En Elemental, de Pixar, Ember Lumen (Leah Lewis) y Wade Ripple (Mamoudou Athie) saben que son el uno para el otro, a pesar de que el fuego en el cuerpo de ella podría evaporar el agua en el de él. La película, que narra el amor de dos personajes imposibles en un universo fantástico, tiene un buen inicio y varias de las secuencias visuales más inspiradas del estudio en los últimos años. Pero la historia que cuenta es tan predecible, tópica y llena de clichés, que decepciona casi desde su comienzo.

El director Peter Sohn se esfuerza por narrar un relato cuyo punto más fuerte muestra otra dimensión de la realidad. Una en la que los elementales viven en una tribu curiosa, con habituales desencuentros, pero en un delicado equilibrio. Elemental detalla una ciudad llena de cada uno de los atributos de la tierra, el agua, el fuego y el viento. Las primeras secuencias exploran la percepción de que toda la vitalidad y la belleza proceden de la colaboración entre sus habitantes.

Torres de cristal, calles resplandecientes de luces y sombras, fuentes ornamentales de diseños complicados. La animación describe con cuidado este paraje exótico, impensable y lleno de contradicciones. Al final, cada criatura forma parte de un hilo de circunstancias y su cooperación estrecha mantiene en pie el sitio en el que viven.

Elemental

Elemental, de Pixar, es una comedia romántica que intenta una reflexión sobre el prejuicio y la autoaceptación. Pero el guion no logra abarcar todos los demás que anuncia y prefiere explorar —a medias— un romance obvio que conduce a un final tópico. Lo que da como resultado una de las películas menos ingeniosas y más predecibles del estudio. A pesar de su deslumbrante apartado visual, no explora su universo y prefiere recorrer un terreno seguro de risas y ternura artificial. La película, apresurada y por momentos infantil, pudo haber estado mejor narrada. Una decepción que demuestra que el estudio atraviesa uno de sus momentos más complicados.

Puntuación: 3 de 5.

La metáfora de la exclusión en Elemental

A excepción de los llegados de la tierra de fuego, temidos y rodeados de prejuicios. El guion, de John Hoberg, Kat Likkel y Brenda Hsueh, analiza la diferencia a través del miedo. Y lo hace mediante una metáfora evidente sobre el odio debido al desconocimiento y la ignorancia. Buena parte de la descripción del rechazo y la incomodidad que producen los ciudadanos en llamas es una crítica al trato de los inmigrantes.

Lo cual, por supuesto, está construido para que el amor entre Ember —un ente del fuego— y Wade —uno del agua— sea más complicado. Más allá de la dinámica de la reacción física entre ambos, está la posibilidad de que su amistad, y después romance, demuestre que las diferencias son superfluas. Que, incluso, la sociedad que asume que el fuego es por necesidad peligroso solo perpetúe un miedo generacional y ancestral.

Una comedia romántica poco habitual

Elemental explora esta perspectiva a través de la familia de Ember, constantemente fuera de lugar y asediada por la sospecha de amenaza. Es evidente que el argumento hace una comparación con la forma en que la presión cultural puede traducirse en exclusión. No obstante, la historia es torpe al encontrar un sentido más profundo a la idea del desarraigo. Una y otra vez, la percepción de la soledad de un sitio hostil se insinúa sin mostrarse del todo. Para Elemental, lo realmente importante es dejar claro que las emociones que unen a Wade y a Ember son contrarias a su naturaleza. 

Ember Lumen en Elemental, de Pixar

Lo cual podría ser válido si la narración pusiera más interés en cómo se desarrolla un vínculo semejante. Pero, en lugar de explorar la progresiva comprensión de los obvios prejuicios que ponen en riesgo a la pareja, les une en una investigación sin relevancia. Gradualmente, la oportunidad de reflexionar acerca de que, incluso desde extremos opuestos de la existencia, uno y otro se completan se desperdicia. Lo que conduce a Elemental a su decepcionante segundo tramo.

Una ciudad fantástica con problemas corrientes

Esta alegoría sobre la discriminación en medio del amor predestinado no toma grandes riesgos. De hecho, casi de inmediato muestra que, en el mundo de los elementos, los problemas son comunes. Funcionarios que tratan de mediar entre partes en disputa o cajeros de bancos demasiado lentos para la urgencia de su alrededor. Cada detalle en Elemental parece una referencia a medias de algo mayor.

Ember Lumen (Leah Lewis) y Wade Ripple (Mamoudou Athie), protagonistas de Elemental
Ember Lumen (Leah Lewis) y Wade Ripple (Mamoudou Athie), protagonistas de Elemental, de Pixar.

Las comparaciones con el éxito Zootopia son inevitables. Más aún, cuando la idea de la discordia entre criaturas distintas que dependen de la voluntad para convivir se repite hasta el cansancio. A pesar de sus intentos de crear un estrato de la realidad distinto, Elemental falla al brindar algo más que colorido al contexto. Lo que da lugar a una historia de amor corriente con algunos añadidos llamativos.

Con un más que evidente parecido en ritmo con Onward, también de Pixar, la película avanza con rapidez hacia su conflicto central: una serie de incendios sin explicación azotan la ciudad. Lo que, por supuesto, aumenta la sensación de que los seres de fuego son una amenaza. Es entonces cuando Ember y Wade unen fuerzas para indagar. Pero la trama dedica más tiempo a recorrer pistas falsas —y a un predecible giro de argumento— que a la relación de sus protagonistas.

Si algo se echa de menos en Elemental es que su estilo no logra definirse. Todos los tópicos de la comedia romántica están presentes, mientras la narración se esfuerza por explorar problemas sociales y culturales. Pero el mundo de fantasía que rodea a sus personajes se hace innecesariamente complejo y la película no profundiza en las sugerentes ideas sobre la convivencia de seres diametralmente opuestos.

Elemental, una decepción para un estudio en problemas

Con un apartado visual deslumbrante, pero una historia sin mayor interés, Elemental resulta una decepción. Una que, además, llega en un momento complicado para Pixar, cuyos últimos estrenos han atravesado todo tipo de problemas.

Con Lightyear —su primer fracaso real— muy cerca en el tiempo, la poca solidez de su nueva película parece demostrar que la compañía atraviesa un momento duro. No solo por su incapacidad para desmarcarse del estudio de animación Disney, sino también para encontrar de nuevo sus puntos más fuertes.

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Elemental llega a su tramo final con una conclusión tan obvia que resulta tediosa. El amor triunfa a pesar de las diferencias —gracias a una explicación dramática pobre—, lo que termina por convertir la película en una experiencia agradable, pero intrascendente. Después de crear un universo de personajes extraordinarios, este relato olvidable es sin duda un paso preocupante para el estudio.