La mayoría de las personas odian los lunes. No es para menos, pues suponen una vuelta a la rutina tras dos días de descanso que, generalmente, se nos hacen cortos. Es difícil lograr que nos gusten. Pero, al menos, dos científicas de la University of Medicine and Health Sciences propusieron recientemente en The Conversation algunos métodos para que nuestro cerebro los tolere mejor.

Se trata de trucos para que la vuelta a la rutina no sea tan drástica y, además, para que el estrés de empezar la semana no sea tan alto. En definitiva, lo que sugieren estas científicas es hackear el cerebro para que no reaccione con tanta aversión hacia los lunes.

Son tareas sencillas, que todos podemos implantar en nuestro día a día, así que no es tedioso llevarlas a cabo. Sí, suponen algunos sacrificios, como no despertarse a mediodía un domingo, pero la recompensa del lunes merece la pena. Esto es lo que debemos hacer.

Crea rutinas que se mantenga durante el fin de semana

Los humanos nos sentimos muy cómodos con las rutinas. Nuestro cerebro tiene una zona de confort que se alimenta precisamente de esos comportamientos rutinarios que, aunque a veces parezcan aburridos, proporcionan tranquilidad. La llegada del fin de semana supone una ruptura de la rutina. Pero sarna con gusto no pica, por lo que eso no es complicado para el cerebro. Se adapta deprisa a la tranquilidad de no tener que trabajar. El problema llega el lunes, cuando se rompe la pequeña rutina que creamos en el fin de semana.

Para que eso no ocurra, la clave, según Cristina Reschke y Jolanta Burke, es mantener rutinas que duren siete días. Estas pueden ser de cualquier tipo, desde ver una serie, siempre a la misma hora, hasta leer o realizar rutinas de jardinería. Todo vale.

Además, es recomendable no cambiar las rutinas de sueño. Si de domingo a jueves nos acostamos a las 23:00, para luego levantarnos a las 07:00, pero el viernes y el sábado nos acostamos de madrugada y luego amanecemos a mediodía, se rompe muchísimo la rutina y el lunes cuesta mucho más levantarse y volver descansado a la rutina laboral. Lo ideal es ir en consonancia con los ritmos circadianos y tener una rutina constante, aunque a veces queramos hacer curas de sueño durante el fin de semana. 

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Priscilla Du Preez/Unsplash

Reduce tu cortisol los lunes

Las claves del odio a los lunes están claras, no hay que explicarlas. ¿Pero por qué nos sentimos cansados y molestos? Ahí entran en juego nuestro cerebro y nuestras hormonas, especialmente el cortisol.

Esta hormona tiene múltiples funciones, entre ellas ayudarnos a despertar por la mañana. Del mismo modo que cuando aumentan los niveles de la melatonina por la noche empezamos a sentir somnolencia, el cortisol se eleva algo antes de que nos despertemos, para ayudarnos a comenzar el día. Después, poco a poco, va disminuyendo, para que lleguemos otra vez a la noche descansados y dar paso de nuevo a la melatonina. El problema es que, cuando estamos estresados, los niveles se mantienen altos durante todo el día. De hecho, se la conoce como hormona del estrés precisamente por eso.

Por otro lado, si el estrés es muy alto, se activa una estructura cerebral llamada amígdala, provocando una respuesta muy rápida. Esta es la conocida respuesta de lucha o huida que se suele relacionar con la ansiedad. Nos sentimos acelerados, el corazón palpita deprisa, las extremidades hormiguean y sentimos que nos falta el aire. Es algo que puede ocurrir en cualquier momento, especialmente si somos personas con tendencia a la ansiedad. No obstante, es especialmente habitual los lunes, cuando toca volver a la rutina.

Por eso, lo ideal es intentar cortar ese chute de cortisol que acabará poniendo la amígdala en marcha. Y, para ello, las autoras del artículo de The Conversation recomiendan empezar el día con técnicas de relajación. Pueden ser ejercicios de respiración, herramientas de meditación como el mindfulness o simplemente salir a la naturaleza. Esto último puede parecer una nimiedad y, lógicamente, no es una cura para la depresión o la ansiedad. Pero sí que ayuda a reducir los niveles de estrés. Por eso, empezar el lunes yendo al trabajo paseando por un parque, si es posible, puede ser un gran acierto.

Seguiremos odiando el inicio de semana y echando de menos el fin de semana que se ha ido, pero al menos podremos recabar fuerzas para aguantar hasta el siguiente sábado. 

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