La película Host de Bob Savage es mucho más ingeniosa de lo que parece: usar la tecnología de Zoom mezclada con lo sobrenatural para asumir la idea del confinamiento, parece un experimento destinado a no ser especialmente exitoso.

Pero el film – corto, concreto y honesto - basa toda la efectividad de su propuesta no sólo en las nuevas formas de comunicación que nacieron a raíz de la pandemia y que se hicieron comunes con el transcurrir de los meses, sino en las consecuencias psicológicas – aun no muy claras – que deja a su paso y que, sin duda, serán duraderas. Una premisa tan sencilla, podría resultar superficial, si el director no tomara la hábil decisión de utilizar la precariedad de las herramientas a su disposición para sostener una mirada sobre el miedo basado, en concreto, en los elementos que la pantalla no puede mostrar.

Lo que se oculta a la periferia, la oscuridad que rodea, es el centro de todos los terrores. Y para Savage, es de enorme importancia que el espectador no olvide que en Host narra una historia que podría estar ocurriendo en cualquier lugar y en cualquier momento de un mundo hiperconectado por necesidad.

YouTube video

Quizás, es esa noción misteriosa sobre lo cotidiano subvertido debido a la pandemia — y cómo el director usa todos los trucos a su disposición debido a la situación para aterrorizar — lo que hace tan efectiva a la película, que tiene el mérito de ser una de las primeras en usar el escenario actual como un mapa de ruta hacia terrores más evidentes, que lo que narra el planteamiento inicial del guion, también escrito por Savage.
Aunque se trata de una historia con base en lo sobrenatural, lo que realmente está en juego y se plantea, es el hecho que la vida tal y como la conocemos, se redujo a una serie de variables mínimas. De las grandes épicas de terror con escenarios estrafalarios y escenas asombrosas, Savage encuentra en lo mínimo y en cierta furia nihilista una concepción sobre el mal por completo nueva.

Host: terror moderno en tiempos de pandemia

A primera vista, Savage parece jugar con la connotación de lo terrorífico basado en la distancia social, las limitaciones de la cuarentena y también, la concepción de lo que puede provocar miedo en una época plagada de paranoias. Pero a diferencia de intentos semejantes — como The Rental de Dave Franco, a que a pesar de no tocar el tema actual, si reflexiona sobre lo doméstico como espacio del terror — la película de Savage es un recorrido tramposo sobre cómo la pandemia transformó la vida cotidiana en una red de miedos y terrores. Una concepción inquietante sobre lo que intentamos comprender como el nuevo mundo que surgió a partir de todos los pequeños cambios incorporados a las actividades más sencillas.

La película toma las pequeñas incomodidades de la comunicación a través de plataformas Online, para crear una red de pistas falsas sobre lo que es capaz de aterrorizar, pero también medita sobre las posibilidades de ese nuevo reverso de lo temible que simboliza un mundo en el que el aislamiento, el desarraigo, el temor y lo inquietante, se unen a la percepción de perpetua vulnerabilidad.

Porque más allá del ataque del ente sobrenatural — que podría o no existir en el argumento — el hincapié de la narración de Savage, radica en la capacidad esencial del guion para meditar sobre temas urgentes como la pérdida de la naturaleza de lo social, lo temible del aislamiento y la incertidumbre hacia el futuro. Una y otra vez, el director se esfuerza por obligar al espectador a formularse preguntas acerca de la raíz real de un tipo de miedo por completo nuevo, que deshumaniza y aplasta la identidad bajo una serie de percepciones inéditas sobre la soledad.

Por supuesto, una película semejante está llena de alegorías: Desde la idea de invocar muertos a través de Internet que simboliza vieja idea sobre la permanencia de la identidad en medios digitales, hasta la concepción de la nueva normalidad como un espacio inexplorado en la que el mundo real debe adecuarse a proporciones nuevas, Host plantea la idea que la distancia social y la virtualidad, nos convierte en espectros de nuestra propia vida, una premisa escalofriante que el director hace cada vez más efectiva a medida que Zoom — ese gran símbolo de la nueva cotidianidad pandémica — se muestra como una ventana a ninguna parte.

A medida que las imágenes desaparecen en pantalla, se sacuden en medio de conexiones inestables, las conversaciones se cierran, Host muestra el hecho sobrenatural como una percepción inquietante que evade toda explicación simple y que plantea la necesidad de asumir, que el confinamiento, nos arrebata la simple humanidad.
Sin duda, Savage tomó el planteamiento de la película del 2015 Unfriended de Levan Gabriadze y su secuela del 2018 dirigida por Stephen Susco, para crear un ámbito de lo privado en que la tecnología lo es todo.

Pero a diferencia de la duología — que usó también lo sobrenatural como hilo conductor de la historia — la película de Savage es mucho más concisa y concentró la idea del miedo en la percepción de lo terrorífico como parte de una gran mirada a la anormalidad. No se trata sólo del fantasma (demonio, poltergeist) sino los nuevos límites de lo espeluznante, determinados por la desesperación de los personajes y la habilidad del director para crear una frontera entre la realidad y lo aparente.

Host, es sin duda el primer intento serio de convertir a la circunstancia del COVID y todo lo que le rodea, en un argumento que se sostenga por si mismo, en independencia de la amenaza de la pandemia y sus condiciones evidentes. Y esa percepción (extraña, angustiosa y dura) lo que convierte a Host en un éxito tanto de planteamiento como de argumento. La primera película de una era por completo nueva del cine.

YouTube video