La Nebulosa del Anillo (también conocida como Messier 57) es una de las estructuras cósmicas más estudiadas por los científicos y entusiastas de la astronomía. De hecho, es tan importante para esta comunidad que fue una de las primeras capturas del James Webb tras su puesta en marcha a mediados de 2022. Ahora, el telescopio espacial nos ofrece un nuevo vistazo a la formación estelar, y esta vez con más detalle que nunca.
Mike Barlow, científico líder en el JWST Ring Nebula Project, ya comentó en la sección de noticias de la Universidad de Manchester los nuevos descubrimientos de la observación. En el citado medio, asegura que este nuevo vistazo a los restos de Messier 57 revela "los intrincados detalles de la capa en expansión de la nebulosa", así como también la región interna alrededor de la estrella que le dio forma.
Esta última sería una enana blanca. Por esto, los investigadores ya saben que la estrella se encuentra en los capítulos finales de su vida, lo que también ofrece un vistazo al futuro de nuestro propio Sol.
Las nuevas imágenes de la Nebulosa del Anillo han sido capturadas usando el instrumento NIRCam (cámara de infrarrojo cercano) del James Webb. Gracias a esta tecnología de observación en longitud de onda infrarroja, los científicos e investigadores pueden revelar los secretos que se ocultan tras las masas de polvo y gas que conforman estas estructuras. Esto último no era posible con el telescopio espacial Hubble, capaz de observar únicamente en luz visible y ultravioleta, por lo que nuestra visión del espacio se veía bastante limitada.
La importancia de Messier 57 en la comunidad científica
En la actualidad, sabemos que Messier 57 se encuentra a unos 2.600 años luz de distancia de la Tierra, en la constelación de Lyra. Su naturaleza de nebulosa planetaria resume su formación en una estrella moribunda que expulsó sus capas más exteriores al espacio.
Su centro está compuesto por helio, mayoritariamente, mientras que en su segunda capa vemos la aparición de materiales como hidrógeno y oxígeno. La más exterior de todas está formada por nitrógeno y azufre, cuyo brillo es captado de forma nítida por el telescopio espacial James Webb.
Por supuesto, la imagen captada por el equipo de la Universidad de Manchester utilizando el James Webb tiene un propósito más grande que el de darte un nuevo fondo de pantalla. Según creen, la estructura de la Nebulosa del Anillo es demasiado compleja como para ser el resultado de una estrella promedio. Además, todavía no han podido revelar cuáles son los procesos químicos que producen una distribución en forma de anillos y burbujas con estas formas tan características.
En el futuro, la enana blanca que se encuentra en el centro de Messier 57 terminará su ciclo de vida. La estrella consumirá la totalidad de su combustible hasta enfriarse por completo. A partir de ese momento, pasará a ser una enana negra, un astro muerto varado en el espacio. Sin embargo, esta última etapa todavía es una teoría no comprobada por los científicos. Después de todo, nuestro universo es demasiado joven como para albergar este tipo de cuerpos celestes.
Más información sobre la Nebulosa del Anillo capturada por el James Webb
Fue observada por primera vez en 1779 por Charles Messier y Antoine Darquier, y en su momento pensaron que podía tratarse de un planeta. Más adelante, los avances en la observación espacial revelarían su naturaleza etérea, compuesta de gas y polvo. A día de hoy, la colaboración de los telescopios Hubble y James Webb han terminado de desvelar su estructura, y ya sabemos que se trata de una nebulosa planetaria con forma de balón de fútbol americano, rodeada por anillos de distintos materiales.
La Nebulosa del Anillo se ha convertido en el laboratorio de los científicos para estudiar cómo se forman y evolucionan las nebulosas planetarias. Según define Mike Barlow, se trata de un "testimonio del ciclo de vida estelar". Con la ayuda del James Webb se puede recabar más información.