Háblame, de Danny y Michael Philippou, no esconde que sus directores son youtubers de éxito. Tampoco que se trata de su debut en el cine, de terror y de cualquier otro género. Por el contrario, la película usa estas posibles debilidades a su favor. Desde su inicio, muestra que está dirigida a una generación de tiktokers y consumidores de contenido online. Se trata de un experimento visual y narrativo cuyas escenas están llenas de primerísimos planos y un ritmo frenético que intentan imitar las interacciones en redes sociales.
El guion, de Michael H. Beck, Danny Philippou, Bill Hinzman y Daley Pearson, combina la curiosidad que provocan los retos en las plataformas digitales con lo sobrenatural. El argumento de Háblame usa el habitual tópico de la ouija y sus consecuencias, pero lo conduce a través de las herramientas de comunicación actuales.
En el largometraje, todo es grabado, retransmitido y fotografiado con la intención de ser compartido. Así que, el terror que propone se basa en la explotación pública inmediata de un experimento en apariencia inofensivo.
Háblame
La película de Danny y Michael Philippou, producida por A24, es una apuesta al terror experimental que comienza con una idea simple. Mezclar la curiosidad por lo desconocido con la obsesión contemporánea por la visibilidad. El resultado rinde tributo a la generación de tiktokers y profundiza en viejos tópicos con un aire contemporáneo. Cuando un grupo de adolescentes se enfrente a reto viral de dejarse poseer por los espíritus durante 90 segundos, el miedo se manifestará de diversas formas. Con un final sorprendente, Háblame es una de las películas de terror del año y una recomendación para los amantes del género que busquen sorprenderse en una época de remakes.
El reto viral del desastre
El desafío de internet que llevará a cabo un grupo de adolescentes con el fin de conseguir fama instantánea consiste en invocar varios espíritus a través de una mano disecada. Lo que sucederá en una fiesta con la mitad de los invitados borrachos y una gran expectación colectiva por comprobar si realmente ocurrirá algo espeluznante. Tan absurdo como otros tantos retos virales, Háblame tiene también algo de parodia de este tipo de desafíos.
Cada personaje tendrá la oportunidad de experimentar una posesión por turnos de noventa segundos. Un poco más y las consecuencias podrían ser graves. Un poco menos y no habría nada que contar. Se trata de un riesgo obvio que resulta atractivo. Los directores logran crear la atmósfera conocida de cualquier evento en redes y utilizarla para sostener el resto de su historia.
Háblame, terror para otra generación
Mia (Sophie Wilde) no duda en participar. Háblame usa al personaje como guía del punto de vista del espectador. De hecho, la película logra con acierto una conexión total con los sentimientos en los que quiere profundizar. Llevando a los espectadores desde la desconfianza hasta el horror.
La cámara se mueve de un lado a otro, como si se tratara de la pantalla de un teléfono móvil. No se narra de manera directa que ocurre, sino que se hace a través de escenas rápidas y perturbadoras, tal vez la novedad más interesante de Háblame. Cada una de las posesiones va entregando pistas para resolver los misterios que oculta la narración.
La posesión de Mia es también grabada y fotografiada. Pero la trama no deja claro si en su caso se trata de una reacción actuada o un verdadero suceso paranormal. Aunque, en realidad, no es eso lo que importa. Gradualmente, el comportamiento exagerado, peligroso y violento de los que van siendo poseídos cuestiona la credibilidad de lo que sucede.
¿Mentira o realidad?
Háblame deja que la audiencia saque sus propias conclusiones. Como a menudo sucede en las redes sociales, los límites de lo que es real y lo que no resultan difusos. No obstante, en este caso, los indicios conducen a algo más. La sucesión de escenas grotescas y repulsivas apunta a un mal latente.
En especial, la de Mia, que se relaciona, además, con un suceso traumático de su pasado. Una vez que se abre la puerta a lo desconocido, la película se convierte en una sucesión de escenas gore explícitas. El relato profundizar entonces en el terror concebido como una enfermedad infecciosa que se transmite con rapidez y termina por ser letal.
Una vieja historia bien contada
Háblame no es la primera película en hablar de un tema semejante. Pero sí tiene la capacidad de convertir la clásica historia de la posesión en algo más. Especialmente cuando la enlaza con traumas pasados y la relaciona con la diferente vulnerabilidad de los protagonistas frente a la violencia y el miedo. Además, el guion está lleno de sorpresas y se toma la molestia de incluir referencias a otros clásicos del género.
Entre los que se encuentran la franquicia Posesión Infernal, la película Está detrás de ti y la saga Expediente Warren. Pero los directores también utilizan la cultura popular nativa de internet como un contexto familiar para conducir a una conclusión terrorífica. Desde leyendas urbanas hasta creepypastas. Lo que ocurre en la pantalla no son hechos aislados. Más bien, los hechos apuntan a una lógica retorcida que le brinda a la película un final que mantiene la tensión que logró sostener a lo largo de todo su relato. Háblame es una recomendación infalible para los amantes del terror experimental.
Con un apartado visual que se esfuerza por crear una experiencia terrorífica sin caer en los sustos o los sonidos fuertes, lo que realmente provoca miedo en la película es la oscuridad que habita en cada personaje. Lo que permite al argumento narrar un cierre sangriento y crudo que está por encima de otras propuestas semejantes. Sin duda, uno de los largometrajes de terror del año.