El turismo espacial expande sus actividades de la mano de compañías como SpaceX, de Elon Musk, y Blue Origin, a cargo de Jeff Bezos. Mientras eso ocurre, emergen desafíos relevantes. Uno de ellos es el sexo fuera del planeta Tierra, cuyas consecuencias aún desconocemos y requieren una aproximación analítica.

A esa dirección apunta David Cullen, profesor de tecnología bioanalítica en la Universidad de Cranfield, de Inglaterra, en un artículo publicado en The Conversation. "Las empresas no están preparadas para las consecuencias de que las personas se unan a lo que podríamos llamar el ‘club de la línea Kármán’”, señala. En aviación y astronáutica, esa línea es el límite entre la atmósfera terrestre y el espacio exterior, situada a 100 kilómetros de nuestro planeta.

Cullen asegura que los seres humanos inevitablemente tendrán sexo en el espacio. Una propensión que ya se deja ver en el llamado “Club de la milla de altura”, cuyos miembros son conocidos por mantener relaciones íntimas a bordo de aviones, en pleno vuelo.  

Sexo en el espacio, una actividad inexplorada

Los escenarios extraterrestres ya no son exclusivos de los astronautas profesionales. El turismo espacial está en marcha gracias a empresas que ofrecen travesías fuera de nuestro planeta e interesados dispuestos a pagar fortunas por esas travesías. Además de las mencionadas SpaceX y BlueOrigin, hay otras. Una de ellas es Virgin Galactic, propiedad del magnate Richard Branson.

SpaceX, una de las empresas que lidera el nuevo turismo, ¿está preparada para el sexo en el espacio?
SpaceX, una de las empresas que lidera el nuevo turismo, ¿está preparada para el sexo en el espacio?

“Hay grandes posibilidades de que el despliegue del sector sea rápidamente seguido por la primera relación sexual fuera de la Tierra”, señala el especialista de la universidad británica. Además, vaticina que el sexo en el espacio será una práctica corriente dentro de los próximos diez años.

La preocupación real no es la intimidad lejos de casa, sino las consecuencias de esa actividad. De acuerdo a Cullen, será necesario considerar aspectos como los siguientes.

  • Si bien el turismo espacial no admite pasajeras embarazadas, no se consideraron los casos en los que se oculta y/o se desconoce ese estado.
  • Sabemos que la ingravidez altera a nuestro cuerpo. En tanto, se requiere un estudio de cómo afectará a los procesos fisiológicos de la reproducción, al sexo en el espacio y a la gestación.
  • Experimentos con ratones a bordo de satélites, citados por el experto en bioanalítica, mostraron cambios en los embriones.

“El conocimiento del impacto sobre la reproducción humana es efectivamente cero. Pero podemos suponer que habrá efectos”, indica Cullen, quien observa que existe un potencial desconocido de anomalías en el caso de que un embarazo humano se desarrolle fuera de la Tierra.

El turismo espacial ante el desafío de la sexualidad humana

El avance del sector convierte en realidad los argumentos de la ciencia ficción, que anticipó que el espacio sería un destino turístico más entre los tantos. En paralelo a las ilusiones -observar desde lejos el globo terráqueo resulta encantador- aparecen efectos colaterales que deberían evaluarse.

Según Cullen, el sexo en el espacio, en posibles estadías de largo plazo, podría conducir a embarazos ectópicos provocados por la falta de gravedad. Tampoco sabemos a ciencia cierta si los métodos anticonceptivos que se usan aquí en la Tierra serán efectivos en esos escenarios.

“Nuestra investigación encontró poca evidencia de que el sector esté tomando medidas para mitigar estos riesgos. La industria del turismo espacial y otras partes relevantes tienen que unirse urgentemente. Deben discutir estos temas y formular una estrategia para proteger a todos los involucrados”, concluye el especialista.

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