Durante el pasado TUDUM de Netflix, en el parque Ibirapuera de São Paulo, Brasil, Henry Cavill se despidió entre lágrimas de la serie The Witcher. El actor, que hasta ahora había interpretado a Geralt de Rivia, admitió sentirse profundamente honrado por haber encarnado al icónico personaje. Además, comentó que su travesía por la adaptación de una de las sagas literarias más queridas le ha ayudado a comprender mucho mejor la fantasía épica.
Sin duda, la tercera temporada de The Witcher marcará un antes y un después en la serie. No solo porque de ahora en adelante su protagonista tendrá un nuevo rostro. También, porque, en palabras de la showrunner Lauren Schmidt Hissrich, se trata de una evolución de la narración televisiva. Geralt dejará a un lado la caza de monstruos para proteger a Ciri de Cintra (Freya Allan). Un viaje épico que les hará recorrer el continente y les mostrará la importancia del cariño y la lealtad que comparten.
Más allá de los cambios psicológicos de los personajes, la narración de The Witcher se acerca a un punto de inflexión. Con una joven pupila a su cargo, el brujo y mercenario tendrá que encontrar un punto de equilibrio entre su búsqueda interior y su responsabilidad adquirida. Comprender su importancia como parte de la vida de Ciri y lo que representa en su papel de protector y, en cierta medida, maestro. La tercera temporada una intersección entre la conocida historia del hombre brutal en busca de redención y su versión más vulnerable.
The Witcher, un personaje icónico
La evolución de sus protagonistas es parte esencial de la saga literaria que adapta la serie. Con su mezcla de mitología y evidente tributo a la fantasía épica, la saga The Witcher, del escritor polaco Andrzej Sapkowski, destaca los matices psicológicos y espirituales de sus personajes. La serie de narraciones ya era un fenómeno de culto antes de llegar al mundo de los videojuegos y al catálogo de Netflix.
Lo que hace que su versión, tanto en la pantalla pequeña como en las videoconsolas, tenga una especial solidez argumental. Más allá del típico recorrido a través del bien y del mal, es también una búsqueda de propósito para su personaje central. Un hombre lleno de matices, con una moralidad gris y con dilemas éticos muy poco frecuentes en figuras del estilo.
La saga The Witcher comenzó como una serie de cuentos independientes en los que su autor narraba las historias de un brujo cazador de monstruos. Para entonces, Geralt de Rivia no era precisamente un villano, pero tampoco un héroe, lo que permitió al escritor explorar en su comportamiento.
En ocasiones tentado por la avaricia, la lujuria o la violencia brutal, el curioso protagonista de los relatos no era fácil de definir. Pero, a medida que el conjunto de narraciones creció en profundidad y extensión, Andrzej Sapkowski le dotó de la capacidad para la rendición. Al menos, quiso que su objetivo final fuera hacer el bien.
En la saga, los brujos están dotados de capacidades sobrenaturales. Por ello, son entrenados desde su juventud para luchar contra las bestias peligrosas y mortales del Continente. El territorio ficticio en que se desarrolla la narración es un lugar plagado de amenazas en el que conviven las más diversas criaturas fantásticas. Además, sus regiones se encuentran en constante enfrentamiento, bajo la amenaza de una guerra total, lo que hace que la presión política sea muy compleja.
Un complicado recorrido literario
El cuento que dio inicio a la serie de narraciones se tituló Wiedźmin y fue publicado en el año 1986. En 1990, el mundo de Geralt de Rivia contaba con tres cuentos más que ampliaban su mitología y contexto de forma ambiciosa. La recopilación salió a la venta con el título de The Witcher.
Para 1992, se publicó La espada del destino y, finalmente, El último deseo, que cierra lo que por entonces era una trilogía única. No obstante, tras el éxito editorial que cosechó la colección de relatos cortos, el escritor comenzó una historia más larga y elaborada.
A los originales, se sumó la novela La sangre de los Elfos en 1994 en Polonia y en 2008 en los Estados Unidos. La siguieron Tiempo de Odio (1995), Bautismo de Fuego (1996), La Torre de la Golondrina (1997) y La Dama del Lago (1999). Posteriormente, en el año 2000, llegó Camino sin retorno, una colección de cuentos cortos relacionados con la trama central. En 2013, comenzó a venderse la novela Estación de tormentas, precuela de El último deseo.
Un mundo extraño en crecimiento
A lo largo de las narraciones de The Witcher, la moral está sujeta a la fuerza del destino y la concepción acerca de lo inevitable. Todo en medio de un escenario que conecta el centro de la trama con mitos eslavos y polacos. Lo que le brinda una identidad por completo distinta a otras obras semejantes.
Con un tono sombrío, duro y por momentos claustrofóbico, la historia de The Witcher hace hincapié en el manejo del poder. Geralt de Rivia no es solo un caballero, un luchador o un hombre con una misión predestinada. En realidad, es un personaje lleno de contradicciones que debe luchar tanto por hacer el bien —o lo que entiende por ello— como por su supervivencia. Algo que la llegada de Ciri, princesa y posible líder, cambiará por completo. Una transformación que la tercera temporada de la serie de Netflix relatará hasta lo que promete ser una impactante conclusión de una primera etapa del argumento.