El pasado viernes el panorama tecnológico-empresarial se levantaba con una noticia que desde luego nadie podía prever. Sam Altman era cesado de forma fulminante como CEO de OpenAI, seguramente la organización tecnológica más citada de la actualidad y con posibilidades de ser de las más influyentes en el futuro.

La noticia llegaba con un escueto comunicado que alegaba pérdida de confianza a punto de cumplirse un año del lanzamiento de su producto estrella, ChatGPT, y apenas unos días después de presentar al mundo sus novedades.

La salida de Sam Altman ocurre se da tras un proceso de revisión interna por parte de la junta directiva, que ha concluido que no fue sincero en todo momento en sus comunicaciones, entorpeciendo su habilidad de ejercer sus responsabilidades. La junta directiva ya no tiene confianza en sus capacidades para seguir dirigiendo OpenAI.

Comunicado de OpenAI

La noticia era completamente inesperada, pero casi menos aún la sucesión de acontecimientos a la que daría lugar. 

Breve cronología del drama de OpenAI: De Altman saliendo como CEO a volver a su puesto en 5 días

En total han sido cinco días que han dado para mucho:

  • El viernes la junta de OpenAI cesaba a Altman y ascendía al puesto a la CTO Mia Murati.
  • Greg Brockman, cofundador y Presidente de la compañía, dimite ese mismo día tras conocer la noticia. En ese momento se apunta a que el movimiento ha sido empujado por Ilya Sutskever, cofundador y jefe científico.
  • Un día después se produce el primer gran giro de guion: Microsoft ficha a Sam Altman y Brockman para liderar la innovación en IA dentro de la compañía. Microsoft parecía salir muy reforzado del caos en la organización en la que con tanta fuerza había invertido: ¿Habían provocado ellos el colapso?
  • Ese mismo 20 de noviembre OpenAI anuncia que Emmett Shear, cofundador de Twitch, pasa a ser CEO interino de OpenAI.
  • “OpenAI is nothing without its people”: Más de 500 de los 700 empleados de OpenAI amenazan con abandonar la empresa si Altman no regresa en una carta conjunta en la que, de forma sorprendente, aparece la firma de Sutskever.
  • El día 21 vuelven los rumores de que Altman quiere regresar a OpenAI, algo que se concreta al día siguiente, este miércoles 22. Brockman también regresa y se anuncia una nueva junta formada por Bret Taylor (Presidente), Larry Summers y Adam D'Angelo.

Puedes leer una versión ampliada de esta cronología aquí.

¿Quién controla de verdad OpenAI antes y ahora? Un ejemplo de cómo no dirigir una empresa

Sam Altman, ChatGPT

Hay que tener en cuenta la naturaleza peculiar de OpenAI. Surgida como un instituto de investigación sin ánimo de lucro, bajo el mandato de Altman la organización ha ido acercándose más a un modelo de empresa tradicional. Tanto, que realmente está partida en dos. 

Por un lado, tenemos a OpenAI Incorporated y, por otro, a OpenAI LP. La primera es la organización sin fines de lucro fundada en 2015, mientras que la segunda es una subsidiaria con ganancias limitadas establecida en 2019 tras la salida de Elon Musk. 

Tras la inversión de 10.000 millones de dólares, Microsoft es dueña del 49 % de OpenAI LP, socio minoritario pero muy influyente. 

El drama de OpenAI tiene su precuela en su junta directiva

A su vez, la junta directiva ha tenido su propia historia hasta llegar hasta aquí. 

Tres miembros de la junta directiva de OpenAI renunciaron a principios de este año en cuestión de meses, pero la compañía no buscó reemplazos. Eso ocasionó un poder más concentrado.

Uno de los miembros actuales y que parece que perdurará pese a los cambios, es el ex CTO de Facebook y actual CEO de Quora, Adam D'Angelo, quien también lanzó hace poco una plataforma de chatbot de inteligencia artificial llamada Poe, que aprovecha, pero también compite, con los productos de OpenAI. 

En los primeros años de la historia de OpenAI, alrededor de diciembre de 2015, la junta estaba compuesta por dos personas, los copresidentes Elon Musk y Sam Altman. Para marzo de 2017, la junta había crecido a cuatro: Musk, Altman, Chris Clark (el primer COO de OpenAI) y Holden Karnofsky, fundador de la fundación de investigación Open Philanthropy.

Greg Brockman, expresidente de OpenAI, se unió a la junta a finales de 2017 junto con Ilya Sutskever, científico jefe de OpenAI, ambos cofundadores. La junta se redujo al año siguiente tras la salida de Musk, supuestamente debido a desacuerdos de liderazgo, pero volvió a crecer en 2018 y 2019 con las incorporaciones de D'Angelo, Sue Yoon, directora de proyectos de robótica de Google (quien se iría solo un año después), Reid Hoffman, fundador de LinkedIn, Tasha McCauley y Shivon Zilis, ejecutivo de Neuralink.

Tras ellos se han producido más bajas y altas, con renuncias como la de Hoffman. 

Al final, quedaron seis: Altman, Brockman, D'Angelo, Helen Toner (directora del Centro de Seguridad y Tecnologías Emergentes de Georgetown), McCauley y Sutskever. Hasta el viernes, cuatro permanecían en la junta de OpenAI, los seis anteriores menos Altman y Brockman. 

