El melón y la sandía son sin duda las frutas del verano. No solo están dulces como caramelos, sino que además refrescan, algo que se agradece con este calor insoportable. ¿Pero cómo saber si estamos comprándolos suficientemente maduros? Hay muchos trucos, pero no todos tienen evidencia científica detrás.
De hecho, lo ideal sería confiar en el recolector. Es decir, en que hayan recogido el melón o la sandía en su punto óptimo. Esto no siempre es necesario, ya que son frutas climatéricas y, como tales, pueden seguir madurando una vez recogidas. No obstante, si las vamos a consumir inmediatamente, deberían estar suficientemente maduras cuando se recogen.
Ahora bien, supongamos que no. Que se han recogido en diferentes estados de maduración y han llegado así a las fruterías. Todos hemos visto alguna vez a alguien eligiendo el melón y la sandía con trucos como golpearla y ver si suena hueco, rascar la piel o mirar el color. Algunos de estos trucos no son más que leyendas, que se han transmitido entre generaciones como si fuesen ciertos. Pero otros sí que tienen cierta evidencia científica.
El sonido de la sandía
Uno de los trucos más comunes para saber si la sandía está suficientemente madura es golpearla y comprobar si suena hueca.
Esto se debe a que es una fruta con un contenido en agua muy elevado, que además aumenta con la madurez. Por eso, si suena hueca, se piensa que está en su punto perfecto. En cambio, si se percibe cierta resonancia será porque aún está verde. Esto es lo que se suele decir. ¿Pero es cierto?
Según Ana Garcés-Claver, investigadora del Departamento de Ciencia Vegetal del Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón, hay una pequeña parte de verdad en esto.
En su centro han comprobado que, con determinados aparatos, pueden analizar el sonido interno de la sandía y correlacionar con la presencia de magulladuras o huecos en la pulpa. Por lo tanto, es algo más complejo, que además requiere instrumentos adecuados. Simplemente golpear en la frutería y pegar el oído a la sandía no nos daría información suficiente sobre su madurez.
La famosa mancha amarilla
Las sandías suelen tener una mancha, a veces amarilla, a veces verdosa, conocida coloquialmente como cama. Esta se corresponde a la zona en la que ha reposado sobre la tierra, sin que le dé el sol.
Por lo tanto, aquí sí que hay una señal que debemos tener en cuenta. Si la mancha es más bien verdosa, significa que la sandía no ha estado el tiempo suficiente al sol y, por lo tanto, es probable que no esté madura. O quizás haya madurado después de recogerse, pero no tenga el dulzor óptimo.
¿Qué pasa si rascas la sandía con la uña?
Otra forma de saber si una sandía está madura es rascarla con la uña. Según la Facultad de Ciencias Alimentarias, Agrícolas y Ambientales de la Universidad del Estado de Ohio, si la piel se levanta al rascar suavemente, es un indicativo de que la sandía está madura. Si no, puede que esté verde todavía.
¿Y qué pasa con el melón?
El melón también se deja madurar sobre el suelo, por lo que debe tener igualmente una mancha correspondiente a la zona de apoyo. Puesto que la piel de esta fruta es más amarillenta, la mancha no es tan evidente como en la sandía, pero también puede ser un buen indicador.
Ahora bien, dejando eso a un lado, la mayoría de trucos de los que se suele hablar para analizar su madurez carecen de evidencia científica. Ni la tonalidad de la piel ni la medida de los surcos dicen nada, mucho más allá de la variedad de melón ante la que nos encontramos. Tampoco sirve de nada apretar los extremos, según explican desde la compañía de exportación de frutas y hortalizas Proexport.
Obviamente, si un melón o una sandía han llevado algún golpe, puede que la piel esté debilitada por esa zona. Pero eso ya no es una cuestión de madurez.
Por eso, a veces no nos queda más remedio que confiar en la buena manipulación de las manos por las que ha pasado hasta llegar a nuestras despensas. Esas personas, y también nosotros, debemos cuidar la fruta para saborearla en un estado óptimo. A veces puede que no acertemos. Pero, si nos la jugamos con los pimientos del Padrón, ¿por qué no también con la sandía y el melón?