Las bacterias suelen definirse como organismos unicelulares y microscópicos, con su material genético libre en el citoplasma, sin ningún compartimento que lo encierre. Sin embargo, un equipo de científicos de la Universidad de las Antillas Francesas ha descubierto una nueva bacteria que contradice con creces dos de esas condiciones. Por un lado, porque su ADN está encapsulado dentro de unas estructuras membranosas. Y, por otro, porque es tan grande que puede verse a simple vista.
La bacteria en cuestión, bautizada como Thiomargarita magnifica, fue descubierta hace cinco años en los manglares del archipiélago caribeño de Guadalupe. Sin embargo, inicialmente se pensó que se trataba de hongos. Hizo falta que un estudiante de posgrado llamado Jean Marie Volland comenzase a investigar las muestras para que finalmente descubriesen que se trataba de una bacteria.
Así, la línea que separa las células eucariotas, entre las que se encuentran las nuestras, de las procariotas, representadas principalmente por las bacterias, quedó mucho más difuminada. Y es que en biología las clasificaciones son muy útiles, pero no deberían considerarse como algo definitivo, pues pueden variar a medida que lo hace el conocimiento científico. Este es un grandísimo ejemplo de ello.
Así es la bacteria más grande del mundo
Cuando los científicos de la Universidad de las Antillas Francesas hallaron la bacteria más grande del mundo, se encontraba formando estructuras filamentosas unidas a las hojas de los manglares.
Se vio que cada célula individual podía llegar a medir un centímetro, por lo que se veía sin problema a simple vista. Esto, como es lógico, les llevó a pensar que no se trataba de una bacteria. Se decantaron por un hongo, pero en realidad perdieron todo interés y las muestras quedaron casi abandonadas hasta que Volland se interesó en ellas.
Entonces descubrió que cumplía la mayoría de requisitos para considerarse una bacteria. De hecho, tenía bastantes puntos en común con la que entonces se consideraba la bacteria más grande del mundo: Thiomargarita namibiensis. Ambas son bacterias oxidantes de azufre, con una estructura filamentosa y un tamaño muy superior al habitual en este tipo de organismos. Pero la que estaban estudiando era mucho más grande, por lo que pasó a desbancarla de su puesto y, como tal, tomó el apellido de magnifica.
Otro de los puntos en común entre estas dos bacterias es precisamente la razón por la que son tan grandes: una gran vacuola. Y es que esa estructura membranosa que encierra su material genético no es su único orgánulo. Cuentan también con esta bolsa membranosa, que les permite aprovechar la energía mucho mejor que otros organismos procariotas.
El secreto de su tamaño
Se cree que las bacterias son generalmente tan pequeñas por algo conocido como hipótesis de la restricción de difusión. Según esta, tienen ese tamaño para que los nutrientes puedan difundir por ellas sin necesidad de una energía que la impulse.
Y es que para que se produzca dicha difusión sin una energía que la impulse se necesita un volumen reducido. En un artículo de Big Think publicado cuando se presentó este estudio aún sin revisar, lo explican de una forma muy sencilla. Imaginemos que ponemos una gota de pintura negra en un borde de un vaso de agua. Esta llegará fácilmente al otro lado de manera pasiva. Sin embargo, si la ponemos en el borde de una piscina olímpica no lo hará. Necesitaríamos por ejemplo un nadador que empujase de activamente esa pintura. Las células eucariotas tienen cadenas de transporte que hacen muy sencillo ese transporte activo, pero las procariotas no. Por eso son tan pequeñas.
Sin embargo, esta bacteria puede permitirse un trabajo mayor gracias a la vacuola, que se sitúa en su interior ocupando buena parte del volumen. Si ponemos en la piscina olímpica un globo inmenso que ocupe casi todo su interior, el agua quedará recluida en los bordes y será mucho más fácil que la pintura pase de un lado a otro.
Las dos bacterias más grandes del mundo cuentan con esa vacuola. Y lo cierto es que sería casi egoísta pensar que son las únicas. Que el ser humano no haya encontrado más de momento no quiere decir que no existan. En un comunicado, otra de las autoras del estudio, Petra Anne Levin, ha explicado que en el equipo ven probable que haya más ahí fuera. Posiblemente, una bacteria aún más grande que esta esté a simple vista y, precisamente por eso, nos haya pasado totalmente desapercibida. ¿No es fascinante la naturaleza?