La cultura popular y el cine imaginan la inmortalidad con frecuencia. Sin embargo, la peor y más repugnante, es la que encarnan los zombis. También es el modo que permite reflexionar acerca de todo tipo de temas. La premisa que abarca los cadáveres reanimados, ya sea por magia o por ciencia, es recurrente. A la vez, es flexible, burlona y, en los casos más extraños, una crítica social involuntaria. Tal vez por eso, las películas de zombis siguen cautivando la imaginación colectiva.

Mucho más, cuando el mundo cinematográfico reinventa el tema en todo tipo de posibilidades. Desde familias que deben enfrentar la macabra transformación de uno de sus miembros, hasta el apocalipsis convertido en terreno filosófico. Las películas de zombis forman parte de un planteamiento más tétrico acerca de lo que ocurre después de fallecer. Lo que implica explorar la fugacidad de la vida humana. Vivir eternamente puede ser el peor y más retorcido de los suplicios, algo que estas historias demuestran con frecuencia.

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Te dejamos cinco películas de zombis que recorren una buena cantidad de ideas sobre la supervivencia, el miedo y, en especial, lo que consideramos como humano. ¿Qué ocurre si el final de la vida es el comienzo de algo peor y mucho más siniestro? Desde oscuros análisis de la violencia hasta el hambre más despiadada. El recorrido por el mundo de los zombis tiene todo lo necesario para ser siempre novedoso y aterrador.

Maggie, de Henry Hobson, una película de zombis desde otro punto de vista

Wade (Arnold Schwarzenegger) sobrevive como puede en medio de un apocalipsis de muertos vivientes. No obstante, su situación es peor que la de cualquiera. Su hija Maggie (Abigail Breslin) está contagiada de lo que sea provoca la aparición de los monstruos. El personaje se deteriora frente a los ojos aterrados de su padre. También le hace enfrentar una decisión imposible. ¿Debería matar a la niña antes de que se convierta en una criatura despiadada y hambrienta? ¿Podrá hacerlo? La posibilidad es una prueba de la fortaleza moral del personaje y, por extraño que parezca, su sensibilidad. 

Esta película de zombis analiza la naturaleza de estas criaturas más allá de los tradicionales grupos anónimos de figuras putrefactas. Su efectividad radica en que el conflicto es una tragedia doméstica y familiar. No se trata de criaturas con la carne descompuesta o los peligros que representan, sino de una niña que agoniza.

El argumento se vuelve doloroso a medida las alternativas de Wade son más escasas. El miedo y la culpa crean un contexto creíble sobre una tragedia en ciernes. Una que, además, se extiende gradualmente alrededor de la familia del personaje con la misma rapidez que la infección. 

Aunque la película de zombis no fue un éxito de taquilla, es una de las contadas ocasiones en que Schwarzenegger puede mostrar algo más que su fortaleza física. Lo logra con una actuación discreta y emocional, que hace mucho más cercano el sufrimiento del personaje y su traumático final.

Melanie: apocalipsis zombie, de Colm McCarthy

Basada en el libro de Mike Carey, esta historia de zombis plantea la naturaleza de los monstruos como un enigma científico a resolver. La catástrofe mundial aconteció y la cura es una posibilidad remota. La combinación entre un futuro desolador y la búsqueda de respuestas se convierte entonces en una disyuntiva singular.

¿Qué sentido tiene intentar comprender el motivo que desencadenó la infección cuando todo fue devastado? El argumento no responde a la pregunta, pero sí plantea otra más dura. ¿Qué ocurriría si los zombis fueran algo más que una aberración?

Al menos, eso que demuestra un grupo de niños nacidos en medio de la debacle. Todos son inmunes y, aunque conservan las capacidades físicas superiores de los monstruos que dominan la tierra, pueden contener su apetito. Se trata, claro, de un paralelismo obvio con el clásico juego y ahora serie The Last of Us. Con una única diferencia: en lugar de la posibilidad de la esperanza, la incapacidad de enfermar es una anomalía.

Tanto como para que los que no sucumben a la muerte en vida sean rehenes utilizados en pruebas de laboratorio. La premisa de esta película de zombis se hace más cruel cuando deja claro que el objetivo de cada experimento no es encontrar una forma de detener la infección, sino adquirir poder. Lo que convierte a los asesinatos y crueles procedimientos en ambición. Claro está, en sus momentos finales, esta historia de zombis logra resolver la premisa con algo parecido a la justicia. A pesar de eso, la historia sigue siendo mucho más triste que espeluznante.

