Suele decirse que, cuando bebemos alcohol, tendemos a ver a las personas más atractivas. De hecho, se habla de un fenómeno conocido como gafas de cerveza. Las anécdotas, normalmente asociadas a discotecas y otros locales de ocio, son muy frecuentes. ¿Pero y si no fuese cierto? Y si en realidad no viésemos a las personas más atractivas, sino que, simplemente, adquiriésemos el valor para hablar con ellas que normalmente no tenemos?

Esta pregunta se la hicieron los autores de un estudio que se acaba de publicar en Journal of Studies on Alcohol and Drugs. En él, no se observa una diferencia a la hora de percibir a las personas, pero sí un aumento del valor para conocerlas.

Por eso, estos científicos no hablan de gafas de cerveza, sino de valor líquido. Sea como sea, si queremos conocer bien a una persona, lo mejor es que dejemos la botella a un lado. Eso no lo dice el estudio, pero sí el sentido común. 

El fenómeno de las gafas de cerveza

Si pensamos en una situación cotidiana, por la noche, en una discoteca, es cierto que, a medida que bebemos alcohol, llega un momento en que vemos a otras personas tan atractivas como para atrevernos a hablar con ellas.

No hay sitcom que se precie en la que no se vea una escena en la que alguien se despierta por la mañana, ya sin los efectos del alcohol, y no reconoce a la persona que se llevó a la cama la noche antes. Esto es lo que se conoce como gafas de cerveza.

Se ha estudiado también en los laboratorios, al dar a los voluntarios varias fotos de rostros, para que elijan los más atractivos. Y es cierto que parece que, al beber más, no somos tan estrictos para elegir.

Según un estudio publicado en 2012 por científicos de la Universidad de Roehampton, esto podría deberse a una mayor dificultad para detectar asimetrías faciales. Como bien sabemos, las caras de los seres humanos son mayoritariamente simétricas. Si pusiésemos un eje imaginario que cruza el rostro en vertical, a través de la nariz, tendríamos lo mismo a ambos lados, como la imagen de un espejo.

Esa es la teoría, pero en la realidad nadie es totalmente simétrico. Una ceja un poco más elevada, un lado del labio ligeramente más descolgado, pecas y lunares… Son muchísimos los factores que nos hacen menos simétricos. No obstante, se considera que, cuanto más simétrica sea una persona, mayor será la percepción de atractivo. Para comprobar si el alcohol afecta a esa percepción, los autores de esta investigación tomaron varias fotografías de rostros. La mitad de ellas fueron retocadas para alterar su simetría, de manera que los participantes pudiesen elegir cuáles les parecían más atractivas.

En total fueron 101 personas las que miraron las fotografías. La mitad tomaron previamente vodka con tónica, mientras que a la otra mitad se les dio una bebida de sabor similar, pero sin alcohol. Ninguno sabía si había bebido alcohol o placebo, por lo que era un ensayo cegado. Esto permitió comprobar que sí parecía haber cierta relación con el alcohol y la percepción de simetría, porque los que habían bebido tenían más dificultades para diferenciar unas caras de otras. De hecho, este efecto aumentaba si se subía la dosis de alcohol. Por lo tanto, con este estudio se dio por confirmada la existencia del fenómeno de las gafas de cerveza. Y, además, se le encontró una explicación basada en la percepción de la simetría facial. 

Multas de la DGT: beber alcohol
El alcohol nos desinhibe más para socializar con personas atractivas. Crédito: Kelsey Knight (Unsplash)

¿El alcohol hace a las personas más atractivas?

La conclusión de este estudio sería que, efectivamente, el alcohol hace que veamos a las personas más atractivas.

Pero esta última investigación señala otro factor del que no se había hablado tanto antes. Sabemos que el consumo de alcohol nos hace más impulsivos, ¿pero hasta qué punto?

Para responder a esta pregunta, los científicos contaron con la participación de 28 pares de amigos varones, con edades en torno a los 20 años. Se eligió a pares de amigos para intentar emular un ambiente real de socialización.

Pero no se conoció directamente a las otras personas; sino que, de nuevo, se les entregaron fotos. Algunos tuvieron que beber alcohol, a una dosis bajita, para alcanzar el 0,08% en sangre. Este es justo el límite bajo el que se puede conducir en Estados Unidos. No estarían borrachos, pero sí podrían percibir algunos efectos del alcohol.

A todas las parejas se les enseñaron una serie de fotografías, para que las ordenaran de más o menos atractivas. Después, se les dijo que, si elegían a una, podrían socializar con ella. Curiosamente, no hubo diferencias en la percepción de atractivo. En cambio, cuando bebieron alcohol, se mostraron más proclives a elegir para socializar a una de las personas calificadas como más atractivas.

Esto lleva a pensar que el fenómeno de las gafas de cerveza podría estar equivocado. Aunque, quizás, para que este se dé, se necesita algo más de un 0,08% de alcohol. Posiblemente, al final todo sea una combinación de ambos fenómenos.

Pero, dado que no es sano vivir eternamente bajos los efectos del alcohol, lo ideal sería conocer a otras personas con la mayor sobriedad posible. Así, no nos llevaremos sorpresas. 

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