En solo un mes, el Sistema Europeo de Alimentos y Piensos (Rasff), ha emitido dos alertas sanitarias relacionadas con las sandías en España. La primera fue por importación y la segunda por exportación. Sin embargo, en ambos casos tuvo relación con una contaminación por pesticidas.

La primera alerta fue anunciada por el Rasff a finales de julio y hacía referencia a unas sandías importadas desde Marruecos. En este caso, la contaminación se había producido con metomilo, un pesticida totalmente prohibido en Europa por su gran toxicidad en humanos. En cuanto a la segunda, si bien procede de un aviso realizado desde Países Bajos también en julio, se ha dado a conocer desde el Rasff esta misma semana, el 9 de agosto. Esta vez las frutas se habían cosechado en España y estaban contaminadas con flonicamida. Este pesticida sí es legal, pero a unas dosis mucho más bajas que las que se detectaron.

Por eso, se han retirado del mercado las sandías afectadas. No obstante, según reclaman desde Facua, no se ha dado información a los consumidores sobre los lotes concretos para que puedan evitar su consumo en caso de haberla adquirido. Habrá que esperar por si trasciende más información. Pero, mientras tanto, cabe hacerse una pregunta: ¿qué está pasando con las sandías?

Lucha encarnizada por las sandías

El país con una mayor producción de sandías es China. De hecho, se calcula que dos tercios de las sandías que se consumen en el mundo proceden de este país. Le siguen Turquía, Irán, Brasil y Uzbekistán. No obstante, en general, los países mediterráneos tienen una gran producción de esta fruta.

Según Statista, en 2021, se produjeron en España 1,3 millones de toneladas de sandías, siendo Andalucía, con 794.500 toneladas, la comunidad autónoma con una mayor producción. El 80% de la producción es para consumo interno, mientras que el 20% se exporta. No obstante, España debe competir con Italia, Turquía y Grecia. Por todo esto, perder una cosecha a causa de una plaga puede ser un problema grave, que se trata de prevenir con pesticidas.

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Los países mediterráneos compiten por la producción de sandías. Crédito: Mihaib21 (Wikimedia commons)

Los pesticidas de la discordia

El metomilo es un pesticida del grupo de los carbamatos, muy eficaz, pero también muy peligroso. Y es que no solo es peligroso para los insectos causantes de plagas. También puede causar síntomas en humanos, tan graves como dolor de cabeza, mareos, náuseas, vómitos, sudoración excesiva, temblores, debilidad muscular y visión borrosa. Además, si se combina con alcohol, puede provocar parálisis del sistema nervioso central y periférico y fallos renales.

Por esto, está prohibido en prácticamente todo el mundo y generalmente se usa solo en los cultivos de alfalfa para forraje.

Por algún motivo, en las sandías cosechadas en Marruecos se había usado este pesticida, de ahí que se emitiera una alerta urgente. De momento, no parece que haya habido personas afectadas de gravedad.

En cuanto a la alerta relacionada con sandías cosechadas en España, se ha debido a un exceso de flonicamida. Este pesticida no está prohibido. No obstante, la máxima dosis permitida es de 0,4 mg/kg-ppm, mientras que, al distribuirse en los Países Bajos, se ha encontrado en estas sandías una dosis de 0,74 mg/kg-ppm. 

Las fichas de seguridad de este pesticida no ofrecen datos preocupantes sobre su toxicidad. Por lo tanto, no es comparable a lo que podría ocurrir con una contaminación por metomilo. Es por esto que no debe cundir el pánico, aunque sí es importante retirar las sandías afectadas del mercado. Lo ideal sería tener más información al respecto. Y es que, por mucho que haya que lidiar con todas las herramientas posibles contra las plagas que puedan destruir los cultivos, no se puede hacer a cualquier precio. Las sandías son un buen ejemplo de ello.