Morfeo, de una forma u otra, cuando se las anestesia.

En el caso de las plantas, una de las primeras personas en demostrarlo fue el fisiólogo francés Claude Bernard. Lo hizo en 1878, tras someter a la planta Mimosa pudica a los efectos del éter. Esta planta es sensible al tacto. Sin embargo, al ponerla en contacto con esta sustancia anestésica, cerraba sus hojas y no respondía a los estímulos táctiles como hace normalmente.

Tal es el efecto de la anestesia sobre las plantas que se han llegado a usar para entender mejor cómo actúan los anestésicos sobre los humanos. Como modelos para esto se ha empleado la Venus atrapamoscas. Esta planta carnívora también responde al tacto, pero a través de la liberación de impulsos eléctricos que tienen un gran parecido a los del sistema nervioso de los humanos. De hecho, esto no quiere decir que las plantas tengan sistema nervioso y sufran como los animales. Pero sí que se puede ver cómo afectan a esos impulsos ciertos compuestos, como el éter.

En definitiva, las plantas no son animales, por supuesto. Sin embargo, hay ciertas características de las plantas que casi nos hacen confundirlas con ellos. ¿Habrá más que no se hayan descubierto aún? 

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