En el primer episodio de The Last Of Us, la nueva serie de HBO, la tragedia que devastará el mundo no se plantea como algo inminente. Su secuencia inicial es, de hecho, una exploración, a años de distancia, sobre el riesgo de que algo semejante pueda ocurrir. Una introducción que no aparece en el videojuego pero que, sin embargo, permite a la historia volverse más densa y establecer unos cimientos sólidos para desarrollar el argumento.
La escena, de hecho, sorprende por su sencillez. Un par de expertos profundizan en televisión sobre las infecciones y enfermedades que amenazan al mundo sin que nadie sea del todo consciente de su trascendencia. Lo hacen frente a una audiencia atenta que, sin embargo, no parece muy convencida de sus palabras. Uno de ellos, en concreto, profundiza en torno a los hongos y menciona, entre otros, al cordyceps.
El guion de Craig Mazin y Neil Druckmann convierte esa conversación en involuntaria predicción. La especulación sobre la muerte y la desolación, que será un escenario real después, parece inofensiva por momentos. Pero el argumento construye la tensión poco a poco. “¿Qué nos espera en unos años?”, dice el científico en un estudio televisivo, décadas antes del desastre total. “Quizás lo inimaginable”.
Un recorrido a través de la oscuridad en The Last of Us
Para cuando The Last of Us avanza varias décadas en el futuro, las palabras del experto parecen casi olvidadas. El 26 de septiembre del 2003, Sarah Miller (Nico Parker) recorrerá la ciudad de Austin como cada día de su vida. La producción hace énfasis en el aire cotidiano y corriente de todo lo que hace el personaje durante dicha jornada –yendo más allá, de nuevo, que el videojuego–. Solo que, en esta ocasión, será la última vez que haga cada una de esas cosas. El mundo como lo conoce está a punto de desplomarse.
Quizás uno de los elementos más reconocibles de la serie de HBO sea su pesimismo total, semejante a clásicos del género como The Walking Dead. No hay posibilidad de salvación y la premisa queda clara en el primer tramo del capítulo. El ataque del hongo cordyceps convierte a los seres humanos en simples criaturas residuales. Irreconocibles en un proceso rápido hacia la transformación en monstruos caníbales. Pero la historia evita que ese horror sea el único eje de su relato.
The Last of Us es el estreno del año y solo puedes verla en HBO Max
En realidad, también apunta a la deshumanización que provoca la violencia, que aumenta con lentitud y termina por ser total. La ciudad nocturna, llena de explosiones, gritos y personas que sufren convulsiones inexplicables es un paisaje de pesadilla. Algo que rebasará cualquier precaución o comprensión y que empujará a los supervivientes a un miedo primitivo.
Una adaptación que toma lo mejor del juego
De la misma manera que en el juego homónimo, la adaptación aclara sus reglas con rapidez y pulcritud. Todo lo que acontecerá será narrado por testigos y a fragmentos. A través de Sarah, aterrorizada y confusa. De su padre Joel (Pedro Pascal), que tendrá que enfrentar lo inimaginable; lo mismo que su hermano Tommy (Gabriel Luna). La pequeña familia intenta escapar sin saber de qué lo hace. Conduce en medio de disparos, alaridos de dolor y la persecución de vecinos que muestran indicios repugnantes de alguna infección.
La historia de The Last of Us usa escenas visualmente confusas y la constante sensación de la vulnerabilidad de sus protagonistas para afianzar el terror. El mundo colapsa por una amenaza desconocida que actúa con letal precisión.
Con una habilidad que sorprende, el argumento evita los lugares comunes y clichés de dramas basados en la destrucción para hacerse otras preguntas. ¿Cómo se escapa a lo desconocido? ¿Cuál es el momento en que el mundo se desploma? Para Joel, será sufrir una tragedia absurda en medio la noche del estallido de la infección.
La premisa del conocido juego de Naughty Dog se convierte entonces en un argumento poderoso y sólido. A la vez, en una exploración acerca de la desolación y la pérdida. Todo en una colección de pequeños detalles que hacen del primer episodio de The Last of Us, quizás, uno de los mejores pilotos de la historia de la televisión.
El tiempo transcurre en The Last of Us
Veinte años después de la última noche del mundo tal y como lo conoció Joel (Pedro Pascal) es solo un viejo recuerdo. En ese instante, solo es hombre con un pasado malogrado, conmocionado y traumatizado que sobrevive al día.
La acción se traslada a Boston, convertido en un enclave fortificado protegido bajo un régimen básico y totalitario. La historia atraviesa plazas cubiertas de maleza, ejecuciones con aire medieval, edificios que se derrumban a la intemperie, etc.
Lo más interesante en The Last of Us es que no muestra sus monstruos ni utiliza la violencia como un apunte de sus escenas esenciales. De la misma manera que el guion contó la caída de la civilización con discreción, ahora relata sus ruinas. Las describe a través de Joel, que va de un lado a otro sin objetivo en una ciudad fantasma.
Los escombros de un mundo muerto
En The Last of Us, la distopía es fría, destartalada y sin atisbo de esperanza. En ese paisaje creció Ellie (Bella Ramsey), tan joven como para no conocer algo más que el mundo en cenizas. La diferencia esencial entre los personajes es, precisamente, cómo contemplan la realidad. La adolescente puede enfrentar el futuro, incluso el peor posible, porque es la época en que nació. Joel no deja de recordar la que vivió y lo que perdió en ella.
El encuentro entre ambos — casual y con aires de suceso menor — marca un cambio de tono para The Last of Us. Ocurre tras una sutil introducción de los Luciérnagas y, también, en paralelo a la preocupación por el bienestar de Tommy.
Como en el juego, a partir de entonces, Joel tendrá que lidiar con sus propios recuerdos, el luto y el sufrimiento. Lograrlo es clave para proteger a Ellie, algo que, más que una oportunidad de redención, es también un punto de inflexión en la historia. ¿Podría ser su inmunidad la posibilidad de un nuevo comienzo?
El primer capítulo de The Last of Us termina con una brillante percepción del duelo y la desesperación. Joel debe avanzar más allá de la fractura de su devastación emocional para proteger a una niña en ese momento desconocida. Una que, inevitablemente, le recuerda todo lo que la infección le arrebató.
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Por su parte, Ellie comienza a entender la debacle en la que creció. Y será consciente de la posibilidad de que la vida sea algo más que huir y temer. El guion tiene la habilidad de convertir al personaje de Ramsey en un símbolo del futuro sin forzar el optimismo. Cuando el viaje de ambos protagonistas comienza, algo queda claro: en medio de la oscuridad, hay un tenue hilo de luz. Uno que sostendrá a la trama en sus siguientes y dolorosos capítulos.