Ahí, las posiciones de Sutskever y Toner parece que se alinearon, según publica el New York Times. Toner había publicado meses antes un artículo científico sobre los peligros de la IA que generó tensión con Sam Altman, porque en él elogiaba el acercamiento que estaba realizando Anthropic, su rival más directo y por el ya habían fichado a algunos de sus ingenieros.

Altman consideró que este desacuerdo era peligroso para su organización, especialmente en un momento en que la Comisión Federal de Comercio estaba investigando a OpenAI por los datos utilizados para construir su tecnología.

En consecuencia, Altman iba ganando poco a poco pequeños enemigos y alimentando rencillas que acabaron por explotar. Desde Bloomberg se apunta también que D’Angelo tenía motivos para renunciar, dado que Poe puede competir con ChatGPT, aunque es uno de los pocos supervivientes.

McCauley, por otro lado, es cofundadora del Centro para la Gobernanza de la IA (GovAI), que está financiado en parte por Open Philanthropy. Anthropic es financiado en parte por Open Philanthropy, lo que también tenía tintas de tinte de conflicto corporativo.

Como vemos, muchos intereses y nombres cruzados. Quizás en los próximos días y semanas, descubriremos cómo estos posibles conflictos y relaciones contribuyeron al desenlace de OpenAI, si es que lo hicieron, pero lo cierto es que dejaron a un solo hombre con un poder especial: Ilya Sutskever.

¿Quiénes son los nuevos miembros de la junta?

Junto con D'Angelo, ahora hay dos nuevos miembros, con perfiles veteranos:

  • Bret Taylor: veterano de Silicon Valley, ha trabajado en Google, Facebook, Twitter y hasta este año ha sido coCEO de Salesforce.
  • Larry Summers: economista que fue Secretario del Tesoro de 1999 a 2001 y presidente de la Universidad de Harvard.

¿Quién es Ilya Sutskever y qué hay de su posible visión contrapuesta a Altman sobre la IA?

Nacido en 1986 en Rusia y formado en Israel y Canadá, Sutskever es referenciado como una de las mentes más brillantes del panorama de la IA actual y ocupa el puesto de jefe científico de OpenAI.

Sin embargo, Sutskever también se ha señalado como el Rasputín de esta historia. De aparentemente promover la salida de Altman a firmar la carta que pedía su vuelta con otros centenares de empleados.

En 2015, después de una breve estadía en Google, Sutskever cofundó OpenAI y eventualmente se convirtió en su científico jefe; fue tan importante para el éxito de la compañía que Elon Musk se atribuye el mérito de reclutarlo.

Supuestamente, Sutskever quiso en un momento dado frenar las ambiciones de Sam Altman por avanzar de forma firme hacia la IA y el evidente nuevo perfil comercial que estaba tomando. Sutskever prefería hacerlo de forma más lenta y segura. No en vano, el ruso se formó bajo la tutela de Geoffrey Hinton, uno de los padres de la IA moderna que renunció hace poco a su puesto en Google aludiendo que “debía ponerse freno a su avance”.

Aunque aún no tenemos una explicación completa de las razones de la junta para terminar con Altman, la fisura sobre la velocidad de la comercialización parece haber sido un problema clave. Esto se ha reflejado en varias otras áreas. Google, por ejemplo, ha abogado durante mucho tiempo por un enfoque lento y cauteloso, lo que hizo que pareciera rezagado cuando OpenAI llamó la atención con ChatGPT, a pesar de más de una década de inversión e investigación en inteligencia artificial.

Sin embargo, no sabemos si esto fue del todo así o si, de serlo, Sutskever tuvo miedo a que todo el trabajo de OpenAI se fuera al traste después de la decisión de cesar a Altman.

¿Qué otros motivos podrían haber provocado todo esto?

Aunque no lo sabemos, al menos todavía, la visión de un choque de poder y escaso control de la junta va ganando terreno. No obstante, ha habido otros rumores y suposiciones: 

  • Apartar a Sam Altman por dividir su atención con Wordcoin y otras posibles iniciativas
  • La insostenibilidad de las cuentas de OpenAI
  • Un intento de compra o fusión con Anthropic, un rival directo, que Altman podría haber impulsado con escasa transparencia
  • Desconfianza por su cercanía a Microsoft
  • Falta de información sobre posibles sanciones desde Europa
  • E incluso acusaciones sin probar de la hermana de Altman, quien publicó en Twitter hace dos años que había sufrido abusos de distintos tipos por parte de sus hermanos, incluyendo el CEO de OpenAI. Sin embargo, en un reportaje en NYMag en el que se le entrevistaba, la hermana prefirió no mencionar estas acusaciones.

¿Cómo queda el papel de Microsoft tras esto?

Sam Altman, nadella,

Para Microsoft, OpenAI es clave en su estrategia de inteligencia artificial. Satya Nadella ha señalado que estaría contento con Sam Altman y su equipo ya sea dentro de Microsoft o regresando a OpenAI, siempre y cuando pueda seguir contando con sus avances. 

Pero la postura de Microsoft es incómoda en esta historia. Ha pasado de tener el 49% de la rama comercial de OpenAI a anunciar la contratación de Altman. Habría salido muy beneficiado. En cierto modo, Microsoft cuenta ya con los productos y el público para aplicar toda la IA de OpenAI —como ya está haciendo en Office o con Copilot— y la podría haber descapitalizado completamente.

Microsoft por ahora ha celebrado la vuelta de Sam Altman, pero su particular juego de poder sigue ahí. En especial, si dentro de un tiempo vemos que OpenAI ha perdido relevancia tras este drama interno público.

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