En la película de terror experimental Háblame, de Danny y Michael Philippou, el miedo se muestra en una sucesión de escenas sangrientas y violentas. Buena parte de ellas, con la estética y el ritmo de los vídeos de TikTok. De hecho, la producción parte de la idea de convertir un suceso sobrenatural en un fenómeno viral. Lo que transforma el habitual tópico de las posesiones en un argumento más actual y novedoso.
Por supuesto, no es la primera vez en la última década que el género aborda los rápidos cambios que la tecnología y las redes sociales han ocasionado. Varias de las películas más interesantes sobre fenómenos paranormales se basan precisamente en nuevas formas de comunicación. Incluso, en cómo artefactos digitales reaccionan a fuerzas invisibles y potencialmente macabras. Un tópico que se ha hecho más frecuente con el tiempo y que abre la puerta a nuevas maneras de narrar lo terrorífico.
Te dejamos cinco películas de terror experimental que mezclan temas y obsesiones contemporáneas con los principales giros del género de terror. Desde una víctima de asesinato que se muestra después de la muerte a través de la fotografía, hasta entidades que utilizan mensajería instantánea para perpetrar una venganza. Un recorrido siniestro a través de los lugares oscuros de la tecnología, la hipercomunicación y la comprensión moderna sobre la intimidad.
Host, una película de terror experimental en medio del confinamiento
Durante la emergencia sanitaria, el director Rob Savage planteó un siniestro argumento que exploró la ansiedad actual por la comunicación. ¿Pueden las redes sociales ser un vehículo de lo sobrenatural? Empleando la plataforma Zoom, en la que se produjeron la mayoría de los contactos durante la cuarenta, el realizador planteó esta película de terror experimental tomando como base la tecnología más usada en pandemia.
En medio de las largas jornadas de aislamiento, un grupo de amigas intenta invocar un espíritu a través de la distancia digital. El resultado es una brutal versión sobre el habitual tópico. La película, en apenas 57 minutos, narra cómo algo que comienza como un juego macabro acaba por transformarse en una serie de asesinatos sangrientos. Todos ellos unidos por las pantallas de portátiles y ordenadores, que muestran los rostros aterrorizados de los personajes. Sin otro recurso que primeros planos y una atmósfera claustrofóbica, el director utilizó la precariedad de recursos del aislamiento para contar una historia aterradora.
Lake Mungo
La adolescente Alice Palmer (Talia Zucker) muere ahogada en circunstancias poco claras. Semanas antes de la tragedia, la chica se había comportado de forma inusual, sin que su familia pudiera explicarse el motivo. Por lo que su fallecimiento despierta la suspicacia de sus padres y hermano, en especial tras comprender que la víctima tenía miedo de morir. El argumento de esta película de terror experimental puede parecer demasiado sencillo, hasta que se muestra la imagen de Alice en una fotografía tomada después de su muerte.
La investigación conduce a los Palmer a lugares aterradores de la búsqueda de contacto con el más allá. Desde la sensación de que el espíritu de la hija muerta vaga por la casa, hasta la comprobación de que una presencia escalofriante los acecha. Todo grabado mediante cámaras fotográficas, de vídeo y teléfonos móviles como un falso documental.
Gradualmente, el experimento termina por convertirse en una extrañísima investigación acerca de la forma en que los eventos sobrenaturales pueden ser registrados. Lo que conduce hasta un final escalofriante que cambia de forma radical el sentido de la historia.
Eliminado, una venganza sobrenatural en redes
Laura Barns (Heather Sossaman) se suicida tras ser acosada en redes sociales y humillada de manera pública. Un año más tarde, el suceso todavía sorprende a los grupos que frecuentó. En especial, a los que saben la verdad de lo que la llevó a la muerte. Todo podría haberse limitado a una broma cruel que se salió de control, pero la tragedia esconde un secreto más complicado. Lo cual provocará que el espíritu de la fallecida regrese a través de plataformas de mensajería instantánea para cobrar su venganza.
En apariencia, el argumento de esta película de terror experimental tiene un aire disparatado e irónico. Pero el director Levan Gabriadze logra transformar la interfaz de varios de los servicios de comunicaciones de texto, voz y vídeo en territorio peligroso. La presencia de Laura se hace cada vez más agresiva y logra llevar a cabo su venganza.
Verdad o reto, una película de terror experimental espeluznante
La película de Jeff Wadlow lleva la idea de la propagación del mal a través de redes sociales a un nuevo nivel. Cuando Olivia (Lucy Hale) acepta participar junto con sus amigos en el conocido juego de verdad o reto, se topa con una condena sobrenatural terrorífica. Una criatura maligna emplea los deseos y temores de los jugadores para crear una red interminable de tragedias, asesinatos y muertes sangrientas. Más aún, cuando las reglas se hacen más estrictas y se convierten en una forma de control.
No obstante, lo más interesante de esta película de terror experimental es la capacidad del poder terrorífico de la criatura para expandirse a través de plataformas sociales. Una vez Olivia descubre la manera en que el maleficio actúa sobre ella, utiliza un directo de Instagram para esparcir el mal. Lo que le permitirá tratar de salvar su vida.
Ven a jugar
El realizador Jacob Chase intenta demostrar hasta qué punto el horror tecnológico puede ser todo un nuevo universo en el cine de género. Su película de terror experimental Ven a jugar explora cómo la tecnología reacciona a lo sobrenatural. En especial cuando se convierte en un vehículo efectivo para la comunicación con entes invisibles y en una herramienta para su transmisión.
Sin embargo, lo más interesante del argumento es la combinación de un mundo invisible al acecho y la habilidad de las cámaras y otros recursos para captarlo. Varias de sus mejores escenas muestran cómo vídeos, aplicaciones y llamadas telefónicas inteligentes pueden indagar en lo paranormal hasta demostrar que la comunicación contemporánea puede crear su propia forma de misterio.