La discriminación de las personas negras en el territorio de la salud sigue siendo algo desgracaidamente actual. Es cierto que ya no se hace como antes, sin embargo, aún hay actos, conscientes o inconscientes, que llevan a que estos pacientes reciban una peor atención médica. Estos van desde el desconocimiento de sus diferencias genéticas hasta la discriminación real en la consulta. Esta última ha ido decayendo con los años, pero lo primero sigue siendo muy habitual.

Y es que, aunque debemos entender de una vez por todas que las razas, dentro de la especie humana, no existen, sí que hay diferencias genéticas o derivadas del color de piel que se deben tener en cuenta. Por eso, se deben incluir participantes de diferentes comunidades del mundo en los ensayos clínicos, para tener la mayor diversidad genética posible. Y también es necesario saber a qué enfermedades es más propensa cada una, para hacer un mejor seguimiento. Todo esto en los individuos caucásicos está más que conseguido, pero sigue habiendo discriminación con las personas negras, asiáticas o latinas, por ejemplo.

De hecho, recientemente se dio el caso del fallecimiento de la atleta Tori Bowie, a causa de una preeclampsia. Este tipo de complicaciones durante el parto son mucho más comunes en mujeres negras. Por eso, quizás debería haber tenido un seguimiento médico más exhaustivo. No sabemos exactamente por qué estaba sola en el momento en que ocurrió todo, pero lo que sí está claro es que otras personas negras se han quejado de no haber recibido la suficiente atención o no haber sido informadas sobre sus riesgos ante este tipo de situaciones. Ahora bien, ¿cuáles son esos riesgos?

Las razas no existen

Como ya hemos visto, antes de empezar es importante tener en cuenta que las razas, dentro de la especie humana, no existen.

De hecho, hoy en día las razas no se consideran una clasificación taxonómica, sino que simplemente se utilizan como orientación en animales domésticos. En ese caso, se definen como grupos muy bien delimitados, con unas características concretas que los diferencian del resto. Principalmente en su apariencia, pero también en sus genes.

Entonces, ¿por qué decimos que no hay razas humanas? Es sencillo. Para empezar, con respecto a la apariencia, no hay grupos cerrados. Podríamos separar a todas las personas de ojos azules de las de ojos marrones. Pero tendrían que tener más características comunes. Por ejemplo, todas las de ojos azules tendrían que ser altas y todas las de ojos marrones bajas. Y eso no es así. Ni para esos ni para otros caracteres.

La genética tampoco hace distinción de razas

En cuanto a la genética, pasa lo mismo. De hecho, hay dos estudios que, vistos en conjunto, ayudan muy bien a entender esto. Uno de ellos se llevó a cabo en 2010. En él, se analizaba la ascendencia genética de las personas definidas como blancas y negras en Estados Unidos, a través de algo conocido como marcadores genéticos geográficamente informativos. Es decir, se buscaban secuencias de su ADN comunes que permitieran elaborar el recorrido que habían hecho sus antepasados hasta llegar a su país actual. Así, se vio que los blancos generalmente tenían ascendencia europea y los negros africana. Hasta aquí todo cuadra con lo que sabemos o creemos saber.

Pero ahora entra en juego el otro estudio, que en realidad se había realizado un año antes, en 2009. En él se hizo lo mismo, pero en Brasil. Y, curiosamente, se vio que había blancos brasileños con más ascendencia africana que los negros estadounidenses. Por lo tanto, no se puede decir que haya una raza blanca o negra con respecto a su genoma, pues habría discordancias que no permitirían la clasificación.

Dicho esto, una forma de evitar la discriminación a las personas negras, ya sea en medicina o en cualquier otro ámbito, es dejar de hablar de razas. Porque no, todos somos de la especie humana y ya está.

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Sobre todo en el pasado, las personas negras no se tenían en cuenta en los ensayos clínicos de fármacos, pero aún pasa. Crédito: Myriam Zilles (Unsplash)

Discriminación de las personas negras en los ensayos clínicos

Los ensayos clínicos se utilizan para saber cómo de eficaz es un fármaco. Pero también para decidir las dosis adecuadas y evaluar los efectos secundarios. Por eso, es importante que en ellos participen la mayor cantidad posible de personas y que supongan una buena representación de toda la población.

En el pasado, solo se incluían hombres en los ensayos clínicos. Por eso, durante mucho tiempo algunos fármacos han estado causando más efectos indeseados a las mujeres. Esto se debe a que, a pesar de que todos somos iguales y tenemos los mismos derechos, es cierto que las mujeres y hombres cis tienen diferencias genéticas por las que afrontan algunas enfermedades de un modo diferente, necesitando, por ejemplo, dosis distintas.

Cuando se descubrió esto, se empezaron a incluir poco a poco más mujeres en los ensayos clínicos. No obstante, seguía habiendo una discriminación de personas negras y de otras etnias. Estas deben incluirse, con una muestra de varios países, a ser posible, pues ya hemos visto que la genética de las personas negras estadounidenses y brasileñas, por ejemplo, es muy distinta.

Esto es algo que también se ha mejorado, pero que aún necesita pulirse un poco. Del mismo modo que se deben tener en cuenta en los estudios científicos, pues hay diferencias claras de salud que pueden requerir un seguimiento de estos pacientes que, normalmente, no tienen.

Diferencias a causa del color de piel

Antes de hablar de diferencias genéticas, es importante tener en cuenta que también hay diferencias por el color de piel que se deben considerar con algunas cuestiones médicas.

