¿Necesitaba la secuela Avatar: El sentido del agua el éxito del 2009 trece años después de su estreno? Es la pregunta que buena parte de la prensa especializada se formuló cuando James Cameron anunció su intención de continuar con la historia de Pandora. El interrogante parecía sugerir directamente que el largometraje inicial era un relato que tenía un cierre concreto. 

Jake Sully (Sam Worthington) lograba vincularse con Eywa, fuerza guía y deidad del planeta y de los Na’vi. Lo que indicaba que, aunque sus andanzas por el mundo imaginado por el realizador continuarían, la trama central había concluido.

Por lo que en Avatar: el sentido del agua, ya disponible en Disney+, el mensaje es claro. Lo que se mostró de Pandora en la película anterior fue apenas un anuncio de un mundo mucho más grande, complicado y detallado.

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Avatar: El sentido del agua ya está disponible en Disney+

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La belleza de Pandora se muestra en todo su poder en Avatar: el sentido del agua

Algo que queda claro durante la segunda mitad de la película, en que la visita la Ensenada de los Ancestros muestra un nuevo territorio del planeta. Pero no solo se trata de tierras visualmente atractivas en la pantalla. A la vez, el guion explora acerca de los habitantes del mundo imaginado por el realizador a través de una perspectiva nueva.

Mucho más que diferentes tribus, los personajes de Avatar: el sentido del agua son miembros de una memoria colectiva en constante crecimiento. Asimismo, partes de un lazo primigenio con la tierra y sus frutos. Lo cual les permite expresar la larga historia de Pandora en sus vidas, comportamientos y estilos de comunicación. Una novedad intrigante que James Cameron profundiza con cuidado en la secuela de la original.

Kiri (Sigourney Weaver) en Avatar: el sentido del agua

Para el director era fundamental que la nueva entrega de la saga fuera capaz de servir como eslabón de las películas que quedan por estrenarse. Pero, además de una justificación de lo que se relatará en el futuro, Avatar: el sentido del agua se nutre de su importancia como fuente de información de un universo en crecimiento. Gradualmente, el planeta ficticio se extiende en una vastedad inesperada.

Los Na’vi y sus tradiciones son únicamente una parte pequeña de un sistema más complicado. Poco a poco, el cineasta extiende la mirada de la narración a nuevas fronteras y límites. Pero hace algo más importante: las convierte piezas de un viaje —espiritual, físico y cinematográfico— que llevará décadas completar.

Un paisaje mágico que se amplía

Desde ahondar en costumbres desconocidas hasta hacer énfasis sobre la variedad de la fauna y flora de un ecosistema asombroso. La travesía por Pandora muestra el alcance de la historia como una exploración de ideas morales y personales más elaboradas. Una de las características de Avatar: el sentido del agua es que logra que la película sea mucho más autoral que la anterior. La original de Avatar recibió críticas por concentrarse en el apartado visual en detrimento del relato en pantalla.

Considerada una adaptación menor de obras más conocidas, como Bailando con lobos de Kevin Costner o la de película de animación Pocahontas, su guion decepcionó. A pesar del subtexto ecologista y antibélico que el director desarrolló por medio de los elementos del cine de ciencia ficción. No obstante, en Avatar: el sentido del agua, la versión sobre el bien y el mal en medio de una colonización violenta cambia. 

La trama se interroga acerca de las creencias, lo sagrado y la naturaleza como medio de expresión de la bondad. Ya no es el punto de vista de Jake Sully y su redención. La continuación directa de la película original vincula el camino del héroe del personaje con lugares que la ficción dota de un mayor significado.

Más allá de la belleza de territorios de aspecto legendario, el guion de James Cameron especula acerca de su valor en la vida que le rodea. En cómo el vínculo que establece el planeta con cada criatura viva es, a la vez, una manera de comunicarse y de representar un tipo de poder desconocido. Lo que convierte a Avatar: el sentido del agua en algo por completo nuevo.

Avatar: el sentido del agua presenta un territorio asombroso

Jake Sully en Avatar: el sentido del agua

La visión de los enclaves submarinos, con su especial conexión con lo divino, brinda al largometraje una forma de anunciar los misterios que esconde el territorio. Asimismo, que sus protagonistas son el reflejo de una narración que apenas comienza, que les llevará hacia el encuentro de nuevos enigmas por comprender. Sobre sí mismos, pero también los de un mundo que reacciona a los sentimientos y comportamiento de quienes lo habitan con desconcertante vitalidad.

Lo que demuestra, sin duda, que la saga Avatar necesita continuar su historia en diferentes planos y premisas. Mucho más, a medida que la familia de Jake Sully se hace más numerosa. James Cameron ha insistido en que su saga se basa en lo emocional. En utilizar los tópicos del cine de ciencia ficción para recorrer sentimientos y relaciones entre familias.

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Por lo que, al final, la saga se convierte en un hecho generacional que llevará a un viaje extraordinario alrededor de Pandora como metáfora de la vida. Sin duda, la mejor justificación a la existencia de un relato cinematográfico cada vez más ambicioso que no hace más que crecer.

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