Australia se ha convertido en el primer país en aprobar un uso terapéutico de las drogas psicodélicas. Han pasado 80 años desde aquel día en el que el asistente del químico Albert Hoffman tuvo que llevarle a casa en bicicleta a causa de los mareos y las imágenes distorsionadas que llevaba horas sufriendo. El científico estaba investigando los efectos del LSD y decidió que la mejor forma de hacerlo era ingerirlo él mismo. Desde entonces, esta y otras drogas psicodélicas se han usado ampliamente con fines recreativos, pero también se ha comenzado a analizar su papel terapéutico.

Drogas psicodélicas como el MDMA o la psilocibina, extraída de los famosos “hongos mágicos”, parecen tener un papel muy interesante como complemento a la terapia psicológica en condiciones mentales como el trastorno por estrés postraumático o la depresión. Por eso, muchos países ya se han puesto manos a la obra, primero para investigar sus usos y después para aprobarlos.

La máxima autoridad en farmacología de los Estados Unidos, la FDA, dio luz verde en 2020 para que se desarrollaran más ensayos clínicos de este tipo. Suiza fue más allá, pues, desde 2014, los médicos de este país pueden solicitar permisos especiales a su Oficina Federal de Salud Pública para el uso clínico de LSD, MDMA y psilocibina. Ahora, Australia ha abierto aún más esos permisos, aunque el acceso a las drogas psicodélicas con fines terapéuticos sigue estando muy restringido.

¿Cómo funcionan las drogas psicodélicas con fines terapéuticos?

Las dos drogas psicodélicas que podrán ser usadas por los médicos australianos son el MDMA y la psilocibina. El primero se ha estudiado durante mucho tiempo como tratamiento para el trastorno por estrés postraumático, ya que tiene la capacidad de, dicho muy grosso modo, acceder a los recuerdos de quien la consume

El problema de este trastorno es que los recuerdos de una vivencia traumática se quedan fijados al hipocampo, que es un área cerebral encargada, entre otras funciones, de regular la memoria y las emociones.

Es muy difícil borrar esos recuerdos. Sin embargo, se ha visto que, si se complementa con terapia psicológica, el consumo de MDMA puede hacer que esos recuerdos traumáticos se cambien por otros más positivos. Se hace una especie de Inception, como en la película de Cristopher Nolan. 

En cuanto a la psilocibina, también es útil por su capacidad para abrir las puertas del cerebro. Concretamente, propicia que las redes cerebrales asociadas a pensamientos negativos se hagan menos rígidas, de modo que es más fácil, si se complementa con terapia psicológica, tratar la depresión.

depresión, LSD
La psilocibina puede ser útil para personas con depresión a las que no les han funcionado otras terapias. Asdrubal Luna | Unsplash

¿Qué podrá hacerse en Australia?

Es importante destacar que las enfermedades mentales, como la depresión, tienen un origen multifactorial. Incluso hay quien considera que no pueden definirse como enfermedades. Sea como sea, se trata de algo tan complejo que no puede solucionarse con una simple pastilla.

En algunos casos no está claro que los psicofármacos sean efectivos. Para otros pacientes, sí que lo son, pero debe complementarse siempre con terapia psicológica. Ahora bien, ¿qué pasa si nada funciona?

Es aquí donde ahora en Australia entrarían en juego las drogas psicodélicas. Se usarían como último recurso, en pacientes en los que no ha funcionado ninguna otra opción. Además, solo puede administrarlas personal cualificado en un entorno clínico, nunca el paciente en casa. Todo esto será posible después de que la Administración de Productos Terapéuticos (TGA) de Australia las pase de categoría 9, de sustancias prohibidas, a 8, en la que se encuentran las drogas controladas.

Podrán administrarse, pero en circunstancias muy concretas. Sea como sea, es un primer paso que seguro que siguen otros países. Pues el uso no recreativo ni ritual de las drogas psicodélicas tiene cada vez unos cimientos más fuertes. Al menos, aquel disparatado viaje en bicicleta de hace 80 años servirá para algo bueno.