Durante la última década, Nicolas Cage se ha vuelto experto en papeles inclasificables. Eso, en películas más cercanas a la experimentación que a un Oscar de la Academia. De Pig, Mandy a Renfield y El insoportable peso de un talento descomunal. Lo cierto es que el intérprete se decanta por encarnar figuras extravagantes, llenas de guiños y tics. Mucho más, que le permitan explorar la vena de un tipo de actuación que roce una mezcla entre lo burlón y el drama. Un elemento que, con el correr del tiempo, se ha convertido en su sello distintivo.
Tal vez por eso, su Paul Matthews en Dream Scenario de Kristoffer Borgli parezca sorprendente corriente. Este profesor universitario de mediana edad, ya está perdiendo el cabello y apenas puede presumir de sus conocimientos sobre hormigas. El guion, también escrito por el director, dedica los primeros minutos en analizar el hecho que el personaje podría ser cualquiera. Si algo resulta de interés en la cinta, es su negativa a dar explicaciones o a entrar por completo en códigos del género de terror y fantasía.
Dream Scenario
Una mirada dura sobre cómo nuestra época comprende la fama. Paul (Nicolas Cage) es un profesor universitario que se vuelve una celebridad cuando aparece, a la vez, en los sueños de todo el mundo. El guion establece una inmediata comparación entre el suceso y como las redes sociales, pueden sostener y destruir a cualquiera en medio de situación inexplicable. Pero la interesante premisa decae, cuando intenta buscar explicaciones a su fenómeno, luego de dedicar toda su atención a temas más profundos y menos relacionados con la fantasía.
Lo que sí desea poner en relevancia es que su protagonista es un hombre cualquiera. Sin mayor importancia, a no ser que de un día para otro, aparece en los sueños del mundo entero. Al principio, solo lo hará en los de su círculo familiar. Después, en su ciudad y finalmente, en los de cada persona capaz de dormir. Lo que comienza por ser una especie de suceso aislado y una trivialidad ocurrente, pronto se convierte en un fenómeno fascinante, que acaba por ser aterrador. Casi de manera involuntaria.
El hombre de los sueños del mundo entero
De hecho, el argumento, no desea asustar, ni tampoco, dar explicaciones acerca de qué produce algo semejante. Por lo que se apoya en su apartado visual — frío y parecido a un cuadro de Edward Hopper — para analizar el entorno de su personaje. Paul aparece en los sueños como una imagen huidiza, sin mayor interés o relevancia en lo que sucede en ellos. Solo está de pie, detrás de una puerta o caminando mientras los temores, ansiedades o esperanzas del que duerme se muestran. Sin embargo, el mero de encontrarse ahí, lo convierte en una rareza.
La historia narra con cuidado como el sueño colectivo comienza con su hija Sophie (Lily Bird), que dará la pauta de cómo es la experiencia para el resto. Paul no es un héroe o un villano. No rescata ni asesina a nadie. Solo es una figura pasiva que causa incomodidad por el mero hecho de ser un espectador del escenario onírico. El guion se esfuerza en que su primera parte sea una especie de acertijo surrealista.
Lo que logra, gracias a la acertada actuación de Nicolas Cage. Su personaje es un hombre que ha pasado la vida tratando de llamar la atención sin lograrlo. El intérprete muestra los matices de esa ansiedad por el triunfo, como una rara insistencia por ser visto. Muchas de las mejores escenas del primer tramo de Dream Scenario, se basan en el contraste entre lo que Paul es en realidad y lo que la gente imagina de él.
Una rara forma de fama
Convertido en un fenómeno mundial, Paul ahora encuentra el reconocimiento que siempre necesitó. Una especie de fama súbita muy semejante a cualquier contenido que se viraliza en las redes sociales. La película pon el énfasis en ese paralelismo a través de secuencias enteras que muestran a Paul disfrutando de su súbito estrellato. Le saludan por la calle, su imagen se vuelve recurrente en la televisión y en todo tipo de medios masivos. De modo que ahora, tiene la fortaleza para reconocer que siempre anhelo ese tipo de fama.
Todo, hasta que el fenómeno se vuelve macabro. Poco a poco, la cinta se hace más lóbrega y para su segunda mitad, nadie parece ya muy feliz que Paul sea parte de su intimidad nocturna. El triunfo se convierte en temor y ahora, la figura solitaria y pasiva del personaje, es poco menos que un símbolo del miedo. La trama deja claro, en repetidas ocasiones, que Paul solo es la proyección de los que los demás ven de él. Del significado que quieren brindarle a su imagen solitaria, en medio de horrores, llantos y al final, escenas terroríficas.
Una gran premisa con un final aburrido
Sin embargo, lo que es una inteligente mirada a la fama y lo volátil que puede ser el reconocimiento colectivo, pierde fuerza cuando busca explicaciones. No del fenómeno, que ya se asume como un evento siniestro que nadie puede predecir o entender a cabalidad, sino en cómo Paul insiste en controlarlo. Al menos, sacar provecho. Gradualmente, el mensaje central acerca de la celebridad y sus peligros, se vuelve tedioso por repetitivo. Después, genérico e incluso innecesario. A medida que Paul intenta como puede sobrevivir, a ser amado — y odiado — por todos los que le rodean, la película parece abarcar más de lo que explora.
Para su decepcionante final — con errores de edición y de narración que lo vuelven confuso — Dream Scenario perdió todo su encanto. Aun así, su experimento de convertir los sueños en un espacio complicado para el debate sobre la identidad y la celebridad contemporánea, es de interés. No completo, ni todo lo sugerente que pretende. No obstante, lo suficientemente singular como para convertir a la película en un recorrido poco habitual acerca de las ansiedades modernas.