Por ejemplo, se ha comprobado que los pulsioxímetros que se colocan en el dedo para medir la saturación de oxígeno no miden bien en personas negras. Esto se debe a que lo que hacen estos aparatos es comprobar si los glóbulos rojos están unidos a la hemoglobina, ya que sin ella no podrían captar el oxígeno. Las cantidades de luz que absorben varían si están unidos o separados. Por eso, el dispositivo emite radiación infrarroja a través del dedo, donde hay una gran concentración de vasos sanguíneos. Y, después, extrapola la cantidad de estos rayos que se absorbe a la cantidad de glóbulos rojos que están transportando oxígeno.

El problema es que las mediciones para realizar esa extrapolación se han llevado a cabo en piel blanca. Y, como es lógico, la piel oscura no dejará pasar la misma cantidad de luz hasta los vasos sanguíneos.

Por eso, los resultados que se obtienen en estos pacientes pueden ser erróneos. Es discriminación a las personas negras, pero suele ser inconsciente, por lo que es importante darla a conocer.

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Las mujeres negras son más propensas a desarrollar formas agresivas de cáncer de mama. Crédito: NCI

Genética y cáncer

Las diferencias genéticas en las personas negras de diferentes lugares pueden llevar a que sean más propensas a ciertas patologías. 

Es especialmente grave el caso del cáncer. Por ejemplo, se han encontrado grandes diferencias en la incidencia de tumores en mama y pulmón dentro de estos grupos poblacionales. 

Según la Fundación para la Investigación del Cáncer de Pulmón de Estados Unidos, los hombres negros en este país tienen un 11% más de probabilidades de ser diagnoticados con cáncer de pulmón y un 9,8% más de probabilidades de morir por dicha enfermedad. Sin embargo, un estudio realizado recientemente con veteranos de Estados Unidos mostró tasas más bajas de detección del cáncer de pulmón que no están completamente explicadas por las variables demográficas y socioeconómicas. Por lo tanto, parece ser por un peor acceso a este tipo de diagnósticos por discriminación a las personas negras.

En cuanto al cáncer de mama, si bien las tasas de mortalidad de las mujeres negras  han disminuido en los últimos años paralelamente a las de las blancas, las de las primeras siguen siendo mucho más altas. Además, se ha observado que, en caso de recaída, la mortalidad es aún mayor. Es posible que haya factores genéticos que expliquen esto. No obstante, los estudios también apuntan a factores asociados a sus hábitos y a la atención médica recibida en países como Estados Unidos, donde la discriminación a las personas negras sigue siendo muy elevada.

Más allá del cáncer

El cáncer no es la única enfermedad en la que hay disparidades que podrían tener cierto origen genético. También se han observado muchas diferencias en las tasas de diagnóstico de alergias. Por ejemplo, se ha visto con las alergias alimentarias

Otro caso muy llamativo es el de la enfermedad arterial periférica. Se considera que, en Estados Unidos, uno de cada tres hombres negros desarrollarán esta patología, al contrario que los blancos e hispanos, en cuyo grupo la sufrirán uno de cada cinco. Dado que es una enfermedad que puede conllevar amputaciones si no se trata a tiempo, es importante tener en cuenta las disparidades sanitarias con estos enfermos. 

También es interesante otro estudio, llevado a cabo en jugadores de fútbol negros de Estados Unidos, demostró que estos suelen tener niveles más elevados de dolor que sus compañeros blancos. Los autores de la investigación creen, que más allá de posibles factores genéticos, esto puede explicarse con una peor atención médica y desventajas socioeconómicas en sus primeras etapas de vida.

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Las personas negras son más propensas al insomnio. Crédito: Numelson Fernandes (Unsplash).

Consecuencias de la discriminación a las personas negras

La discriminación a las personas negras puede hacer que muchas enfermedades empeoren por no tener una atención médica adecuada. Pero también pueden sufrir trastornos derivados de esa discriminación. Es el caso de la depresión, la ansiedad y el insomnio.

De hecho, este último llama especialmente la atención, porque hace mucho tiempo que se sabe que es más común en personas negras. Sin embargo, no se habían estudiado las causas. En un estudio de 2020 se descubrió que estas parecen estar relacionadas con la discriminación que sufren en muchos entornos, más allá del sanitario. Pero, aun así, a pesar de ser personas tan propensas al insomnio, otro estudio, publicado en 2023, muestra que es mucho menos probable que reciban una receta para fármacos para dormir mejor. Es decir, la discriminación a las personas negras en Estados Unidos les está provocando un insomnio que, para colmo, no pueden tratar del mismo modo que los blancos. 

Estudiar las subpoblaciones también es importante

Ya hemos visto que no existen razas y que dos personas negras pueden ser genéticamente muy diferentes. Por eso, si queremos evitar la discriminación de las personas negras, también debemos tener en cuenta las subpoblaciones. 

Es la conclusión de un estudio sobre el cáncer de endometrio realizado recientemente. En él, se concluye que las mujeres negras de ascendencia africana son mucho más propensas a desarrollar formas agresivas de estos tumores.

Se señala que posiblemente sea por una mezcla de factores genéticos y ambientales. Estos últimos incluyen desde la alimentación hasta el acceso a la sanidad. Los autores de esta investigación reivindican que no se incluya a las personas negras como una sola población, pues se puede caer en un error similar al que se cometía cuando solo se incluía a los blancos.

En definitiva, la discriminación a las personas negras en el entorno sanitario a menudo es totalmente inconsciente. En Estados Unidos, donde hay una gran población de afroamericanos y la sanidad no es un derecho público, se observan también diferencias que, en ciertas ocasiones, sí son conscientes.

De cualquier modo, ambas deben solventarse. La ciencia debe estar al servicio de las personas, sea cual sea el color de su piel. Por eso, es importante conocer los detalles que, durante siglos, han llevado a discriminar a una parte de la población que merece recoger sus frutos tanto como el resto. 

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