Un equipo de científicos de la Universidad de Helsinki y la Universidad de Finlandia Oriental ha encontrado una curiosa relación entre el desarrollo de párkinson y la presencia en el organismo de una bacteria típica de ambientes húmedos y pantanosos.

Es un descubrimiento interesante, pues esta bacteria podría convertirse en una diana para evitar el desarrollo de síntomas de párkinson o al menos ralentizarlos. No obstante, aún es pronto para hacerlo. Primero se debe seguir trabajando para demostrar el papel de la bacteria Desulfovibrio en el avance de la enfermedad.

De momento, se ha hecho de dos maneras. Por un lado, analizando las heces de enfermos de párkinson en busca de la bacteria. Y, por otro, alimentando con estas bacterias un grupo de gusanos modificados genéticamente para poder desarrollar la enfermedad. Así, se ha encontrado bastante evidencia, como señalan los autores en el estudio publicado en Frontiers in Cellular and Infection Microbiology. Pero aún hay que seguir trabajando en ello. 

El falso cerebro intestinal

Suele decirse que el intestino es nuestro segundo cerebro. Pero no es cierto. Al menos no si somos estrictos. Es verdad que contiene neuronas, pero en una cantidad mucho más reducida que en el cerebro. Además, las intestinales forman unas estructuras mucho más simples que las complejas redes cerebrales.

Por otro lado, es cierto que en el intestino se segrega serotonina, que actúa como neurotransmisor en las células nerviosas. Pero en este caso su función es muy diferente, ya que se encarga de promover los movimientos peristálticos, que facilitan el paso del bolo alimenticio a través del intestino. Por estas y otras muchas razones, no podemos decir que el intestino sea nuestro segundo cerebro. Pero sí que es cierto que, según algunos estudios, parece haber cierta vinculación entre la microbiota intestinal y el desarrollo de ciertas enfermedades neurológicas. Es decir, la composición de las poblaciones de bacterias que viven en nuestro intestino puede influir en la salud de nuestro cerebro.

Esto se ha estudiado en enfermedades como la esclerosis múltiple, cuyo origen es realmente autoinmune. Pero también se ha visto en otras puramente neurológicas, como el párkinson.

párkinson
Los puntos brillantes indican la presencia de grupos de alfa-sinucleína en los gusanos. Crédito: Huynh et al.

El papel de Desulfovibrio en el párkinson

Desulfovibrio es un género de bacterias que normalmente viven en ambientes acuáticos con un alto contenido de materia orgánica, como pantanos o suelos encharcados. No obstante, también se han encontrado en el intestino de los seres humanos y con una mayor presencia en pacientes con párkinson.

Este hallazgo es el que llevó a un equipo de científicos finlandeses a indagar más. Para ello, contaron con la participación de 10 pacientes de párkinson y sus parejas sanas. Se tomaron muestras fecales a todos ellos, para posteriormente aislar las bacterias que las componían.

Después, alimentaron con ellas una serie de gusanos Caenorhabditis elegans modificados genéticamente para expresar el gen de la proteína α-sinucleína humana. Se eligió esta proteína porque tiene una gran relación con el párkinson. Se sabe que esta enfermedad se caracteriza por la acumulación en ciertas regiones cerebrales de unas estructuras llamadas cuerpos de Lewy. Estos están compuestos principalmente por α-sinucleína, una proteína con un papel muy importante en la liberación de neurotransmisores, que son unas sustancias esenciales para que las señales nerviosas se puedan transmitir a través de las neuronas. Por lo tanto, era fundamental que los gusanos que se usaron como modelos pudiesen sintetizar la variante humana de esta proteína.

Y ahí estaba la clave. Cuando se alimentó a los gusanos con Desulfovibrio extraído de las heces de pacientes con párkinson, se observó en sus células cerebrales un aumento en la síntesis de α-sinucleína. En cambio, aunque también se encontró la bacteria en algunas de las parejas de los enfermos, cuando se alimentó a los gusanos con ellas no se aumentó la síntesis de la proteína.

Lógicamente, hay una gran diferencia entre un gusano y un ser humano. No obstante, se debe tener en cuenta que C. elegans se utiliza mucho en investigación precisamente porque comparte muchos genes y vías moleculares con nosotros. Eso indica que los resultados del estudio son bastante relevantes, pero también que aún hay mucho que estudiar. Al menos, ya conocemos a una posible culpable del avance del párkinson. Ahora toca seguir tirando del hilo.

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