Amanecer de los muertos, la película de zombis de Zack Snyder

El remake de la película de George A. Romero conserva toda su cualidad salvaje y brutal. De hecho, la primera secuencia muestra la habilidad de Snyder para el género de terror. La cámara sigue a la enfermera Ana (Sarah Polley) en una mañana cualquiera que termina por ser la última del mundo como lo conocía. El director capta el horror y la desolación de un único ataque que destroza todo a su paso y deja pocos supervivientes. Además, construye la sensación de lo inminente. En Amanecer de los muertos, lo peor siempre está por llegar.

Crear una nueva versión de un clásico del cine de terror es osado. Snyder tiene la habilidad suficiente para dotar a esta historia de zombis de su propio estilo exagerado y ágil. Con una paleta de colores sobresaturada y canciones de Richard Cheese de fondo, la realidad trastocada se superpone a la tragedia.

Los sobrevivientes logran refugiarse en un centro comercial y, como si se tratara de una cápsula más allá del apocalipsis, conviven en una rara cotidianidad. El guion tiene la suficiente inteligencia como para comprender la película de Romero y las referencias son claras. Mucho más, cuando los zombis terminan por ser una amenaza entre tantas otras.

Para Snyder, no todos los monstruos son cadáveres reanimados y lo deja claro a medida que los vínculos entre sus protagonistas se hacen más turbios. Para la perturbadora escena final de esta película de zombis, está claro que la supervivencia no es una posibilidad en un mundo poblado por la muerte. El mensaje más duro de la premisa.

Guerra Mundial Z, de Marc Forster

Basada en el libro de Max Brooks, la película explora el apocalipsis de los zombis con la misma connotación que un conflicto bélico. Cada ciudad del planeta se derrumbó bajo la emergencia. Con tanta rapidez, que los focos infecciosos son impenetrables.

El paciente cero es un misterio a resolver y, mientras tanto, la civilización se desploma a pedazos. Garry (Brad Pitt) es un experto que tendrá que recorrer las zonas infectadas en la búsqueda de respuestas. Pero antes, será testigo de lo que hordas de criaturas hambrientas pueden hacer.

Resulta decepcionante que el largometraje haya dejado a un lado el discurso coral de la novela. También, su sentido del absurdo y de los sucesos cada vez más tétricos que crean su mapa de horrores. Con todo, Foster logró ensamblar una historia que lleva al personaje de Pitt de un lugar a otro. Gradualmente, las piezas de un rompecabezas biológico se unen. Gerry, perdido entre las oleadas de monstruos, tratará de encontrar la respuesta a la incómoda pregunta sobre la supervivencia. ¿Qué hace que los muertos reanimados sean lo que son? 

Al final, la película de zombis es más ambiciosa que efectiva. También, mucho menos inteligente de lo que sugiere su premisa global y fatídica acerca del ataque de los muertos vivientes. Aun así, es un clásico entretenido del género. Al menos, uno con personalidad propia.

Bienvenidos a Zombieland, de Ruben Fleischer

Esta atípica película de Fleischer comienza cuando la tragedia ya ocurrió. Los zombis arrasaron todo a su paso y, ahora, la muerte domina el mundo. Aquí y allá, los supervivientes tratan de evitar ser contagiados y vivir una versión rudimentaria del mundo que conocieron alguna vez. En especial Columbus (Jesse Eisenberg), que descubrió que para superar el peligro, todo se limita a un asunto de reglas. Precisas, sencillas y fáciles de recordar. Este solitario torpe no necesita otra cosa para continuar. 

Por su parte, Tallahassee (Woody Harrelson) lleva un trauma a cuestas. Lo que no impide que haya descubierto que el mundo asolado por lo impensable todavía tiene posibilidades de ser divertido. Mientras tanto, Wichita (Emma Stone) y Little Rock (Abigail Breslin) atraviesan el país entre trampas maliciosas.

En el momento en que este grupo disparatado termine por reunirse, esta historia de zombis mostrará las verdaderas dimensiones del humor negro de su premisa. Entre asesinatos, cabezas arrancadas y un memorable cameo de Bill Murray es uno de los clásicos instantáneos de un género en el que hacer reír es complicado. Pero Bienvenido a Zombieland lo logra a través del método sencillo de dejar claro un punto simple. Incluso con el apocalipsis de por medio, el ser humano puede ser absurdo y entrañable. 

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