Es, en definitiva, lo más contundente que ha logrado una cumbre climática. Pero no por eso está a la altura de lo mínimo necesario para frenar la crisis. El acuerdo final de la COP28 recoge la intención de los países de hacer la transición desde los combustibles fósiles «de manera justa, ordenada y equitativa». Pero es vago, tanto en el lenguaje como en los objetivos, y se queda muy corto.

El acuerdo final es la tercera versión presentada en aproximadamente dos semanas. Es resultado de la puja entre quienes pedían la «eliminación gradual» de los combustibles fósiles —más de 100 países abogaban por ello— y el llamado a la «reducción» en su uso que finalmente fue aprobado. También es consecuencia del liderazgo de Sultan Al Jaber, escogido por Dubai como presidente de la COP28, acusado de usar las reuniones preparatorias de la cumbre para favorecer acuerdos de su país sobre la explotación de petróleo y gas.

«Esta es una verdadera victoria para quienes son pragmáticos, orientados a resultados y guiados por la ciencia», declaró Al Jaber, quien también es director de la compañía petrolera estatal ADNOC. El presidente de la COP28 ya había dicho que «no existe ciencia» que demuestre que se necesita la eliminación de los combustibles fósiles para limitar el calentamiento global. Su gestión en el encuentro estuvo secundada por la presencia de 2.400 delegados relacionados con las industrias del carbón, el petróleo y el gas. Fueron más que los representantes gubernamentales.

Mientras algunos celebraban, António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas y que lleva años exigiendo acciones urgentes, habló de «retrasos», «indecisiones» y «medias tintas». «A aquellos que se opusieron a una referencia clara a la eliminación progresiva de los combustibles fósiles… quiero decirles que es inevitable, les guste o no. Esperemos que no llegue demasiado tarde», dijo Guterres luego de conocido el acuerdo final.

¿Qué objetivos plantea el acuerdo de la COP28?

Se espera que este año termine con una cifra récord de emisiones: cerca de 40,9 mil millones de toneladas de CO₂, el principal gas contaminante causante del efecto invernadero. La mayoría de estas emisiones es provocada, precisamente, por la quema de combustibles fósiles.

Esta es la primera vez que los países se ponen de acuerdo para declarar que es necesaria la transición para abandonar los combustibles fósiles. Pero hasta aquí llega lo histórico. El documento no establece obligaciones para los gobiernos, límites claros ni un calendario de acciones.

Por el contrario, pide «a las partes que contribuyan» con una lista de acciones climáticas, «de acuerdo a sus circunstancias nacionales». El acuerdo de la COP28 plantea «triplicar la capacidad energética renovable» y «duplicar la eficiencia energética media» anual de aquí a 2030. Si esto se lograra, podría reducir en un 25 % la demanda de petróleo para fines de la década, calcula la Agencia Internacional de Energía.

Pero, de nuevo, el texto se queda en un tímido llamado. Un borrador difundido el sábado consideraba la opción de una «eliminación gradual de los combustibles fósiles de acuerdo con la mejor ciencia disponible». Las delegaciones de Estados Unidos, la Unión Europea y varios países insulares defendieron la propuesta, pero corrían el riesgo de que no se llegara a ningún acuerdo. Los casi 200 países debían dar el visto bueno —o al menos no oponerse—, o la cumbre terminaría sin declaración conjunta.

Mientras tanto, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), instó a sus socios a oponerse a cualquier condena sobre los combustibles fósiles. Así, el lunes se pasó de la «eliminación gradual» a una versión que decía que las naciones debían «reducir el consumo y la producción de combustibles fósiles de manera justa, ordenada y equitativa». Por eso, la declaración final sobre la «transición» energética fue celebrada por algunos activistas, tomando en cuenta que pudo ser peor.

Apertura COP 28 sobre el cambio climático.
Credit: COP28

La admisión del fracaso

El grupo de las pequeñas naciones insulares objetaron algunos aspectos del texto, pero decidieron no deshacer el acuerdo de la COP28. La de estos países es una de las caras más dramáticas de la crisis climática. Festejar lo ocurrido sería como «celebrar las flores que reposarán en nuestra tumba», declaró Brianna Fruean, reconocida activista de Samoa, a la BBC.

Fruean explicó que lo convenido no evitará que se supere el límite de los 1,5 °C de calentamiento global, el objetivo base del Acuerdo de París, firmado en 2015 por casi todas las naciones. Resaltó que está en riesgo la supervivencia de las islas. Este 2023, el nivel medio del mar a escala mundial alcanzó su máximo histórico

Sobre el proceso de transición de los combustibles fósiles, el acuerdo solo establece que se debe acelerar «la acción en esta década crítica». Y repite un compromiso con meta lejana que ya se había mencionado antes: cero emisiones para 2050, «en línea con la ciencia».

Esta propuesta tibia no corresponde con el oscuro balance que recoge el mismo documento de la COP28. Los países reconocen en el texto que para evitar que el calentamiento se dispare por encima de los 1,5 °C se necesitan «reducciones profundas, rápidas y sostenidas» de las emisiones de gases. Mencionan lo que ya ha advertido hasta el cansancio la comunidad científica: hay que reducirlas un 43 % para 2030 y un 60 % para 2035, en comparación con el nivel de 2019.

Pero lo planteado hasta ahora está muy lejos de esta meta. De acuerdo con el documento, se proyecta que los niveles de emisión de gases contaminantes solo caigan un 5,3 % en 2030. Esto, si se implementan por completo los planes de reducción presentados por los gobiernos.

Emisiones dióxido de carbono

Sin asistencia clara para los más vulnerables

«Está claro que ocho años después del Acuerdo de París, todavía estamos muy lejos de limitar el calentamiento global a 1,5 °C y evitar los peores impactos de la crisis climática», dijo Manuel Pulgar-Vidal, quien fue presidente de la COP20 en Perú en 2014. Advirtió que esta cumbre deja «distracciones peligrosas».

La cumbre también cierra sin ayuda clara a los más países más pobres. En la reunión del año pasado, se acordó la creación de un nuevo fondo de «pérdidas y daños». Se esperaba que en esta oportunidad se definieran reglas claras de la asistencia y el compromiso por parte de los países más ricos —y más contaminantes—. Pero la COP28 «instó», de nuevo, a los países desarrollados a contribuir al fondo.

Ya se anunciaron más de 400 millones de dólares en ayuda, que serán gestionados por el Banco Mundial. Un apoyo casi insignificante. La ONU estima que se necesitarán hasta 387.000 millones de dólares anualmente para que los países pobres puedan adaptarse al cambio climático.

Las Naciones Unidas sostienen que hay solo 14 % de probabilidades de que logremos limitar el calentamiento global por debajo de los 1,5 °C. El 2023 va a ser el año más caluroso de la historia. Si todo sigue así, vamos camino a un aumento de entre 2,5 °C y 2,9 °C en este mismo siglo.

«Terminen con los combustibles fósiles. Salven nuestro planeta y nuestro futuro», decía la pancarta de Licypriya Kangujam. La activista india de 12 años subió al escenario de la COP28 el lunes. Los representantes de los gobiernos mundo, luego de la sorpresa y claramente incómodos, decidieron aplaudirle. Por «su valentía y entusiasmo», dijeron desde el micrófono al auditorio. A juzgar por el acuerdo final, casi una burla al reclamo.

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