Casi todos hemos hablado alguna vez en sueños. También hay personas que se levantan sonámbulas, como si estuviesen despiertas, y algunas incluso realizan prácticas sexuales. Esto último es lo que se conoce como sexomnia y ha generado más de un momento incómodo a quien la experimenta.

Inicialmente se pensaba que la sexomnia era una práctica que formaba parte del sonambulismo. Sin embargo, con el tiempo se ha visto que tiene características propias. Así, ha pasado a clasificarse como una parasomnia en la última actualización del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-V). 

Se sabe que ocurre en la primera mitad de la noche, durante la fase de sueño No-REM, cuando el cerebro está dormido, pero sigue habiendo actividad muscular. Otro dato importante es que las actividades sexuales, que pueden ir desde la masturbación hasta relaciones completas o gemidos y frotamientos con personas y objetos, se producen sin conciencia ni intención. Además, no está asociado a ensoñaciones eróticas. Es decir, no se trata de que la personas está teniendo un sueño erótico y lo exteriorice. No es un sueño húmedo.

Del primer caso de sexomnia a la actualidad

El primer caso de sexomnia conocido se registró en 1986, en Singapur. Se trata de un hombre de 34 años que había pasado los últimos tres años masturbándose regularmente durante la noche, sin recordar nada a la mañana siguiente.

Acudió a un especialista médico empujado por su mujer, pues era a ella a la que más le estaba afectando la situación. Su marido se masturbaba dormido a pesar de que mantenían sexo regularmente, por lo que su autoestima se estaba viendo afectada. 

Dado que en ese momento no se conocía la sexomnia, se pensó que podría ser un caso de sonambulismo empujado por el estrés. En la época en la que empezó todo, el paciente estaba teniendo problemas en el trabajo y había comenzado a padecer problemas de oído. Además, su mujer se estaba recuperando de una infección por hongos, por lo que llevaba unos días sin practicar sexo. Aun así, cuando su situación personal mejoró, aunque disminuyó la frecuencia de las masturbaciones, siguió haciéndolo unas dos o tres veces por semana.

Desde entonces, se han registrado bastantes casos, hasta el punto de que en 2007 comenzó a tratarse como una entidad independiente del sonambulismo. ¿Pero qué sabemos a día de hoy sobre la sexomnia?

Se conocen factores de riesgo, pero hay mucho más por saber

La sexomnia puede darse en cualquier persona. No obstante, se han documentado más casos en hombres que en mujeres.

Además, parece que hay algunos factores de riesgo. Por ejemplo, como se vio en el primer caso documentado, el estrés puede empeorar los episodios de sexomnia. Haber bebido alcohol o consumido drogas también se considera un factor de riesgo.

En cuanto a otras enfermedades o condiciones a las que pueda ir acompañado, aunque puede ocurrir de forma totalmente aislada, sí es cierto que se han registrado casos de personas con sexomnia acompañada de narcolepsia, bruxismo o movimientos involuntarios de las piernas, entre otras condiciones del sueño.

Con respecto a la edad, aunque la mayoría de casos se han documentado en hombres de mediana edad, también hay registros en personas mucho menores y mayores. Por ejemplo, en 2019 se reportó el caso de un adolescente de 16 años en Minnesota. El chico, además, padecía ansiedad, que, como en el caso del primer paciente, empeoraba la situación. También se han dado casos en personas mayores. 

¿Qué pasa con las mujeres?

En general, la sexomnia está muy infraestudiada. En la literatura científica hay documentados poco más de 100 casos, de los cuales la mayoría son hombres. Aunque no es exclusivo de este género. También se han dado casos en mujeres, como una brasileña de 42 años, cuya historia se registró en 2021.

No se sabe exactamente cuál es la explicación de esta brecha de género. Aunque es posible que simplemente para las mujeres sea un tema mucho más tabú y no busquen ayuda profesional.

Las consecuencias de la sexomnia

En general, la sexomnia no es peligrosa. Sí que pueden darse problemas de autoestima, tanto propia como de la pareja, como le ocurrió a la esposa del primer paciente. También pueden producirse algunas lesiones, al no controlar la actividad del mismo modo que se haría fuera del sueño. Pero, en realidad, las peores consecuencias suelen ser las legales.

Y es que, si bien hay muy pocos casos documentados de agresiones sexuales en los que se alegara sexomnia, es algo que ya empieza a estudiarse en ciencias forenses. Es muy importante que los peritos estén adiestrados para diferenciar una agresión sexual consciente de un caso de sexomnia. Pero también es importante que las personas que la padecen tomen precauciones como no dormir con personas con las que tengan poca confianza y, sobre todo, evitar dormir cerca de menores de edad. 

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Hay personas que empiezan una relación sexual con sus parejas y se despiertan sin saber qué está ocurriendo. Crédito: Becca Tapert (Unsplash)

¿Y qué pasa con el tratamiento?

No hay un tratamiento definitivo para la sexomnia, aunque sí que se ha visto que, en algunos casos, los psicofármacos pueden dar buenos resultados. Sobre todo, se ha visto una disminución de casos con antidepresivos como la paroxetina. También es eficaz la terapia psicológica, especialmente la cognitivo conductual. Pero cada caso es único y lo que va bien para unas personas puede que no sirva para otras. Además, no hay ensayos clínicos para que se pueda considerar cualquiera de estas opciones como tratamiento generalizado

Por otro lado, dado que en algunos casos el desencadenante es la ansiedad o condiciones como el bruxismo o la apnea, el tratamiento de todo esto debe mejorar también la sexomnia.

En cualquier caso, la terapia psicológica, tanto para los afectados como para sus parejas, puede ser esencial. Es posible que no se reduzcan los episodios de sexomnia, pero sí puede que aprendan a vivirlos con menos vergüenza e incluso a buscarle una parte positiva. La comprensión de lo que ocurre es esencial y, ahí, la ayuda de un profesional es clave. 

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