ChatGPT acaba de celebrar su primer aniversario el pasado 30 de noviembre. Parece mentira cómo en tan poco tiempo la inteligencia artificial generativa de la cual el chat de OpenAI ha sido adalid ha cambiado el mundo en tan poco tiempo. Y también parece mentira el lío que la cúpula de la compañía formó en pleno aniversario con el despido y regreso de Sam Altman.

Pero bajo su éxito irrefutable existe una duda: ¿Cuándo será ChatGPT un producto rentable? O más bien, ¿lo será alguna vez?

Las cuentas de ChatGPT no le salen a OpenAI

La versión con GPT 3.5 abierta a todo el mundo consume una cantidad de recursos energéticos y de procesamiento brutal. Según un análisis realizado por la firma de investigación Semianalysis , solo tener el chat abierto cuesta 700.000 dólares al día, estimando unos 36 céntimos de dólar por pregunta.

Solo tener ChatGPT en abierto cuesta 700.000 dólares al día a OpenAI

El elevado costo de operación se debe, en parte, a la intensa demanda de unidades de procesamiento gráfico (GPU) que requiere la IA generativa. Estos chips especializados son caros y a menudo difíciles de obtener debido a la alta demanda en la industria de la tecnología.

Hasta ahora OpenAI ha generado pérdidas, como es normal en una firma que nació con vocación de ser únicamente un centro de investigación. Pero el viraje hacia lo comercial que ha impulsado Altman en asociación con Microsoft en los últimos años las han hecho mucho más profundas. Solo en 2022, el año del desarrollo de ChatGPT, las pérdidas de OpenAI se elevaron hasta los 540 millones de dólares.

¿Cómo se paga eso? Además de la inversión de Microsoft (con un trasfondo gris en el que enseguida ahondaremos) OpenAI tiene su mayor foco de monetización en la versión plus del chat que da acceso a GPT4, la nueva integración que permite generar imágenes con Dall-E desde el mismo chat o la creación de GPTs, sus nuevos chatbots personalizados.

Cómo gana dinero OpenAI (y como piensa ganarlo)

Sam Altman
Imagen libre vía Tech Crunch

La suscripción tiene un coste de 20 dólares más impuestos al mes, y según The Information ahora mismo está generando unos 80 millones de dólares al mes.

Eso supone que ahora mismo ChatGPT Plus cuenta con unos 4 millones de usuarios de pago. Pero no es su única vía de ingreso. Además, cobra a desarrolladores y software de terceros que construyen sobre sus modelos por el acceso a su API.

Todo ello estaría llevando a superar el umbral de los 1.300 millones de dólares de ingresos ya este año, según habría contado Sam Altman a sus empleados de forma interna.

Sobrepasar el umbral de los 1.000 millones de ingresos es en sí un éxito, porque se esperaba que esa cifra se rebasara en 2024. Sin embargo, OpenAI tiene muchas mochilas en la espalda.

A medio plazo, OpenAI pensaba además añadir otra pata de ingresos creando la tienda de GPT personalizados, donde cualquier podría comprar acceso a estos chat personalizados creador por usuarios y empresas. Su modelo, a falta de confirmación, sería similar al de la AppStore de Apple, con un porcentaje para el creador del custom GPT y otro para OpenAI. Sin embargo, fruto de las tensiones de las últimas semanas, su lanzamiento, que se prometía inminente, se ha retrasado a 2024.

Los ‘intereses’ de Microsoft y la propia idiosincrasia de OpenAI

Satya Nadella, director ejecutivo de Microsoft

No hay duda de que OpenAI es una de las organizaciones tecnológicas con mayor proyección, como indica su valoración por encima de los 27.000 millones.

Sin embargo, su crecimiento en ingresos tiene varios agujeros provocados por la inyección económica de 13.000 millones que le ha proporcionado Microsoft en los últimos dos años.

OpenAI está obligada a entregarle el 75% de sus beneficios (en el momento en el que los genere) hasta que la compañía de Satya Nadella recupere su inversión.

Para comprenderlo, Microsoft no aspira solo a integrar la tecnología de OpenAI todo lo que pueda en sus productos, sino a no perder ni uno de los céntimos que ha invertido. OpenAI está obligada a entregarle el 75% de sus beneficios (en el momento en el que los genere) hasta que la compañía de Satya Nadella recupere su inversión.

Esto se explica por su peculiar estructura interna, causante también del cisma generado hace unas semanas. Surgida como un instituto de investigación sin ánimo de lucro, bajo el mandato de Altman la organización ha ido acercándose más a un modelo de empresa tradicional. Tanto, que realmente está partida en dos.

Por un lado, tenemos a OpenAI Incorporated y, por otro, a OpenAI LP. La primera es la organización sin fines de lucro fundada en 2015, mientras que la segunda es una subsidiaria con ganancias limitadas establecida en 2019 tras la salida de Elon Musk.

Tras la inversión, Microsoft es dueña del 49 % de OpenAI LP, socio minoritario pero muy influyente. Eso sí, el punto clave aquí es que en lugar de recibir acciones, los inversores de OpenAI solo cuentan con un compromiso de recibir parte de los beneficios futuros. El mismo Sam Altman no cuenta con una sola acción, como él mismo confirmó interrogado ante el Congreso de los Estados Unidos.

El futuro para ahorrar: fabricar sus propios procesadores

Hay un actor más que estrangula a OpenAI: NVIDIA y sus procesadores, imprescindibles para ofrecer sus productos. Según Reuters, OpenAI se estaría planteando fabricar sus propios chips como una vía intermedia para reducir gasto y así aumentar sus beneficios.

Esta estrategia ya ha sido adoptada por otras grandes empresas tecnológicas, como Google y Meta, y podría ayudar a OpenAI a mejorar su situación financiera. Sin embargo, esta iniciativa presenta sus propios desafíos, incluyendo la necesidad de personal especializado, la gestión de las relaciones con los proveedores de componentes y la inversión de capital.

Veremos si para su segundo aniversario OpenAI consigue seguir reduciendo la actual brecha económica que ahora mismo tiene, o si los recientes cambios en su mesa de directivos lleva al chat hacia otros productos y formas de monetización.

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