La dieta BARF para mascotas ha sido muy discutida en los últimos años. Hay personas que opinan que, sobre todo los perros, se benefician más de comer la carne cruda, ya que es así como se alimentan en estado salvaje. Otras personas, en cambio, recuerdan que los perros domésticos tienen muy poco que ver con lobos o zorros y que ese tipo de alimentación no puede más que traer perjuicios. Para ellos y para los seres humanos con los que conviven. La polémica no cesa y ahora un nuevo estudio la ha avivado todavía más, al demostrar que los perros que siguen la dieta BARF pueden estar difundiendo bacterias E.coli resistentes a antibióticos.
Concretamente, las bacterias que se han hallado en las heces de los perros que comen carne cruda son resistentes al ciprofloxacino. Este es un antibiótico de amplio espectro, que a menudo se emplea cuando las infecciones ya son resistentes a antibióticos más específicos. Que las bacterias se vuelvan también resistentes a él supone cruzar una barrera muy peligrosa en la que una infección simple podría ser mortal.
Por eso, la dieta BARF no es ningún juego. Se pueden tomar muchas precauciones, es cierto, pero la posibilidad de que la carne cruda lleve bacterias resistentes a antibióticos es un hecho que se puede evitar fácilmente con otro tipo de alimentación para perros.
¿En qué consiste la dieta BARF?
La dieta BARF consiste en la alimentación de mascotas, generalmente perros y gatos, con carne cruda. En perros, además, incluye vegetales; ya que, al contrario que los gatos, que son carnívoros estrictos, los canes son omnívoros, también en estado salvaje.
Principalmente, hay tres argumentos a favor de este tipo de alimentación. Por un lado, que es una alimentación mucho más parecida a la que estos animales tendrían en estado salvaje. En segundo lugar, que la carne cruda tiene enzimas que, al procesar esa carne, aumentan la biodisponibilidad de los nutrientes. Si se cocinan los alimentos, esas enzimas se perderían, por lo que es un argumento a favor de la dieta BARF. Finalmente, los defensores de este tipo de alimentación sostienen que los piensos convencionales llevan toxinas que pueden ser peligrosas para nuestras mascotas.
Cada uno de estos argumentos tiene su contraargumento, como bien explicó en declaraciones a Hipertextual la veterinaria experta en felinos Fátima Blanco. Para empezar, los perros y gatos domésticos no tienen nada que ver con las especies en estado salvaje de las que evolucionaron. De hecho, convivir con los seres humanos los ha cambiado en aspectos tan positivos como un aumento de su esperanza de vida. Y ese aumento de la esperanza de vida se basa precisamente, entre otros factores, en el cocinado de los alimentos, con los que se pueden eliminar ciertos patógenos.
En cuanto a las enzimas, no hay estudios científicos concluyentes al respecto. Por lo tanto, esto no es más que una conjetura. Y, finalmente, los piensos para mascotas siguen muchísimos controles de calidad, con los que se minimiza la posibilidad de que lleven sustancias tóxicas. Al contrario, con la dietas BARF no se siguen apenas controles.
Es cierto que se puede optar por congelar la carne cruda antes de que los animales la consuman. No obstante, algunas bacterias podrían sobrevivir al congelado.
Las bacterias de la carne cruda
Expertos como la citada Fátima Blanco insisten en que el consumo de carne cruda no aporta beneficios que compensen los posibles perjuicios. Estos perjuicios serían para perros y gatos, pero también para los humanos, pues aumenta el riesgo de zoonosis. Es decir, el riesgo de que ciertos organismos patógenos, procedentes de otras especies animales, logren infectarnos a nosotros.
En el estudio, que se acaba de publicar en One Health, sus autores quisieron comprobar cuáles eran los factores que aumentaban el riesgo de que las heces de perro contuvieran bacterias E. coli. Inicialmente no estaban pensando en la dieta BARF.
Sin embargo, al analizar las heces de 600 perros, estos científicos, procedentes de la Universidad de Bristol, observaron algo curioso. Aquellos canes que se habían alimentado con carne cruda no solo mostraban una mayor proliferación de E. coli. La bacteria, al contrario que en otros perros, era resistente al ciprofloxacino.
Se tuvieron en cuenta otros factores, como la convivencia con más animales, el consumo de otros alimentos o los lugares por los que solían pasear. Pero ninguno de ellos tuvo una relación tan estrecha con la posibilidad de que estas bacterias se encontraran en sus heces.
Cuidado con el ganado
Otro dato interesante de este estudio fue que las bacterias halladas en las heces de los perros rurales eran muy similares a las que se encuentran en un análisis de las heces del ganado. En cambio, los perros de entornos urbanos tenían bacterias más parecidas a las de los humanos.
Esto ha llevado a que los autores de la investigación hagan un llamamiento a los granjeros, para que reduzcan la administración de antibióticos al ganado.
A menudo se dice que la carne procedente de las granjas tiene antibióticos. Esto no es cierto, al menos en Europa, donde se siguen muchísimos controles para evitar que pase. Sin embargo, si se administran demasiados antibióticos al ganado, lo que sí puede ocurrir es que sus bacterias se vuelvan resistentes. En realidad, E. coli suele vivir en el sistema digestivo de humanos y otros animales, sin causar ningún perjuicio. Sin embargo, en algunos casos sí que puede causar enfermedades, sobre todo en pacientes inmunodeprimidos. Es una bacteria fácil de tratar, pero si la E. coli que seguramente estaría en el sistema digestivo del ganado se vuelve resistente a los antibióticos y pasa a los perros y, de ahí, a los humanos, podríamos estar ante un problema grave.
Ahora bien, no se trata solo de que los ganaderos reduzcan la administración de antibióticos a sus animales. También es esencial que se deje a un lado una dieta cuyos beneficios no están demostrados, al contrario que sus perjuicios, para los que cada día tenemos más pruebas. Los alimentos, mejor cocinados. También si son para nuestras mascotas.